I love Toblerone
I love Toblerone
No lo vieron antes. No lo valoraron suficientemente en su momento. Estaba allí, como el dinosaurio de Monterroso, pero para ellas y ellos era invisible a pesar de su tamaño. Eso sí, ha bastado un titular con propensión al verticalismo para que rápidamente se haya hecho la luz en sus mentes y en sus almas y, todos a una, se quieran fuenteovejunizar en defensa de la mole. Igual que se descubrieron repentinamente valores artísticos en la fachada de La Salle o en la abandonada estación de autobuses, que pasó del desconchón a la referencia arquitectónica de la noche a la mañana, ahora le toca el turno al llamado Toblerone. Sí, amigos. Leo con alborozo que se ha creado una suerte de plataforma de apoyo para el mantenimiento del viejo almacén de mineral como bien de interés cultural, artístico, arquitectónico o como compendio de todas las artes en Almería. Ya pueden imaginar de lo que va el tema: no al ladrillo, stop a la especulación y todos los etcéteras propios del mochilerismo ilustrado. ¿Y cómo es posible que toda esta belleza pasara desapercibida durante décadas al colectivo de rapsodas de guardia? Será que como escribió Wilde, la vida imita al arte. De todos modos, además de sus nobles planteamientos artísticos, no estaría de más que todos estos concienciados plataformistas apuntasen de dónde saldría el dineral para el proyecto salvador. Porque de comprarlo ellos de su bolsillo no dicen nada. Y es que, más que para descubrir la belleza urbana a destiempo, para lo que de verdad tiene arte esta gente es para decirle a los demás cómo tienen que gastar su dinero para beneficiarles, eso sí, a ellas y ellos.