En el corazón de la Alpujarra Almeriense, abrazado por montes, huertas y el cauce del río Andarax, se encuentra Rágol, un pequeño municipio que conserva intacto el encanto rural, la tradición y la calma que muchos viajeros buscan cuando se alejan de la costa. Con apenas trescientos habitantes y un trazado urbano que mantiene su esencia histórica, este pueblo almeriense se ha convertido en un destino ideal para quienes desean desconectar en un entorno natural puro y auténtico en pleno invierno.

Rágol, un pueblo que respira historia árabe

Su origen se pierde entre siglos de presencia musulmana. Las casas encaladas, los callejones estrechos y el paisaje agrícola recuerdan aún hoy la huella andalusí que marcó esta parte de Almería durante más de siete siglos. Tras la reconquista y la expulsión de los moriscos, el pueblo fue repoblado y, con el tiempo, consolidó su carácter agrícola y tranquilo.

La naturaleza como protagonista

La ubicación de Rágol, a medio camino entre el valle y la montaña, ofrece una variedad de paisajes sorprendente para un municipio tan pequeño. Desde el fondo fértil regado por el Andarax hasta las cotas más altas de la sierra, el entorno invita al senderismo, las rutas en bicicleta y el simple placer de pasear.

Los senderistas encuentran aquí caminos que combinan sombra, vegetación mediterránea, vistas amplias y el murmullo del río. En otoño y primavera, cuando la temperatura es más amable, los colores del valle crean una estampa que parece pintada a mano.