Tomasito, la Iguana de Jerez: "No debemos dejar de soñar"
El artista flamenco actúa hoy sábado en la Sala Madchester de Almería a partir de las 23.30 horas

Tomasito, artista flamenco.
Ese sentido del compás extremo. Esa capacidad rítmica para otorgar vida musical a cualquier objeto. Ese ingenio siempre engrasado. Ese cuerpo enjuto y fibroso. Esos pies embaucadores, que enfundados en las botas de taconear cobran vida propia, como le pasaba a Karen, la niña del cuento. Esa guasa para convertir el mal tiempo en un día espléndido. Esas letras surrealistas. Esos espectáculos mayúsculos, hicieron que desde bien pequeño, Tomás Moreno, ‘Tomasito’, conquistara el alma de cuantos se aproximaban a él. Lo descubrió Lola Flores. Diego Carrasco, Tío Borrico, Chano Domínguez o artistas más ‘underground’, como Víctor Coyote, lo admiran y lo reclaman para trabajar juntos. Pocos músicos tan flamencos y eclécticos ha dado esta península. Asistir a un concierto de La Iguana de Jerez (hoy actúa a partir de las 23.30 horas en la Sala Madchester de Almería, el 24 de febrero lo hará en la Joy Eslava de Madrid) es apostar al disfrute en grado sumo.
¿Qué soñabas con 18 años?
Cuando tenía 18 años pensaba en fumármelo ‘tó’ y en bebérmelo ‘tó’ (risas). Estaba en plena juventud y tienes muchas ganas de comerte el mundo. Ya estaba cantando y bailando, que es lo que más me ha gustado desde que era muy chiquitito. Soñaba con comer de esto, del arte (risas).
Se ha cumplido, pues, ese sueño.
No, no, no, aunque en parte sí, pero siempre hay que seguir soñando, especialmente en el mundo de la creación.
La primera vez que te subiste a un escenario fue…
En el teatro Villamarta de Jerez, y con Lola Flores. Tenía diez años.
Decir ‘Lola Flores’, ¿que supone para ti?
Pues ya ves, decir ‘Lola Flores’ para mí es decir “España entera” o “el mundo entero”, pues se la conoce por cualquier sitio del planeta. Era como un símbolo de España; ella fue la que confió en mí. El noventa por ciento de mi carrera se lo debo a ella. Cuando me vio actuar lo tuvo muy claro. También me ayudó en mi carrera discográfica, no solo en el baile. Confió mucho en mí. Mucho, le debo mucho.
¿Cuál es esa comida, ese guiso que te pierde?
¡Ohú!, hay tantos platos… pero la berza es el mejor para mí. Siento decir que mi madre la guisa como nadie, ¡ole la Bastiana!
¿Qué música te transporta a tu infancia?
Las bulerías. Mi madre siempre estaba cantando por bulerías. En el barrio de Santiago, mi barrio, cualquier clase de música se mete por el compás de la bulería. Los jerezanos somos así (risas). ¡Llevamos a la bulerías hasta los anuncios de la tele! Cuando yo era pequeño había un anuncio muy gracioso: ‘Mister Proper’. Bueno, pues yo les decía a mis colegas: “Darme un poquito de compás”, y hacían las palmas. Yo lo cantaba y bailaba por bulerías (risas).
¿Esa música que te lanza a un viaje en el tiempo hacia tu adolescencia?
También las bulerías (risas). También Pata Negra, Diego Carrasco, Lole y Manuel… Empezamos en esa época a escuchar heavy: AC/DC (¡qué fatiguitas pasé durante años para que me dejaran cantar el ‘Back in Black’! desde mi ser, claro, por bulerías de Jerez, ¡qué lio con las casas de discos!). Scorpions, Led Zeppelin, Black Sabath, Ozzy Osbourne… hay mucha música que me lleva. Mucha y buena.
Conviene recordar que para el disco después de ‘Castaña’ quiso incluir dicha versión, pero los permisos no acompañaron su voluntad. Sony Music, la discográfica con la que andaba Tomasito en esa época no lo consiguió. Mario Pacheco, kamikaze y visionario donde los hubiere, además de dueño de Nuevos Medios (y creador del concepto ‘Jóvenes flamencos’), se atrevió a publicarla. Fue en el disco siguiente de Tomasito, ‘Y de lo mío, qué?’ (2009), de vuelta a la casa de Mario. Tomasito había mantenido la grabación guardada en un cajón desde mediados de los noventa. “Los del grupo, ACDC, son amigos míos del Myspace y parece que no se han mosqueao”, continúa Tomasito.
La primera vez que Tomás Moreno, ‘Tomasito’, mostró al público la versión del ‘Back in Black’, fue en el Johnny, el San Juan Evangelista, a final de los noventa. Pero el público, fundamentalista flamenco en su mayoría, no estuvo a la altura de semejante exquisitez. Tomasito, como los grandes genios, como el gran genio que es, no siempre es bien paladeable en papilas gustativas con signos de atrofia.
El primer disco que te compraste fue…
De Camarón. ‘La leyenda del tiempo’. ¡Un discazo! Se lo aconsejo a todo el mundo. En una cinta de casete.
¿Y el último?
Si te digo la verdad fue en Madrid, en Metralleta (tienda de discos de segunda mano). ‘Camino del hoyo’, que está descatalogado, ‘Cositas de la realidad’ y ‘Castaña’. Regalé todos los discos conforme los iba publicando la discográfica y no tenía ni uno mío, ¡ni un disco de mi trabajo! Así que poco a poco, de segunda mano me voy haciendo con ellos. No me podía imaginar que los discos se descatalogaran (risas).
¿Tienes discos de ‘cabecara’?
¡Claro! Muchos. Empezando por el flamenco y acabando por el punk, pasando por el rock… soy muy ‘musiquero’. Me cuesta elegir. Dependiendo del día, del momento, tiro para un lado o para otro.
Si tuvieras que definirte con un estilo musical...
El flamenco, sin duda.
¿Qué música, qué canción, hace que se te dispare la imaginación?
’Volando voy’. La letra, de Kiko Veneno, es un puntazo y en la voz de Camarón, es lo más grande.
¿Cómo describirías lo que está pasando en el mundo en general, y en este país en particular?
El mundo está “azalvajao”. Pero es un “azalvajamiento” sin pies ni cabeza.
Si tu vida se llevara al cine, ¿cuál sería la BSO de tu biografía?
Mucha música rítmica, mucha caña, mucho flamenco, mucho rock y mucho compás. Yo lo primero que hago por la mañana cuando se levantan mis niños para ir a la escuela es hacer un poquito de compás en la cocina mientras preparamos el desayuno. La tostadora, el pan, el bote de leche, las cucharas… todo vale para hacer compás y empezar el día con marchita y alegría.