Cada día me siento más ursulino

Fernando Jáuregui
07:00 • 23 jul. 2020

Pienso que, si la política estuviese en manos de mujeres (excepto Adriana Lastra, Irene Montero, Macarena Olona o Cayetana Alvarez de Toledo, entre otros, pocos, ejemplos), otro gallo nos cantaría. 

Menos crispaciones, menos espectáculos como ese absurdo rifirrafe entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición que pudimos, ay, padecer este miércoles en la última sesión de control parlamentario al Gobierno. ¿Tan difícil es admitir que sí, que el Gobierno de España tuvo un éxito en la última ‘cumbre’ europea? ¿Y tan complicado es dejar de acusar veladamente a la oposición poco menos que de traición por dificultar la llegada de los fondos europeos a nuestro país?


A veces los unos y los otros parecen de planetas diferentes. Resulta que los líderes europeos, que hablan distintos idiomas (y no todos, por cierto, ni siquiera un buen inglés común), han sido capaces de entenderse nada menos que en torno a cientos de miles de millones de euros y en torno, también, a una concepción de lo que ha de ser en el futuro el ‘club europeo’ y nuestros representantes no pueden, a lo que se ve, ni siquiera regocijarse juntos porque nos han caído ciento cuarenta mil millones en la eurolotería.



Muy poca grandeza mostraron este miércoles unos y otros en sus mutuas acusaciones, muy escaso sentido de la concordia, nula voluntad de (re)construir un país que ha sido y tiene que volver a ser la gran nación que hemos construido entre todos. Sí, entre todos, tomen nota. España ha funcionado durante la terrible prueba de la pandemia. Lo que no ha funcionado han sido nuestros representantes. Y ahí siguen, en el duelo a garrotazos.


Así que es difícil ser ‘pedrista’ (pese a sus éxitos comunitarios) o ‘pablista’ en este secarral malhumorado, envidioso, nada generoso. Yo, con fecha de hoy, me hago ursulino, de Úrsula. O Angélico, de Angela. Dos mujeres que han hecho no poco por salvar a Europa de las muchas tonterías que hicieron algunos de sus antecesores o coetáneos. Dos mujeres de las que ayer, increíble pero cierto, quiso apropiarse el líder del PP para apuntarse las medallas que a ellas corresponden.





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