Dos reclusos cortan un barrote e intentan una fuga con sábanas

La intervención de los funcionarios de El Acebuche evitó la fuga

Interior de la carcel de Almería.
Interior de la carcel de Almería. La Voz
Javier Pajarón
07:00 • 12 nov. 2018

En un homenaje a la mejor tradición cinematográfica del género carcelario, dos internos de El Acebuche intentaron fugarse la madrugada del sábado al domingo cortando los barrotes de su celda y anudando las sábanas de sus camas.




Los reclusos de origen magrebí pertenecen al módulo 8, ubicado en el extremo occidental de la cárcel de Almería y dedicado fundamentalmente a labores educativas. Todos los internos del departamento están inmersos en distintos ciclos de enseñanza.  




La evasión se produjo sobre las cuatro de la madrugada del domingo y quedó frustrada gracias a las medidas de seguridad del recinto y a la intervención de los propios funcionarios de El Acebuche.




Los internos rompieron un único barrote de la pequeña ventana de la celda. Usaron algún tipo de sierra o lima para cortar con pericia la pieza metálica y desbloquear así la salida hacia el exterior. Era el primer gran reto.

Atrapado en la ventana



La segunda dificultad del plan era salir de la habitación sin llamar la atención de los funcionarios, sin encender las alarmas.




El módulo colinda con el mayor patio  de la cárcel de Almería, reformado hace algunos años para eliminar la arena y convertido ahora en una enorme pista polideportiva.  La idea era descolgarse por la fachada con las sábanas, ya que las celdas del módulo 8 están ubicadas en la segunda planta y, por tanto, elevadas a una altura inasumible para los internos.




El primero de los reos completó el plan con éxito, pasó por el minúsculo hueco de la ventana y descendió hasta el suelo de las pistas deportivas sano y salvo. Sin embargo, el segundo quedó atrapado en la celda sin posibilidad de colarse por el espacio liberado por el barrote segado. La fuga quedaba reducida a una sola persona.




El interno corrió hacia el muro perimetral, de unas seis metros de altura y, en la oscuridad de la madrugada,  se lanzó a la tercera fase del plan. El joven improvisó un pequeño saco de arena con la funda de la almohada y ató las sábanas convertidas en cuerdas de escalada. Puso el punto de mira en una farola y lanzó el lastre para rodear el mástil de la lámpara en la parte superior de la tapia.


El recluso completó el lanzamiento y comenzó a ascender por la piedra con el objetivo de alcanzar la cresta, fuertemente protegida por las alambradas de espino y las garitas de vigilancia de El Acebuche.


Entonces la sábana se rasgó y la aventura acabó con un herido. Ni evasión ni victoria. El interno cayó desde varios metros de altura y se produjo lesiones en un brazo fruto del fuerte impacto contra el suelo del patio.


Los funcionarios de prisiones cazaron al preso del módulo 8 en el exterior, lesionado,  y a su compañero de celda atrapado en la habitación con los restos de una fuga frustrada, sin sábanas y sin barrote.


Ambos están en la cárcel por delitos contra el patrimonio (no ha trascendido si en calidad de penados o en calidad de presos preventivos) y tendrán que afrontar de inmediato medidas disciplinarias adicionales en su paso por el centro penitenciario de El Acebuche.


 La institución ha abierto ya una investigación sobre los hechos y cuenta a su disposición con medidas de su régimen disciplinario interno relacionadas con las comunicaciones, el destino, la clasificación o los permisos de los afectados.

Un antecedente

Además, la investigación podría derivar también en diligencias penales por un presunto delito de quebrantamiento de condena. En la historia de El Acebuche, desde su puesta en marcha a mediados de los años 80, solo existe un puñado de intentos de fuga, la inmensa mayoría producida durante los traslados hasta los juzgados o en visitas a centros médicos.


 No obstante, la hemeroteca recuerda un antecedente de evasión completada con éxito desde el interior de un módulo. En diciembre del año 2008, en vísperas de Navidad, un joven magrebí de 19 años de edad con sorprendentes habilidades para la escalada consiguió subir al tejado de un pabellón, descender hasta un pasillo perimetral de seguridad, ascender por el muro, superar la concertina y saltar desde otros seis metros hasta la calle. A. H. desapareció del mapa en una maniobra inédita, hasta que agentes de la Policía Nacional lo identificaron cuando intentaba salir  en un ferry rumbo a Marruecos  a través del Puerto de Algeciras (Cádiz). Aguantó setenta y dos horas de huida hasta volver a una celda, entonces en el penal gaditano de Botafuegos.


La fuga de A. H. de 19 años  sirvió para  adoptar medidas de seguridad adicionales en el perímetro de El Acebuche y en el interior de los módulos de la prisión.


Nuevas medidas de seguridad

El centro penitenciario El Acebuche adoptó en los últimos años nuevas medidas de seguridad para paliar, en cierto modo, las carencias procedentes de un diseño realizado en los años 80.


La cárcel de Almería, con más de tres décadas de vida, cuenta con muros de unos seis metros de altura y un pasillo perimetral que aporta una barrera física adicional al recinto.


Además, se instalaron concertinas reforzadas en la cresta de los muros y también en los patios interiores para prevenir que cualquier interno se alzara hasta los techos de los pabellones.


El centro penitenciario dispone de medios personales para la vigilancia. Los funcionarios desarrollan un trabajo constante para evitar fugas, agresiones y tráfico ilícitos. Esta labor ha permitido conseguir grandes resultados en la detección de drogas y teléfonos móviles).


Interior incorporó seguridad privada a las prisiones durante la etapa de gobierno del Partido Popular. No obstante, la Comandancia de la Guardia Civil de Almería coordina la protección del recinto y mantiene contacto directo con responsables del recinto.


Por otra parte, la inauguración de los cuatro nuevos módulos construidos en el patio oriental de El Acebuche añadió nuevas herramientas. Al contrario del viejo recinto, estos departamentos copian el modelo de seguridad de las cárceles más jóvenes, desde las celdas hasta los medios de vigideovigilancia, sellado de los módulos, barrotes y condiciones del mobiliario.


El objetivo es poner medidas contra el hecho, inevitable, de cumplir años.


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