María Encarna Amat al frente de Real 13 desde 1992, ha sabido transformar una pequeña tienda de ropa casual en un referente provincial. Con la misma ilusión del primer día, combina oficio y cercanía: conoce a sus clientes por su nombre, entiende lo que buscan y se adelanta a sus necesidades. Entre crisis económicas, cambios de tendencia y la revolución digital, ha demostrado que la moda no es solo cuestión de prendas, sino de pasión, intuición y mucho corazón.

33 años en un mismo negocio no son pocos. ¿Cuál es el secreto?

Constancia y mucho mimo. Tenemos clientes que vienen desde el principio, con el número 8 o el 9 de nuestra base de datos, y siguen aquí. A veces pasan temporadas sin venir, viajan, compran fuera, pero siempre regresan. Y suelen decir una frase que me emociona: *“Siempre que vengo, encuentro”*. Ese “siempre encuentro” es un poco nuestra bandera.

¿Y empezasteis directamente especializadas en ceremonia?

No, para nada. Abrimos con ropa casual, la tienda era más pequeña de solo una planta. Poco a poco vimos que la gente se movía de toda la provincia para comprar ropa de ceremonia. Ese tirón nos llevó a ampliar proveedores, a crecer, y en ese momento llegamos a ser más reconocidos por la ceremonia que por la moda de calle. Hoy es al revés, pero seguimos cuidando mucho ese sector, incluso con un outlet.

En el camino seguro que hubo momentos duros. ¿La crisis de 2008 fue uno de ellos?

Horrorosa. No quiero ni acordarme. Aguantamos como pudimos, incluso tuvimos la planta de arriba cerrada durante años. Pero lo que nos salvó fue la ilusión. Esa nunca faltó. Y, sobre todo, el trato: conocer a la clienta por su nombre, saber qué le sienta bien, ayudarla de verdad. Eso creo que es lo que nos distingue.

Esa ilusión también se nota en cómo hablas de la moda. ¿Siempre has tenido buen ojo para las tendencias?

Te diría que a veces es ojo y a veces es suerte. Muchas veces compro porque me gusta, porque siento que tiene futuro. Y otras veces es estar en el sitio adecuado en el momento justo.

Entonces, ¿todo lo que hay en tu tienda te gusta?

Sí, siempre. No sé vender algo que no me gusta. Claro, no todo es lo que yo me pondría, pero tiene que tener algo que me convenza. Pienso también en clientas diferentes, en cuerpos distintos, en ocasiones especiales. Pero siempre que traigo una prenda, me tiene que gustar.

Hablemos de evolución. Abristeis en 1992, y luego disteis el salto al centro comercial Gran Plaza.

Sí, primero abrimos un outlet a principios de 2000. Y cuando inauguraron el centro comercial en Roquetas, decidimos montar una franquicia de Adolfo Domínguez, la línea U. Luego tuvimos Caramelo, que nos funcionaba genial hasta que quebró. Hasta la actualidad que es una tienda multimarca. Han sido etapas muy distintas, y todas con aprendizajes.

Y también os tocó enfrentar competencia fuerte.

Claro, cuando abrimos en el centro comercial, coincidió que Marín Rosa, que trabajaba con algunos de nuestros mismos proveedores, abrió justo enfrente. Tenían más metros, más exposición, y eso nos puso las cosas muy difíciles. Pero salimos adelante.

¿Y cómo fue ser madre en medio de todo eso?

Durísimo. Mis hijos nacieron en 2000 y 2002, justo en plena expansión. Era imposible estar al 100% en la tienda y al 100% en casa. Y eso pasa factura. Pero también te da otra perspectiva: aprendes a priorizar, a delegar un poco, aunque me cuesta mucho.

En los últimos años te has volcado en redes sociales. ¿Cómo empezó ese camino?

Empezamos con Facebook, pero cometí el error de usar una cuenta personal como si fuera de empresa, y un día la perdí al cambiar de teléfono. Tuve que empezar de cero. Luego llegó Instagram (real_13 con más de 10.000 seguidores) y ahora es nuestra base. Y la web… La web fue decisiva en el COVID. La lanzamos en mayo de 2020, en pleno confinamiento, y nos salvó.

Y también apoyáis mucho a marcas locales, ¿no?

Sí, me apasiona. Hemos trabajado con diseñadoras de Almería como Laura de Lausset, Estefanía Cordero, Charo Villanueva… Gente que empieza, que hace cosas con las manos y con el corazón. Me encanta darles espacio, organizar showrooms, markets, eventos. Creo que esa sinergia enriquece a todos.

¿Y tienes tiempo para ti en medio de todo esto?

No tanto como me gustaría, pero lo valoro más así. Si tuviera todo el tiempo libre del mundo, quizás me aburriría. Cuando consigo salir a caminar un rato, o desconectar con una obra de teatro, lo disfruto mucho más.

Después de 33 años, ¿qué mensaje darías a tus clientes?

Solo una palabra: gracias. Gracias enormes. Porque sin ellas y ellos, esto no existiría. Gracias a las clientas de toda la vida, a las nuevas que llegan por Instagram, a las que nos mandan un WhatsApp pidiendo consejo sobre un vestido… Todas son parte de esta historia.