María Cassinello: 90 años de dedicación y servicio a Almería

Decidió dedicar su vida a la actividad hospitalaria y filantrópica

Impulsó la actividad hospitalaria a especialidades geriátricas.
Impulsó la actividad hospitalaria a especialidades geriátricas. La Voz
Alfonso Rubí Cassinello
21:10 • 28 sept. 2023 / actualizado a las 21:20 • 28 sept. 2023

Hoy cumple 90 años María Cassinello. Algunos la han conocido como responsable de medios de comunicación del Obispado. Otros, a través del Hospital de San José y Santa Adela. La Cruz Roja. También como presidenta de Unicef, como concejal del Ayuntamiento, por su colaboración en la Asociación contra el Cáncer, Cäritas o la Hermandad de la Virgen del Mar. O incluso muchos, por los tantos artículos que ha firmado en estas páginas dándonos a conocer su mirada sobre Almería.
 



Hoy hace 90 años que María Cassinello nació en la casa de su abuelo materno Eduardo Pérez, situada en la calle que hoy lleva su nombre. En un día como hoy, y para una mujer como ella, en la que el tópico de “adelantada a su tiempo” se queda tan corto, queremos desearle la mayor de las felicidades y agradecerle tanto que ha hecho por esta provincia.



A los cuatro años quedó al cargo de su madre
María era la quinta hija del matrimonio formado por José Cassinello y Adela Pérez. Su padre había sido capitán del Regimiento de la Corona con el que intervino en la Guerra de Marruecos, por lo que recibió la Medalla Colectiva al Mérito Militar concedida por el rey Alfonso XIII. En 1931 se acogió al retiro ofrecido por la Ley de Manuel Azaña y se hizo entonces Corredor de Comercio y ocupaba este puesto en el Banco de España en 1936, cuando fue acusado de supuesta desafección al régimen republicano. Después de estar detenido varios meses en el Ingenio y en la prisión local, fue asesinado el 31 de mayo de 1938 en Turón. Poco después su suegro y abuelo de María, Eduardo Pérez, decano del Colegio de Médicos y director del Hospital Provincial, falleció también a consecuencia de su prolongada prisión en el Ingenio, donde fue recluido con la misma acusación que su yerno.



María contaba por lo tanto cuatro años cuando quedó al cargo de su madre, a la que aquella infame guerra fratricida había dejado viuda, también huérfana, y expoliada de sus bienes. Su principal preocupación era la educación de sus hijos, que eran seis, porque Mercedes había nacido en 1937. María fue enviada al colegio que la reina María Cristina había promovido en 1887 en las Cocheras Reales de Aranjuez, donde cursó el bachillerato hasta 1951, compartiendo aulas con huérfanos de los oficiales de los dos bandos enfrentados en la guerra. Actualmente en ese mismo edificio se encuentra la sede de la Universidad Felipe II.



Las responsables del Colegio eran las madres de la Congregación de la Sagrada Familia, popularmente conocidas como “cristinas”, institución ligada a la familia de María, porque comenzó su labor en Almería cuando su bisabuelo Eduardo era decano del Colegio de Médicos, potenciando su desarrollo como presidente de la Asamblea Provincial, y algunos años después desde su puesto de concejal y finalmente de alcalde. Esta vinculación continuó con su abuelo y con su madre  Adela, que repartió su vida entre el servicio a su familia y su entrega a los demás en diversas instituciones sociales, pero sobre todo en la Cruz Roja.



Jefa de enfermeras de la Cruz Roja
Bajo la dirección de Adela Pérez como presidenta, el hospital de la Cruz Roja de Regiones Devastadas, además de prestar servicio a los vecinos del barrio, acometió diversas campañas de salud en toda la provincia y en particular en la Chanca de Almería, colaborando eficazmente por ejemplo a la erradicación del tracoma.  A todas estas labores se entregó María, que llegó a ser jefa de enfermeras, colaborando con su madre en todas sus labores e iniciativas y, en particular, en su proyecto de ampliación del hospital, apoyado por don Juan Carlos y doña Sofía tras haberlo conocido durante la visita que hicieron a Almería en 1970 como Altezas Reales. El hospital ampliado se llamó de San José y Santa Adela, los patronímicos de los padres de María.



