Angelito Ruiz, un jabato de Abrucena
Jugó en el Mirandés antes de que se fundara LaLiga y compartía línea con el mítico Jacinto Quincoces

Angelito es el tercero por arriba de derecha a izquierda.
A su hijo Ángel que ha pasado los 80 le brillan los ojos hablando y recordando los tiempos mozos de su padre. Nos conocimos por un artículo de LA VOZ y una llamada suya bastó para poner manos a la obra y escribir la bella historia de un jabato que compartía línea defensiva con el mítico Jacinto Quincoces. Uno de Abrucena, Angelito, y otro de Barakaldo, dieron gloria al Club Deportivo Mirandés antes de la guerra.
La historia de Ángel Ruiz Martín es la vida de Angelito, un farmacéutico de Abrucena, su pueblo natal, del que salía a los pocos meses de su vida con su abuelo y su tío, destino a la residencia de la calle La Fuente junto al Ayuntamiento de Miranda de Ebro. Ahora, le toca a sus hijos recordar esta bella historia que unió para siempre a la localidad burgalesa con Almería. Esteban Ruiz Lao, era Registrador de la Propiedad en Miranda de Ebro, y su larga familia empezó a cruzar España como si tal cosa. Con grandes colegios era la hora de hacer una buena carrera y Angelillo optó por Farmacia.
Estudiar en Miranda implicaba salir a Logroño o Valladolid para los exámenes, pero aquello lo llevaba bien el talentoso almeriense al que le gustaba jugar al fútbol y, rebosante de salud y con buena talla, eligió la defensa para competir. Todo estaba por hacer y el campo ni se llamaba Anduva, pero estaba cerca, y llegaron a jugar grandes partidos con el Athletic, Real Sociedad, Alavés, y las grandes batallas con el Burgos que era el equipo de la capital: sana rivalidad.
De estrella del fútbol a farmacéutico
- La pareja Angelito-Quincoces apuntaba maneras en el Mirandés
- El vasco lanzó su carrera y llegó a ser internacional con La Roja
- El andaluz tiró pot los libros para labrarse un porvenir
- Miranda de Ebro era punto de encuentro de una familia almeriense
- Angelito pasaba a ser don Ángel el farmacéutico de Abrucena
Un jabado de antes de la guerra
La vida de Angelito en Miranda de Ebro se acabó con unos 24 años cuando tuvo que coger los libros por los cuernos para hacer la carrera de Farmacia en Granada. Antes, su vida fueron los libros y la pelota, porque era buen estudiante y le gustaba salir y entrar del domicilio familiar a escasos metros del Ayuntamiento de Miranda de Ebro. Primero fue la calle y luego la llamada del Mirandés para integrarse en el fútbol de los años 20 cuando no se había fundado LaLiga.
Solo se jugaban partidos entre clubes vecinos y competiciones sin el rigor de las de ahora. La proximidad de Miranda con Bilbao hizo que el mítico Jacinto Quincoces defendiera los colores del Mirandés y coincidía con el almeriense formando una defensa inexpugnable. Jugaba Angelito con un pañuelo en la cabeza por la bragueta del balón que hacía heridas cuando te golpeaba.

Angelito con el pañuelo en la cabeza para mitigar el efecto del balón de bragueta.
Aquello duró justo lo que tardaba en aprobar la primera fase de sus estudios. La pareja se rompía para siempre porque Quincoces lanzó su carrera por la nueva Liga y Angelito optaba por los libros que eran el pan de la familia, y volvía a casa recordando los partidos memorables y el aplauso de la afición. Hoy, su hijo Ángel que sigue volviendo por Miranda de Ebro, siente los colores del equipo de su padre.
Hizo las maletas con destino Granada
Las buenas notas y los mejores colegios de Miranda le abrían las puertas del éxito a un joven aferrado a los libros que volvía a Abrucena para hacer las maletas, con destino a Granada y acabar la carrera de Farmacia que fue eso que antes se llamaba: su futuro.
Terminó con buenas notas y la vida le sonreía y no tardó en echarse novia: Antonia Aguilera Martínez que fue el amor de su vida y la madre de: Ángel, Mari Carmen, Eloy Antonio y Francisco Javier. Éste último jugaba bien a la pelota y se lo quiso llevar el Real Madrid.

Angelito hizo la carrera de Farmacia y pasó a ser don Ángel para todos.
La farmacia de Abrucena ha sido la de don Ángel como se le conocía en el pueblo, siempre ayudando a sus vecinos hasta el día de su jubilación, y una vez jubilado, cuando lo llamaban siempre estaba dispuesto a ayudar a sus vecinos.
Su hijo Ángel vuelve por Miranda de Ebro
Esta historia no hubiese sido posible sin la llamada de su hijo Ángel, emocionado por un artículo de LA VOZ que hablaba del equipo jabato y todo lo que significa en España. Orgulloso de su padre y de su legado social en Abrucena, no ha olvidado los orígenes en Miranda de Ebro, ciudad a la que vuelve, pero ya para visitar el Cementerio Viejo donde descansa parte de su larga familia.
La nostalgia rodea la emoción de un Maestro Nacional, don Ángel Ruiz Aguilera, amigo de Ambrosio Sánchez y fiel lector de LA VOZ, que se molestaba en traer sus tesoros a nuestra casa para compartirlos con todos los almerienses. No vio jugar a su padre que volvía a Abrucena sin haber terminado la carrera, y tuvo tiempo de hacerse con estos tesoros que ilustran la información.
Porque toda España es de su equipo y del Mirandés gracias a los jabatos como Angelito el de Abrucena.