Manuela Casas Fernández - fallecida el 4 de mayo
Mi abuela de Almería
Marcos Ruiz Suescun

Manuela-Casas
El recuerdo de los viejos tiempos se enturbió de lágrimas el 4 de mayo por la tarde tras el último suspiro. Cada vez quedan menos testimonios como los que ofrecía Manuela Casas Fernández, cuyos ojos han visto acontecer en sus 96 años la memoria de una guerra civil, las miserias de una posguerra y el sufrimiento de la ausencia de unos hijos en la emigración. Afortunadamente Manuela vivió lo suficiente para conocer el retorno de sus retoños, crecer a sus nietos y saborear el bienestar de comienzos del siglo XXI. Nacida en Balerma en 1916, se casó con Miguel Ruiz Arias con el que vivió gran parte de su vida en el barrio almeriense del Cerrillo del Alambre de Pescaderia. Aunque vivieron las penurias de la posguerra no permitieron que sus cuatro hijos pasaran hambre. El modesto sueldo de pescador de Miguel apenas llegaba para comprar unas pocas migas o patatas que Manuela cocinaba en una sartén común. Con paciencia y generosidad el matrimonio esperaba a que se saciaran los hijos para comer lo que había sobrado. Tanto es así que en cada arruga de Manuela se vislumbraba una preocupación de madre y hasta el final ha estado pendiente y sufriendo por tener conocimiento de sus hijos y nietos. Su sentido existencial radicaba en su laboriosidad hacia los suyos; y por ello con 93 años Manuela cosía, limpiaba con esmero su casa, hacía las camas mejor que nadie, preparaba el desayuno a sus nietas, e incluso andaba con dinamismo desde pescadería a la plaza de toros cumpliendo mandados. Era una mujer especial y única de unos valores familiares grandiosos impregnados de un gran instinto protector y honradez decimonónica. A pesar de no saber apenas leer y escribir porque tuvo que dejar la escuela a los once años para cuidar a su sobrina María recién nacida, tenía una gran capacidad narrativa para explicar los hechos del pasado, y una sorprendente comprensión del lenguaje del cine y la televisión. Sin duda su recuerdo perdurará en la memoria de sus hijos, nietos y bisnietos como un gran ejemplo de mujer luchadora que ha sabido sobrevivir con dignidad a su tiempo.