En 1955 María se casó con Fernando Roda, diputado provincial y miembro de una conocida familia de empresarios locales. Su bisabuelo Fernando Roda había sido el primer presidente de la Junta de Obras del Puerto y se casó con doña Francisca Spencer, emparentando así con los antepasados de Sir Winston Churchill y de Lady Di. No tuvieron hijos, por lo que María tuvo que volcar su afecto maternal en los diecinueve sobrinos que fueron dándole sus cinco hermanos. Todos la quieren como una segunda madre, porque así los ha ido tratando en su casa siempre abierta para ellos, tanto la de la plaza Bendicho, como su cortijo del Marchal de Spencer, y sobre todo la Roca (Ro de Roda y Ca de Cassinello), el chalet que se construyeron en la Cruz de Caravaca cuando esta parte de Almería estaba aún despoblada. En su entrada colgó un gran panel con diecinueve tenedores, cada uno de los cuales llevaba el nombre de un sobrino, y en ella pasó los momentos más felices de su vida, aunque también algunos dolorosos, como el fallecimiento de su madre en 1972, que se produjo allí.



En 1973 sucedió a su madre como presidenta del Hospital y fue nombrada presidenta de la Asamblea Provincial, cargo que también habían tenido su abuelo y su bisabuelo. Desde ahí promovió la construcción de puestos de socorro por toda la provincia, y gestionó la compra del edificio del Parque de Nicolás Salmerón en el que tiene todavía su sede la Asamblea, compra que consiguió a un precio excepcional porque había sido la casa familiar de los antepasados de su marido, y sus propietarios respetaron esta circunstancia sentimental y el carácter asistencial de la institución a la que le vendían.

Decidió también dedicar la actividad hospitalaria a especialidades geriátricas, para solventar la escasa atención sanitaria que entonces podían recibir los mayores almerienses. Consiguió firmar un concierto con la Seguridad Social y, combinando jóvenes y entusiastas profesionales con los más prestigiosos médicos locales de distintas especialidades, logró conjuntar un magnífico equipo que ha tenido continuidad hasta que la Junta de Andalucía ha decidido recientemente el cierre del hospital.

Filántropa incansable

En 1986 acabó su andadura en esta institución. En reconocimiento a su labor, la Asamblea Nacional de Cruz Roja le concedió la Gran Placa de Honor y Mérito, su máxima condecoración, que también le había sido concedida a su madre, siendo los únicos almerienses que la tienen. Le fue entregada por su Majestad el rey Juan Carlos I. Después de su cese, tuvo que reconducir su actividad filantrópica y asistencial. Ya había sido concejal (de Asuntos Sociales, por supuesto) en el equipo de gobierno de Rafael Monterreal. Colaboró entonces con la Asociación contra el Cáncer de la que llegó a ser secretaria provincial y con Cáritas Diocesana. Finalmente fue nombrada presidenta de UNICEF. Desempeñó todas esas labores con la misma pasión para la búsqueda de recursos para su proyección.

El obispo don Rosendo Álvarez la nombró responsable de los medios de comunicación diocesanos. Para ejercer esa función con la mayor eficacia posible, cursó en la Universidad de Salamanca la especialidad periodística de Medios de Comunicación de la Iglesia. En esos años colaboró con La Voz publicando varias series de artículos, como la dedicada a “Familias almerienses” y a nuestro patrimonio, que tituló “De campanario a campanario” además de entrevistas a diversas personalidades, comentarios sobre temas locales y por supuesto las noticias y escritos derivados de su cargo en el Obispado. También fue desde su juventud camarera de la Virgen del Mar, cuya Hermandad le entregó el año pasado una placa en reconocimiento a sus más de 70 años de dedicación.

Como puede verse, una vida fructífera de entrega y servicio que, como decíamos al principio, llega hoy a su 90º aniversario, por el que le felicitamos y le damos las gracias.


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