Los otros derribos sonoros de Almería

Todo termina besando la lona en Almería; y lo que hoy es un ingenio, mañana es un obstáculo

El edificio Trino fue derribado un día de mayo de 1998
El edificio Trino fue derribado un día de mayo de 1998
Manuel León
23:57 • 13 dic. 2023

El progreso nunca mira atrás; ese mantra que es el Soterramiento, que es- debe ser- el turbo de la Almería venidera, está obligado a llevarse por delante obstáculos, iconos -que se sepa nadie ha llorado por este puente como por el Toblerone-  que ya no entran en la hoja de ruta de la ciudad futura, cuando hace unas décadas fueron el paradigma del ingenio y del adelanto. Ha pasado con la pasarela de Renfe que ha unido como un  gachetobrazo de hormigón armado el Tagarete y Ciudad Jardín con la almendra de la ciudad a través de Carretera de Ronda durante casi 40 años. Fue en 1984 cuando se inauguró y los almerienses contemplaron ese nuevo tenderete sobre los raíles como si fuera el parto de los montes. Ayer, las grúas  se afanaban, frente a las cajeras del Mercadona, en desmontar la estructura como si fueran de juguete, como si fuera un juego de tetris, mientras desde los ventanales de las torres gemelas los inquilinos aplaudían. A partir de ahora, hasta que finalicen los trabajos en 2026, los almerienses del Levante de la  ciudad tendrán que rodear por el Parque de la Estación junto a donde estuvo aquel templo de la carne de vaca argentina llamado Martín Fierro.



Unos años atrás, en 2013,  el desmontaje, con partidarios y detractores de distinta camiseta, le tocó al Toblerone, que no era de chocolate sino de hierro fundido y cemento, que fue construido en 1972 para sustituir al viejo almacén de la  Compañía Andaluza que tanto tiznaba de óxido todo el barrio de Ciudad Jardín. El nuevo silo cerrado fue también recibido con salvas y bienaventuranzas porque ponía freno al terrible polvo del mineral de Alquife. Finalizada la actividad minera a través del Cable Francés, el aliado se convirtió en enemigo público número uno para ser borrado del mapa a cambio de dos estirados bloques de viviendas de lujo y un Mercadona. 



Estuvo también en el patíbulo otra efigie de Almería que ahora se ha convertido en un símbolo adorado por todos: el Cable Inglés, salvado de los barrenos después de un furibundo debate en la década de los 90. Por eso,  a los radicales defensores y a los fanáticos opositores habría que abrirles la página de ese libro que dice que todo es relativo, como el tiempo y el espacio; que lo que hoy es madre, mañana es madrastra en esta ciudad ora cainita ora abogada defensora de sus símbolos.




Como prólogo del exterminio de esa pasarela y ese silo ferroviario, fue derrumbado en 2014 el antiguo muro de Renfe construido en paralelo a la carretera de Sierra Alhamilla, dejando correr el aire, abriendo vistas, oxigenando esos tradicionales contornos fabriles de las Almadrabillas donde se concentraba todo el mejunje de hierro de la ciudad a través de la fábrica de Oliveros o de la más antigua de alemán Carlos Balhsen.



Y también desaparecieron las antiguas piscinas sindicales dando pasó al actual santuario de la fibra y el músculo, y desapareció el viejo campo de la fábrica del gas. Ocurre así desde los romanos, desde los íberos, desde los musulmanes y los cristianos, en esta Almería nuestra; ocurrió con las murallas medievales que derribó un Orozco a mediados del XIX,  con los baluartes, con las atarazanas y con las puertas de la ciudad; ocurrió con el edificio Trino, en 1998, cuando la esposa de Megino apretó el fatídico botón para que cayera  como la mantequilla la antigua sede del PSOE, que, unos minutos antes, consiguió salvar el cartel con su puño y su rosa para evitar la imagen de un partido hundido; ocurrió con La Celulosa, que fue la mayor fábrica de pasta de esparto del mundo, y con la Térmica, y con el edificio Vulcano y con el del Yunque en la Puerta Purchena. Y está ocurriendo en estos instantes que usted lee con el viejo edificio tremendista de Correos, que vino a sustituir al maravilloso Colegio de Jesús. Tempus fugit; todo en la vida de esta Almería termina cayendo. Al tiempo.






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