Los Pérez cumplen 70 años

Es uno de los bufetes con más lustre de Almería fundado por Juan Pérez y continuado por su hijo

El abogado Juan Pérez y Pérez, en su despacho, junto a su hijo José Arturo, en su época de estudiante en una foto de Carlos Pérez Siquier.
El abogado Juan Pérez y Pérez, en su despacho, junto a su hijo José Arturo, en su época de estudiante en una foto de Carlos Pérez Siquier.
Manuel León
07:00 • 07 feb. 2021

Juan Pérez y Pérez lloró tres veces en su vida: una, cuando fueron a su casa a detener a su padre para llevarlo al Ingenio; otra, cuando vio a su hijo por primera vez vestir una toga; y la tercera, cuando escuchó el Himno de Riego en la recuperación del Pingurucho. Porque lo que más le molestaba en la vida, a este jurista, era la amnesia.



Por eso, el abogado Juan Pérez (1926-1990) fue siempre un hombre de memoria superior, empezando por lo académico, donde pulverizó todos récords en la facultad de Derecho de Granada: 22 matrículas de honor de 25 asignaturas. En el despacho que ocupa ahora su hijo José Arturo, está enmarcado el inimitable expediente, junto a una plumilla de Nicolás Salmerón, un retrato de Niceto Alcalá Zamora y las fotos colgadas de sus abuelos: el legendario Manuel Pérez García, diputado y fundador del periódico El Popular y Juan Pérez García, el antepasado directo de los Pérez Company (hay una coplilla muy almeriense que ya casi no se recuerda: “Si a Almería vas, de tres P te has de librar, Puche, Pérez y Perceval”).



El despacho de este Pérez acaba de cumplir 70 años: 35 con el fundador y 40 con su hijo que aún lo habita y que guarda las esencias de su padre flotando en el ambiente. Está en la Rambla Alfareros, en ese viejo ensanche obrero almeriense merodeado por calles como Ramos, Terriza, Cucarro, en recuerdo de los que fueron sus maestros de obras. José Arturo  acaba de disolver el despacho colectivo para centrarse en una práctica profesional individual. Pero no se jubila este exdecano y profesor universitario, seguirá junto al escritorio de madera noble de su progenitor unos cuantos años más, con una atención más exclusiva al cliente, como un despacho de autor, vadeando las procelosas aguas del derecho administrativo. Sabe que tiene detrás un bagaje de décadas que defender, un poso en el que mirarse, a pesar de que ya supera a su padre en años de ejercicio.



Juan  Pérez murió con la toga puesta y así fue enterrado, de tantos días y madrugadas de trabajo acumulado. De él dijo el también letrado Fausto Romero que "era el mejor abogado de Almería pero no supo ser defensor de sí mismo”.



Eran unos años en los que la abogacía en Almería estaba abanderada por los tres pérez: Emilio Pérez Manzuco, Juan José Pérez Gómez y Juan Pérez y Pérez, ademas,entre otros, de Diego Alarcón o Antonio García Sánchez. 



De toda esa memoria es paladín José Arturo, que ocupa las mismas estancias que ocupaba su progenitor, en ese chalecito de Langle en el Distrito Quinto, en plena ciudad, pero alejado por unos metros del denso fragor de la Puerta Purchena. 



Allí empezó el exdecano  aún muy joven, escribiendo a máquina los dictados y alegatos interminables de su padre, cuando descansaba el escribiente Diego Sáez, mientras Juan Pérez nunca descansaba, recorriendo la sala, ensimismado en el argumento que iba pronunciando. Aún no había emergido la informática y cualquier error en la olivetti suponía romper el folio y empezar de nuevo; aún no había base de datos de aranzadi y los tomos de jurisprudencia se amontonaban abiertos por el vientre por todas las mesas de la oficina. 



Juan Pérez era hijo de José Pérez Almansa, un perito industrial de la compañía El Chorro, que había estudiado en Tarrassa hasta donde llegaba en el vapor de cabotaje Castilla desde el Puerto tras varios días de singladura. Y era nieto del referido Manuel Pérez García, uno de los políticos y periodistas más venerados en la historia de Almería con plaza propia junto a Los Refugios. Su bisabuelo fue José Pérez Martínez, un veguero del XIX, propietario de la finca El Tagarete que para regresar a su casa en la ciudad aún tenía que tocar en el fielato de la muralla de la Puerta del Sol.


 Fue alumno de Celia Viñas y tras licenciarse con premio extraordinario en Granada, apadrinado por el catedrático Antonio Mesa Molés, empezó de pasante con su pariente Rogelio Pérez Burgos en la calle Rueda López y de allí, en 1950, se montó por su cuenta en la calle Regocijos y al poco tiempo en la Rambla Alfareros. 


Además de su actividad profesional como abogado penalista, Juan Pérez se implicó en numerosos proyectos en su ciudad: fue fundador de la Casa Nazaret, la residencia para ancianos a la sombra de El Morato; vicepresidente del Monte de Piedad y Caja de Ahorros; presidente del Patronato del Colegio Universitario cuando se creó; vicepresidente del Ateneo con José María Artero; conferenciante omnipresente y recuperador del acto cívico de Los Coloraos, junto a José Miguel Naveros y Fernando Martínez, el 24 de agosto de 1979.


En 1987 recibió, como su hijo 22 años después, la Cruz de Primera Clase de San Raimundo de Peñafort. Y disfrutó en vida de una calle que lleva su nombre desde 1988 junto a la Audiencia Provincial.


Fue Juan Pérez un humanista, un hombre bueno, que ofrendó su vida al derecho y a causas nobles; un republicano cristiano, desde que cayera del caballo como San Pablo. Su hijo José Arturo ha seguido -y aún sigue- al frente de ese bufete honorable, en ese barrio con casitas de puerta y ventana, brujuleado por la memoria de su antecesor. 


Fue José Arturo el decano más joven de la historia en Almería y aún sigue como miembro del Consejo General de la Abogacía. Su pasión sigue siendo el derecho en estado puro, rodeado de códigos y posits, defendiendo a un funcionario en una oposición, litigando por una multa a un empresario, pleiteando por una subvención injustamente retirada o demandando por una tropelía  urbanística. Siete décadas de trabajo de padre e hijo en ese escritorio heredado, que es ya también un poco la historia jurídica de la ciudad, la historia jurídica de Almería.



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