“Durante la cuarentena me retraté en 40 rodrigos, fue un reto terapéutico”

Entrevista con el fotógrafo y profesor de Bellas Artes Rodrigo Valero

Rodrigo Valero, retratado por él mismo en su obra ‘Cuarentena’.
Rodrigo Valero, retratado por él mismo en su obra ‘Cuarentena’. Rodrigo Valero
Fina Martín
10:32 • 22 may. 2021

Con 6 años lo aislaron por hiperactivo, le dieron cartulinas y rotuladores para que estuviera quieto; dibujaba en el colegio y en casa. La cuarentena le vino como anillo al dedo



Se confinó en 2020 solo, en su casa de Retamar. ¿Qué se ve desde su ventana?



Pues mira, se ve el Hospital de Alta Resolución de El Toyo (se ríe). Bien cerquita que lo tengo por si pillaba el virus. Tiene sus ventajas. Hace unos años me caí con los patines cerca del mar, me partí el cúbito y el radio y nadie se paró a ayudarme. Subí sangrando unos kilómetros yo solo hasta el hospital.



Creó la serie fotográfica ‘Cuarentena’. Se multiplicó en soledad y nos dejó 40 ‘rodrigos’.



Pasé unos cuantos días bloqueado y con miedo porque mis padres son mayores. Harto de mirar tanta tele tuve que reinventarme, cogí la cámara y me retraté para tener la mente ocupada. Empecé por un ‘Yo’ en la primera instantánea y fui sumando uno por cada día hasta convertirme en 40 ‘rodrigos’. Un reto terapéutico.



¿Tuvo que correr mucho para meter a los 40 en el salón de su casa?



Utilicé una cámara y un trípode con el hándicap de que no tenía disparador digital. Pulsaba el botón y salía corriendo, disponía de 10 segundos para colocarme en posturas cotidianas.



¿Lo suyo fue un aislamiento hasta telefónico?

No, aunque mi proyecto lo hice muy en secreto, pocas personas supieron de él gracias a las imágenes que enviaba por el móvil.


¿Conoce a alguien con ‘Nomofobia’, ese miedo irracional a no disponer del móvil?

Creo que se puede tener fácilmente ese trastorno. Yo lo he desconectado para irme al Desierto de Tabernas y no ha pasado nada. Pero sí conozco gente que se desespera.


¿Teme que le tilden de ego excesivo por esta serie?

Yo no pierdo la noción de la persona que soy. ‘Cuarentena’ son 40 fotografías, en cada una aparece una mascarilla y no se repite ninguna pose mostrando la convivencia con uno mismo.


¿Qué pretende decir con la imagen que ilustra esta charla?

En mi casa ya he tirado casi todos los espejos, me he hartado de retratarme a mí mismo (se ríe). Con esta imagen quiero buscar la autenticidad expresando la dualidad que hay en el ser humano; somos masculino y femenino.


A usted lo nombraron Hijo Adoptivo de Arboleas.

Nací en Grenoble, mi madre conoció allí a la familia del escultor Pedro Gilabert y fui de niño a su casa. Con 9 años volvimos a España y con el tiempo expusimos en la Unesco en París. El destino nos unió a través del arte y, curiosamente, cuando el Ayuntamiento de Arboleas me nombró Hijo Adoptivo y me dedicó una calle, la placa se colocó en la casa donde nació el Tío Pedro.


Fue profesor de Artes Plásticas en la comarca del Mármol. ¿Qué le inspira la piedra?

¡Impresionante oro blanco! La grandeza de esta piedra cristalina es que confiere un aspecto muy personal y es muy apropiada para la artesanía y la escultura. Las empresas de esta comarca están a lo último en innovación; son muy creativas en el diseño y un motor económico muy fuerte. Mi libro ‘Introspecciones’ fue publicado por el Grupo Cosentino.


¿Cuál fue la intención de su escultura ‘Metamorfosis’ en la Universidad de Almería?

Fue la primera escultura que diseñé y realicé con Silestone. Quería poner en relieve la metamorfosis que provoca la universidad en la mente de las personas. De la ignorancia pasas al conocimiento.


Los alumnos de fotografía de la Escuela de Artes exponen en Clasijazz hasta el 31 de mayo.

Me parece una buena idea que estos alumnos y alumnas muestren su arte con la cámara. Para ser un buen fotógrafo tienes que tener sensibilidad y un lenguaje propio. Hay gente joven muy buena despuntando en Almería.


Su cámara viaja en su mochila. Muéstrenos una imagen de Almería.

La capté en el barrio de Los Almendros. Muestra a una joven gitana jugando al ajedrez con mascarilla en un campeonato. Es un claro ejemplo del avance de la mujer y de su admirable inteligencia.


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