El reloj del barrio de las Huertas

La campana del reloj de San Sebastián marcaba las horas más allá del río

Eduardo de Vicente
21:32 • 19 jun. 2022

Los relojes de los campanarios de las iglesias guiaron la hora de la ciudad desde antiguo, siempre que no estuvieran averiados, un problema habitual a lo largo de los siglos pasados. Cuando no estaban parados caminaban atrasados o los toques de las campanas no sonaban con la suficiente  fuerza para que la hora llegara a los barrios periféricos donde  no tenían otra referencia que el sonido que salía de los campanarios. 



En septiembre de 1880 llegó a Almería un prestigioso fundidor de campanas con el propósito de fundir una del campanario del convento de la Purísima Concepción y otra de la iglesia de Viator. La prensa local aprovechó la ocasión para sugerirle al párroco de San Sebastián que aprovechara la ocasión “parara fundir la campana cascada que tiene en la torre de su templo, que suena lo mismo que si golpearan un lebrillo con una pala, y en vez de recogimiento y deseo de acudir a la iglesia, sólo produce risa, cuchufletas y bromas. Más que una campana parece un cencerro”, denunciaba el periódico.



Había periodos en los que la ciudad se quedaba sin hora porque los dos relojes principales siempre estaban quebrantados. A finales del siglo XIX se hizo muy popular una frase que se utilizaba contra alguien que andaba torpe o atrasado en noticias, entonces bastaba con decirle: “Anda, que vas con el reloj de la Catedral”. 



En el otoño de 1903, con el reloj de la Catedral marcando las horas que le daba la gana y el de San Sebastián averiado, la ciudad se quedó sin ninguna referencia horaria, un problema que se repitió con frecuencia en los años sucesivos. Sirva como ejemplo un  artículo publicado en La Crónica Meridional en enero de 1914, lamentando el abandono del reloj de San Sebastián, “tan necesario en aquel distrito y en los del Barrio Alto y Molinos de Viento, pues los vecinos de aquellos no oyen el de la Catedral por la distancia y no tienen más alternativa que guiarse por la posición del sol”.



Sucedía también que cuando el reloj de San Sebastián marchaba en punto era  alguna de las viejas  campanas la que sonaba a medias y no se escuchaba más allá de la rambla. En el invierno de 1914, el Ayuntamiento adquirió una nueva campana para el reloj. El 15 de marzo tuvo lugar el solemne acto de bendición siendo párroco de la iglesia don Pío Navarro Moreno. La nueva campana, que quedó inscrita con el nombre de Santa María del Pilar, sorprendió por su potencia y se podía escuchar hasta en la zona del Mamí. 



Pero la alegría duraba poco, y después de unos meses de buen funcionamiento, el reloj volvía a detenerse, llenando de confusión a todos los vecinos del extenso varios de las Huertas y sus arrabales. Eran tantos los parones, que en 1922 se empezaron a hacer gestiones para la adquisición de un reloj nuevo de fabricación moderna. 



El reloj era tan importante para tanta gente que cuando se averiaba media Almería iba a la deriva. Por eso se entiende la presión social que se ejerció para que las autoridades invirtieran en un reloj moderno que solucionara el eterno problema de las averías. En mayo de 1922 ya se hablaba en la prensa de la inminente  adquisición de un reloj. “Abrigan los vecinos la esperanza de que se inaugure para la festividad de la Santísima Virgen del Carmen, patrona de las Huertas”. Pero la ilusión de la gente tuvo que esperar, y como ha sido algo habitual a lo largo de los siglos, el proyecto se fue retrasando y el ansiado reloj que se esperaba para el verano de 1922 tardó dos años más en llegar. 



En la primera semana del mes de marzo de 1924, por fin se colocó en la torre de San Sebastián el nuevo reloj que había sido adquirido en la prestigiosa casa Guiraud de Madrid. La noche en la que se hicieron las pruebas de funcionamiento cientos de vecinos se dieron cita en la plaza, y el domingo 9 de marzo, día de la bendición, fueron miles los que asistieron para presenciar el acontecimiento. La prensa contaba el acto de la siguiente forma: “La entrega del reloj al Ayuntamiento la hizo el representante de la casa Guiraud, y se realizó con toda solemnidad, asistiendo la banda de música del municipio. La bendición se hizo por el cura párroco de San Sebastián, don Manuel Rodríguez”.


Aquella noche, la vieja torre del templo lució como no lo había hecho nunca, enriquecida por un hermoso reloj con una esfera luminosa de un metro y medio de diámetro, que se podía ver desde larga distancia. El nuevo reloj se mantuvo varios años en perfecto funcionamiento, aunque en la primavera de 1931 también le llegaron las temidas averías. En mayo, los periódicos denunciaban que Almería se había quedado sin referencias horarias. “Les llamamos relojes públicos a los que existen en las iglesias Catedral y San Sebastián, y ese nombre no debieran ostentar, porque el vecindario, al guiarse por ellos, no sabe a que hora atenerse”.

En los años cincuenta el reloj de San Sebastián seguía fiel a su tradición de averiarse cada dos por tres y cuando conseguían arreglarlo no tardaba en volver a romperse. En febrero de 1966, el periódico contaba que: “Ya ha sido arreglado el reloj de San Sebastián. Un gamberro se coló por las escaleras de la torre, actuando en el dispositivo de la maquinaria y engranaje, motivando que se parara”.



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