Los vecinos piden al alcalde al menos un cajero para el casco histórico

El más cercano ahora, con dificultad para los ancianos, está en el Paseo

La última oficina bancaria del barrio que acaba de cerrar en la calle Hospital.
La última oficina bancaria del barrio que acaba de cerrar en la calle Hospital.
Manuel León
09:57 • 21 dic. 2021

Tras el cierre de la última oficina bancaria que quedaba en el centro histórico de la ciudad, la Asociación de Vecinos Casco Histórico ha enviado un escrito al alcalde, Ramón Fernández-Pacheco, instándole a que el consistorio que preside proceda a instalar un cajero automático en el barrio y se encargue de su mantenimiento, “como ha hecho la Diputación Provincial en municipios de Almería para evitar la exclusión bancaria de personas y lugares en similares situaciones”.



La Asociación que preside Magdalena Cantero, ha añadido que “nuestro colectivo es consciente de que los recursos son limitados, por ello proponemos que la instalación de este cajero podría ubicarse en alguno de los edificios públicos de titularidad municipal del Casco Histórico, para evitar el pago de un alquiler, por ejemplo, el Palacio de los Marqueses de Cabra o cualquier otro que por su centralidad permita el acceso a esta población mayor y a quienes suben a visitar la Alcalzaba”.



La petición al alcalde ha sido enviada a todos los grupos municipales de la Corporación para que sea tratada en el próximo Pleno previsto esta semana.



La Asociación del Casco Histórico mantuvo un encuentro  hace breves fechas con el director territorial de Cajamar, Sergio Ruiz Cervilla, para conocer de primera mano la situación de la oficina, la última del barrio, que la entidad acaba de cerrar entre la calle La Reina y la calle Hospital. El directivo trasladaba entonces a la Asociación que “el cierre no tiene marcha atrás”, como así ha ocurrido.



Los vecinos sostienen que “aunque se puedan entender las razones, algunas siguiendo directrices del Banco Central Europeo o de estrategia de negocio de la entidad, no podemos perder de vista la situación tan particular y frágil del Casco Histórico de Almería y de quienes lo habitan, un barrio en el que, lejos de generarse más recursos, desaparecen los existentes”.



La Asociación expone también “el hecho de que “el Casco Histórico es el barrio más envejecido de Almería y nuestro objetivo como entidad vecinal no es otro que velar por los intereses de las personas que viven en él, por ello, y dado que por la propia imagen de la ciudad sería un sinsentido no disponer de al menos un cajero automático en la zona para uso de vecinos y también de los turistas que nos visiten a los que facilitarles poder disponer de efectivo para gastar en la ciudad en su tránsito por las calles”.



La Asociación se ha trazado también como objetivo el ofrecimiento de hacer acompañamiento a los mayores que puedan acceder a ese cajero o a cualquier otra entidad bancaria para que se sientan acompañados y seguros a la hora de sacar dinero en la calle, conscientes de su mayor vulnerabilidad.



La tendencia de las entidades financieras en los últimos tiempos es a reagrupar servicios en oficinas más grandes y más generosas de personal y así es como se explica el alto número de oficinas de barrio cerradas en estos años.


 Pero sería un error no dejar en el centro histórico al menos un humilde cajero para las personas con dificultades de movilidad y con limitaciones por la edad para operar con banca electrónica.


En los últimos años han ido cerrando sucursales como la que había de Cajamar en lo que ahora es El Quincho, en el inicio de la calle Lope de Vega; la de Unicaja en el inicio de la calle Almedina, que luego se trasladó a Pedro Jover y también fue clausurada; la de la Plaza Pavía; la de la calle Trajano; y la del Santander en el Parque, junto al bar Corona.


El Centro Histórico se muere sin remedio. Parece ley de vida y no parece que vaya a ocurrir nada para evitarlo. Allí no nace nadie, solo muere gente.  La Asociación de Magdalena Cantero y el resto de socios luchan  por evitar que el distrito se apague del todo como una lamparilla, como cuando consiguieron una oficina postal tras años de quejas. Pero por una caricia, reciben dos bofetadas.



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