“Me he sacado el Bachillerato en El Acebuche a la misma vez que mi hija fuera”

David, condenado a 14 años por un doble delito de homicidio con arma blanca, cuenta su historia

Imagen de la cárcel de El Acebuche de Almería.
Imagen de la cárcel de El Acebuche de Almería. La Voz
Mohamed Ezzizaoui
18:05 • 22 nov. 2023

En el corazón del Centro Penitenciario El Acebuche de Almería, nos adentramos en una historia que trasciende la visión que uno puede tener desde fuera. David, un malagueño de 43 años que tenía la vida resuelta, dio un giro por completo tras haber sido condenado a 14 años por un doble delito de homicidio en grado de tentativa con arma blanca.



Después de cinco años y medio desde su ingreso, David se sincera con LA VOZ y comparte sus experiencias, reflexiones y una transformación que no solo busca redimir su pasado, sino también construir un futuro diferente.



El efecto mariposa



Todo comenzó una noche en una discoteca de Mojácar, David, en medio de una despedida de solteros con amigos, protagonizó una violenta agresión con un arma blanca a dos personas. Se trató de una historia mediática y que dejó huellas profundas en el municipio levantino. Un acto impulsivo, desencadenado por una pelea previa con los controladores de acceso y por la mezcla explosiva de drogas, alcohol y malas decisiones, le ha costado su libertad y la antigua vida idílica de la que gozaba.



A través de las palabras de David, nos sumergimos en una introspección que revela la complejidad de su proceso de redención. "La parte más importante de esto era encontrar qué parte del problema fui", reflexiona. Aceptar su responsabilidad, reconocer y entender su papel en todo lo que sucedió fue crucial para aceptarse y, sobre todo, abrirse al cambio y dejarse ayudar.



"Cuando uno acaba en prisión siempre es más sencillo externalizar el problema y responsabilizar a los demás", admite. David nos invita a cuestionar nuestras propias decisiones y asumir nuestras acciones, una lección aprendida en el camino tortuoso de la autodisciplina.



Del caos a la estabilidad



Los primeros meses tras las rejas fueron turbulentos. David se sincera y cuenta cómo experimentó los altibajos emocionales, reflejo de la lucha interna que vive todo recluso al adaptarse a la vida en prisión. Afirma que para él fue traumático hasta que se acostumbró a lo que iba a ser su nueva vida durante todos los años que durase la condena.


El cambio llegó cuando decidió aprovechar las oportunidades que la cárcel de El Acebuche le ofrecía. De la misma manera que hay gente que se aferra a la religión o al deporte, David optó por la educación, graduándose en la ESO y el Bachillerato. En este viaje, encontró un refugio en el aula, donde una profesora se convirtió en su guía, alentándolo a descubrir y exprimir su potencial.


David destaca la importancia de la predisposición y la actitud que ha de tener uno mismo para aprovechar las oportunidades dentro de la prisión. Asegura que la cárcel de El Acebuche difiere de otras cárceles al enfocarse en el crecimiento personal y la reinserción.


"Yo trabajo en la biblioteca central de la cárcel y me encargo del mantenimiento de los ordenadores de las distintas aulas y equipos de sonido y luces, entre otras. Además, también hago la revista de la cárcel", añade David. Su trabajo le ha brindado no solo una ocupación de la que obtiene remuneración, sino también una forma de contribuir positivamente a la comunidad carcelaria e incluso en convertirse en ejemplo para los reclusos más jóvenes, quienes suelen tener una actitud más rebelde y se interesan menos por estudiar.


No obstante, es consciente de la dura realidad de los internos que luchan solos en la cárcel. Mientras algunos encuentran apoyo y oportunidades para cambiar, muchos reclusos enfrentan la soledad y la carencia de recursos.


La escritura se ha convertido en un pilar fundamental en la vida de David. Más de 700 páginas de reflexiones y desahogo emocional han marcado su proceso de redención. Una funcionaria, con ojo atento, notó su dedicación y lo alentó a compartir sus pensamientos. Así nació su idea de poder "compensar al mundo el mal que he hecho", como explica.


David, con el apoyo incondicional de su familia, especialmente de su madre y sus hijas, encuentra en la educación y la escritura un camino hacia la superación y mejora personal. Su historia, aunque marcada por el error, es también un testimonio de resiliencia y la búsqueda constante de la transformación personal.


En las sombras de El Acebuche, David se ha convertido en un ejemplo de que, incluso entre rejas, la luz de la reinserción puede brillar intensamente. Su historia, compuesta por el conjunto de errores pasados, el aprendizaje, la actitud y la esperanza, resuena como un llamado a la reflexión y la posibilidad de un mañana diferente, no solo para él, sino para todos los que buscan redimirse tras las barras de una prisión.


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