León de Aranoa en pos de Joaquín Sabina

De lo más genial son las escenas largas en el piso de Rota del cantautor con sus músicos

Presentación del documental.
Presentación del documental. Europa Press
Luis García Yepes
20:14 • 19 nov. 2022

Como toda gran historia personal tiene un prólogo y un epílogo, aquí hecho de imágenes: con los dimes y diretes del protagonista con Serrat en lo primero; con Leiva en las secuencias que cierran. Entre tanto, ‘Sintiéndolo Mucho’, es una exposición de hechos en tiempo real, más de trece años, y la narración del encausado, a los setenta y dos febreros, viendo su vida recostado en el sillón de cuero y capitoné en su casa madrileña de Tirso de Molina.



A León de Aranoa le debe haber quedado una alacena inmensa, y un frigo grande, y un arcón congelador sin fondo visible, tras haber cocinado para dos horas la obra de vida artística de Joaquín Sabina, de estreno este pasado 17 de noviembre, cocina fílmica en la que sabiendo y queriendo el director madrileño ha usado sus buenos recursos cinematográficos. Si mutamos a una suerte taurina con él puesto a cuerpo limpio en unos estatuarios o saltilleras, donde acomete con son y con bravura el inmenso toro que es el cantautor, ante el que el diestro-cineasta tiene que intuir los terrenos en que ir lidiando para sacar del esportón de la experiencia el plano cortísimo, el secuencia, y para el festejo de los conciertos en directo: la cámara al hombro, y así ha construido un retrato cabal, con cascotes incluso insolentes puestos en el camino por el propio Sabina, genio y crápula.



Aderezado en contadas ocasiones el cocinado del guión con filmaciones previas y de otros autores que temporalizan la historia de ‘Sintiéndolo Mucho’, el retrato-documental que abunda en la emoción creativa y espontánea de Sabina. De lo más genial son las escenas largas en el piso de Rota del cantautor con sus músicos y el poeta Benjamín Prado en una, o varias, noches de wisqui y polen, con un Sabina eufórico de efecto, inspirado y desaliñado, interpretando a voz en grito lo suyo, pidiendo la falseta a Antonio García de Diego (para él Antuán), y en una jugüesca con Prado ante la impresora que escupe la confección de la última letra. Este bruto de imágenes se sirve hasta en tres momentos de las dos horas de documental, hilado esencialmente con la actuación última del Wizink Center, una en Ventas, y México, cuando un toro dio un cornalón a José Tomás en Aguas Calientes. Un aparte es el reencuentro de Sabina con el homenaje de su Úbeda natal.



En las escenas de Sabina en Úbeda y para contramorbo hacia el personal observador, aún apareciendo.., incluso interviniendo con declaraciones el único hermano del cantautor, no hay ninguna testificación del reencuentro y sus afectos. Que los hubo. El grande de Aranoa no descentra así la atención de lo que es verdaderamente importante en la historia, sí así al propiciar el recitado hacia el reencuentro con el padre muerto a través de unos versos escritos por aquel.



El laureado guionista y director de ‘Barrio’ o ‘El Buen Patrón’ ha administrado todo el montaje a merced de la autenticidad de la historia personal y artística; el protagonista en declaraciones sosegadas revisa su vida entrelazando su voz con las imágenes y las canciones.



Sabina hace bis con dos conceptos, deseos, o circunstancias de su vida: de joven, estudiante en Granada, él se veía como un profesor de literatura machadiano que podría escribir una novela, y… de niño en el patio de cuadrillas del coso de Úbeda se sentía atraído por los trajes de torero y los tocaba. Probablemente ahí quede una metáfora: el fulgor del oro espectacular que se puede rebañar de sangre y el día a día de un taciturno profesor krausista que desea que se impriman sus letras. Los años congraciaron las dos cosas.



‘Sintiéndolo Mucho’, no es toda una vida, no podría serlo, pero los trazos de rasgo de carácter y talante ‘interpretativo’ del retratado, están -tal aquella historia de de Dicenta y Lola Herrera que dirigió Josefina Molina, o el ‘Desencanto’ de Los Panero que abordó Jaime Chávarri-, muy bien elegidos, muy bien enseñados, incluso enseñoreados, sin renunciar, quede esto repetido, a situaciones sórdidas o rayanas en lo impúdico, en lo que da de lleno la canción hecha ex profeso para el documental en la que argumenta Sabina: “Siempre he querido envejecer sin dignidad”.



El estreno, como ocurre hoy con todo, se ha jaleado mucho, en todas las teles, radios, periódicos, e internet con sus foros, redes y plataformas. El público, los forofos de Sabina fueron a verlo con devoción. Almería, los Yelmo del Centro Torrecárdenas hubieron de hacer dupla de proyección en dos salas paralelas, despidiendo al film con aplausos.


Designados uno al otro o el otro al uno (parece que la idea partió de Sabina) ‘Sintiéndolo Mucho’ es un dechado de emociones humanas comprimidas en dos horas que a quién más quien menos le hubiera gustado firmar; el valiente de León de Aranoa ha montado el festejo, sin guión y ‘sin contrato’, a expensas –eso flota siempre cuando se aborda la vida de un vivo con el vivo enfrente-, de una posible ‘espantá’. Pero el aliento del viaje y su gozoso fin han urgido otro ‘milagro’. Sabina se ha levantado de un trastazo con la mano abierta a la creación de más crónicas íntimas… Y al compás de Leiva se confecciona ‘Contra todo Pronóstico’, un nuevo disco con próxima gira, e incluso se atisba una serie televisiva de su vida que aún siendo otro género y visto lo visto, corre el riesgo de ser un mal ripio. Sabiéndolo, o sin saberlo, el público en la sala también aplaudía eso, estar vivos y vibrantes.


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