Los reductos del botellón en Almería

Las quedadas para beber en la calle se reducen ahora a pequeños grupos dispersos por la ciudad

Lugares con poca luz, para pasar desapercibidos, son los elegidos por los jóvenes para hacer botellón.
Lugares con poca luz, para pasar desapercibidos, son los elegidos por los jóvenes para hacer botellón.
Francisco G. Luque
16:01 • 27 sept. 2023

Poner un fondo común cada viernes para comprar entre amigos una botella de ron, whisky o ginebra, además de refresco, hielos y unos vasos de plástico para beber en la calle pasó a ser a partir del 2000 una auténtica liturgia. Miles de almerienses de todas las edades convirtieron el Parque Nicolás Salmerón en el epicentro del botellón, un fenómeno que en Almería ya se daba desde mediados de los noventa en escenarios como el conocido popularmente como el 'Parque del Pryca', el Parque de Oliveros o en la Plaza López Falcón, a la que llamaban 'Plaza de la Concha'



Dieciséis años después de imponerse la normativa que lo prohibió en 2007, en la capital pueden encontrarse a día de hoy pequeños reductos en los que las nuevas generaciones, las que no vivieron esos años de 'gloria' frente al Puerto de Almería, suelen quedar viernes y sábados por la noche para beber al aire libre y hacer la 'previa' de su posterior visita a los locales de moda del centro de la ciudad. Parques como el de Las Almadrabillas o el citado anteriormente que hay frente a Carrefour, son dos de las ubicaciones donde el fenómeno del botellón es más notable, pero también se detecta en los de la Estación, Villa Pepita, en el Espigón de los Gatos, el Mesón Gitano, en los alrededores del Power Horse Stadium o en el Barranco Bolas de El Quemadero, entre otros.   



Sanciones de hasta 300 euros



La repercusión en el entorno es casi inapreciable, al concentrarse mucha menos gente, dispersa por todos estos puntos repartidos por la capital, que la que se daba cita en el Parque Nicolás Salmerón hace más de una década. Pese a ello, la Policía Local ha tenido que acudir en numerosas ocasiones a algunos de estos reductos del botellón al recibir llamadas de los vecinos por ruidos o alguna pelea. Cabe recordar además que durante la pandemia, con los horarios de los negocios hosteleros restringidos e incluso con la persiana echada totalmente, incrementaron las quedadas en zonas poco visibles de parques, plazas o descampados en los que en 2020 y 2021 los agentes levantaron decenas de actas por beber en la vía pública. 



El riesgo de ser sancionados con hasta 300 euros de multa no parece mermar las ganas de los jóvenes de beber en la calle o en la playa, ya que otro de los lugares que suele ser punto de reunión para tomarse unas copas suele ser la arena de El Zapillo, frente al Café París. Esa ubicación en concreto es la que usan los Erasmus, estudiantes universitarios de diferentes países. El Palmeral, el Camino del Jaúl Bajo o el Delta del Andarax también son lugares donde se suele ver a grupos de jóvenes bebiendo junto a sus vehículos





No obstante, no tiene nada que ver el ambiente multitudinario que hubo hasta 2007 con el que se aprecia en la actualidad en los distintos puntos de la ciudad donde se suelen reunir ahora los jóvenes para beber en la calle. Las quedadas se reducen a grupos pequeños, de unas diez personas como mucho para no llamar la atención, y no es algo que se repita en las ubicaciones anteriormente citadas todos y cada uno de los fines de semana. Es un botellón, podría decirse, a ráfagas y muy disperso. Además, si antes en el Nicolás Salmerón compartían espacio un amplio abanico de distintas generaciones, en la actualidad el perfil es de personas jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 25 años.    



Los "palos" junto al Cable Inglés

En Las Almadrabillas, por su cercanía con el centro de la ciudad y la zona de locales de fiesta, es donde suele verse una mayor concentración de personas haciendo botellón, aunque dista mucho de lo que se veía en la gran época de este fenómeno en la ciudad (1995-2007). Es un parque extenso, alejado de las viviendas y no tiene tránsito de vehículos en el tramo que va desde La Ballena hasta el Club de Mar. Es por ello que el entorno del Cable Inglés es un refugio ideal para los jóvenes, que han puesto el nombre de "los palos" al monumento a las víctimas almerienses de Mauthausen, demostrando una preocupante ignorancia con respecto a la historia y sobre el conocimiento del mobiliario y enclaves destacados o de alto valor sentimental de la capital, como es este caso.




Hay que recordar que este monumento tuvo que ser limpiado en varias ocasiones por el Ayuntamiento de Almería tras aparecer pintadas de simbología nazi en sus columnas y en su escultura principal. Ocurrió en 2017 y 2019. Además, es una zona que muchos días amanece con bolsas de plástico y otros residuos que suelen dejar individuos que se sientan ahí a comer o beber por las noches. Incluso no es raro ver excrementos humanos.


También se localizan, dentro del mismo Parque de Las Almadrabillas, otros puntos donde se suele hacer botellón: en los bancos entre el viejo andén y el Club Náutico, a la altura del área de calistenia en el Parque de los Periodistas y, en contadas ocasiones, bajo la pérgola del Skate Park.   


Los fuertes del botellón

El botellón se instaló entre el Gran Hotel Almería y la carretera de Málaga con más fuerza si cabe que en Oliveros o la Plaza de la Concha, ocupando normalmente desde la actual escultura que simula una puerta de coral rojo hasta el templete de la música. Allí se congregaban cada fin de semana cientos de personas de distintas generaciones, compartiendo brindis y charlas sin techos ni paredes. El objetivo era claro: entrar ya 'contentos' a los pubs y poder ahorrarse dinero en copas en su interior. Pero la mala imagen, por diferentes conductas incívicas, empezó a sepultar la continuidad de un fenómeno del botellón que en Almería quedó prohibido a finales de 2007.


La normativa 'anti botellón' se fue imponiendo en todas las capitales de España, optando algunas por habilitar una zona concreta de la ciudad para que los jóvenes pudieran beber bajo la supervisión de agentes de Policía e incluso con presencia de sanitarios. En Almería, ocupando la alcaldía Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, se propuso la zona de La Ballena, el actual recinto ferial e incluso el Puerto, pero ninguna de estas alternativas fraguó y el botellón multitudinario acabó muriendo.


Durante la semana de la Feria de Almería, mientras estuvo ubicada en las pistas de la Avenida del Mediterráneo, el botellón se hacía en el Orinoco, conocido como 'parque rojo', frente a El Palmeral.


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