Adra se convierte en escenario internacional del gran encuentro de dos corales infantiles
Una fusión única de voces blancas, emoción y amistad entre los coros de Canadá y Adra, que emocionó al público en la Iglesia Inmaculada Concepción

Entrega reconocimiento alcalde de Adra a director coro canadiense.
Este pasado domingo, 29 de junio, la Iglesia Inmaculada Concepción de Adra recibió a ‘Les Petits Chanteurs de Mont-Royal’, de Montréal-Québec-Canadá, que brindaron un gran concierto conjunto con el coro infantil ‘Pedro Mena’ de Adra. Este coro canadiense, fundado en 1956, es uno de los más antiguos y prestigiosos de América.
Desde horas antes del comienzo del concierto ya se notaba que nadie quería perderse la cita: una fusión única de talentos infantiles. Los canadienses han realizado una gira por España, concretamente por el sur de la península, que los ha llevado a actuar en Málaga, Sevilla, Córdoba, Guadix y Granada (donde ofrecieron dos conciertos), cerrando su paso por Andalucía en Adra, además de tener previstas visitas a Tánger, Rabat y Marrakech en Marruecos.
Este concierto surgió hace un año, cuando se pusieron en contacto con el director del Coro Infantil Pedro Mena para preguntar si estarían dispuestos a recibirlos en Adra, uno de los emplazamientos de esta gira, y organizar un concierto conjunto por recomendación de Héctor Eliel Márquez, director de la Schola Cantorum de la Catedral de Granada, quien también les ha ayudado a organizar esta gira. Y así fue, y así ha sido el enlace de unión eterno, tanto que incluso los niños canadienses se alojaron en las casas de las familias del Coro Infantil abderitano.
Un concierto excepcional de ecos sagrados
Fue un concierto redondo y una rica experiencia, con unas voces que llenaron de frescura todo el templo. Un tsunami de calidad, pasión, rigor y musicalidad. Recibir en Adra a un coro de primer nivel mundial y formar parte de su gira por España y Marruecos ha sido un honor y un privilegio.
La tarde comenzaba con la recepción de la comitiva de Mont-Royal por parte de los cantores del Coro Infantil Pedro Mena. Después, tras una breve prueba acústica, disfrutaron de un magnífico y refrescante tentempié de sandía por cortesía de uno de los patrocinadores, Dunamar, preparado por algunas madres voluntarias y la profesora Ana Belén.
Después, serían las familias voluntarias del coro quienes recogieron a los cantores canadienses junto con sus hijos e hijas del coro abderitano y los acomodaron en sus propias casas, donde descansarían antes del concierto.
A las 20:30 horas, tras unas palabras de bienvenida al coro canadiense por parte de D. Francisco Montoya, y de agradecimiento a la parroquia, al Ayuntamiento y a los patrocinadores del Coro Pedro Mena (Óptica Guillén, Dunamar, Ibafersan, Proauri y Viajes Puerta del Mar), daba comienzo el concierto.
El Coro Infantil Pedro Mena, con 48 cantores en escena y bajo la inspirada dirección artística de José Antonio Pérez, interpretó Catalina, de la fuente, con arreglo de Carlos Castiñeira, Dobbin’s Flowery Vale, con arreglo de Matti Kallio, Tundra, de Ola Gjeilo, Cantate Domino, de Rupert Lang, y Cantos de boda árabe, de Juan Pablo de Juan.
A continuación, una vez en formación el coro canadiense, el Sr. alcalde de Adra hizo entrega a su director de un recuerdo de la ciudad, una escultura con el nombre de Adra y su escudo. El primer edil, Manuel Cortés, destacó la gran tradición coral de la ciudad, en gran medida gracias a la labor de José Antonio Pérez, director del coro, que ha sabido inculcar a los niños abderitanos la pasión por la música.
Liderados por Andrew Gray, la Maitrise des Petits Chanteurs du Mont-Royal ofreció la claridad cristalina de sus voces, con 42 cantores en escena, interpretando Canticorum iubilo, de Héctor Eliel Márquez, O nata lux, de Anna Lapwood, Cantad al Señor, una pieza tradicional armonizada por R. Bergs, Michelle, de Lennon y McCartney, Mister Sandman, de Pat Ballard con arreglo de M. Curtin, Je reviendrai à Montréal, de Robert Charlebois con arreglo de Andrew Gray, La Mer, de Charles Trenet con armonización de J. Villazuela, y una versión armonizada del Himno de España a cargo del propio Gray.
Para cerrar este encuentro entre dos conjuntos excepcionales, que ofrecieron un diálogo musical tan rico como conmovedor, ambos coros interpretaron juntos 'Tourdion', una pieza tradicional francesa dirigida por José Antonio Pérez Fernández, y 'Por esto cantamos juntos', obra compuesta expresamente para la ocasión por Josu Elberdin, dirigida por Andrew Gray y acompañada al piano por José Antonio Pérez.
El cariño de una unión familiar
Ha sido un concierto inolvidable. Qué duda cabe de que el Coro Infantil Pedro Mena lleva el esfuerzo, el trabajo y la disciplina en su ADN. En los grandes momentos, nuestros niños se crecen y se agigantan. Están educados para ello y, cuando se suben a un escenario, nunca defraudan.
En palabras de su director, José Antonio Pérez, es un orgullo dirigirles cada día. Han trabajado intensamente para este concierto, a pesar de tener dentro de dos semanas un viaje a Alemania, sabiendo que compartirían escenario con un gran coro y debían estar a la altura, tanto musical como humanamente.
Las caras de felicidad se reflejaban en estos ángeles de voces blancas al situarse en formación a la hora del concierto. Los nuestros, ilusionados por la actuación y por poder contar a sus amigos la experiencia de acoger en sus casas a los cantores canadienses y compartir sus reacciones. Los canadienses, agradecidos por las magníficas recepciones que les brindaron en los hogares abderitanos y por haber encontrado nuevos amigos en esta gran vivencia.
Es cierto que llevaban una semana de gira, soportando altas temperaturas y con poco descanso, y al bajar del autobús en su llegada a Adra sus rostros reflejaban fatiga, pero cuando regresaron de los hogares de nuestras familias, sus caras iluminadas de ilusión nos hicieron comprender que ellos tampoco van a olvidar este día en Adra.
Y es que la música está directamente relacionada con el alma y no engaña. Noventa almas jóvenes e ilusionadas, cantando con tanto trabajo y disciplina detrás, solo pueden generar la magia que vivimos todos los presentes. Una emoción que no se puede grabar ni reproducir. Hay que estar allí, en directo, para sentirlo. Aquello fue un cóctel de emociones en el que se saboreó la pureza de las voces de los coristas.