Qué hacer para que "el necesario turismo de litoral" no sea una amenaza para su riqueza ambiental
Preocupa el impacto que sufre los ecosistemas protegidos y el patrimonio natural de la provincia de Almería

FOTO DE ARCHIVO DE LA ISLETA DEL MORO
Aunar turismo, economía y conservación es uno de los principales retos al que se enfrenta no solo el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, sino también el resto de la costa almeriense, extensible también a toda la comunidad andaluza.
"Andalucía presenta una franja litoral de casi 1.000 kilómetros, algo más del 9 % del territorio, donde reside el 35 % de la población total de la región", destaca la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente en el Plan Dunas.
"El turismo de litoral en Andalucía supone, cada año, más de la mitad del total de turistas recibidos en la comunidad", afirma en el citado documento. "A esta gran cantidad de personas debemos sumar los usuarios locales, quienes además deben comportarse como anfitriones que demuestran con sus actitudes como quieren que se comporten también sus invitados (turistas), siendo los más interesados en la preservación del lugar tal y como lo conocen", incide la Junta.
Turismo
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Y es que Andalucía (y Almería) alberga "una gran variedad de ecosistemas fruto de su pasado geomorfológico, de su ubicación geográfica y de la acción de los agentes dinámicos que siguen actuando sobre su modelado", advierte la Junta, a la vez que insiste en la necesidad de su protección y cuidado.
"Una de las mayores presiones que sufren estos hábitats naturales es el uso que hacen de ellos las poblaciones humanas, con fines recreativos y de esparcimiento. El impacto de este uso es preocupante en la franja costera en general y, muy especialmente, en las zonas de playa, que constituyen un atrayente de masas durante la época estival, contribuyendo esta estacionalidad a agravar dicho impacto", insiste la Junta.
En el litoral almeriense, ya son varias las medidas implantadas con el fin de reducir el impacto de la actividad turística sobre su riqueza medioambiental. La limitación en los accesos a algunas de los arenales más emblemáticos de Cabo de Gata, el balizamiento de playas o la creación de nuevas zonas de aparcamiento son algunas de ellas.
Siguiendo esta misma línea, la Junta incluye en el citado Plan de Dunas una serie de recomendaciones "para que el necesario turismo de litoral no sea el peor de los factores que amenazan los hábitats y las especies protegidas". La relación completa es la siguiente:
• Utilizar únicamente las zonas habilitadas para el estacionamiento de vehículos. El resto de los lugares, aunque parezcan “vacíos” o descampados pueden contener especies amenazadas de pequeño porte o sus semillas, que no podrán germinar en un suelo compactado.
• Acceder a las playas sólo por los senderos o pasarelas si los hay, sin salirse de los trazados marcados y no crear nuevas rutas. Utilizar esos caminos que ya existen, evitando la aparición de caminillos alternativos que terminan por erosionar toda la zona.
• Respetar las zonas señalizadas, valladas o balizadas, aunque solo sea con un cordel o soga, fácil de superar. Esas áreas están siendo utilizadas por aves anidando, han sido objeto de una revegetación o reforzamiento o requieren no ser removidos para poder regenerarse la vegetación de forma natural.
• Utilizar las escaleras o rampas, donde las haya, aunque aparentemente sea fácil poder acceder por otros sitios. De nuevo, evitamos erosionar nuevas zonas donde la vegetación y la fauna podrán asentarse.
• No mover, tumbar o destruir los captadores de arenas (tablillas, cañas o mallas de brezo) que se instalan para estabilizar dunas y retener suelos.
• No colectar ni destruir flora o sus partes (flores, frutos o semillas). Las semillas de la azucena de mar parecen pequeños trozos de carbón, pero son la futura generación de esas bellas plantas y deben quedar en esas arenas sueltas. Algunas plantas propias de estos arenales son pinchosas, como los cardos, evitémoslas para no pincharnos, pero no las arranquemos o quitemos pues ese es su lugar, nosotros estamos de visita y paso.
• No llevar a los perros sueltos, ya que pueden molestar a las aves nidificantes en el suelo o incluso poner en peligro las polladas. Estas aves suelen situarse en las dunas embrionarias o en dunas con poca vegetación, más raramente en la propia playa de arena, por lo que no tenemos por qué interferir con su proceso. Y recoja sus deposiciones.
• No situar las toallas, sombrillas o “tenderetes” en las zonas de dunas embrionarias y dunas con vegetación, limitemos nuestra estancia temporal en la playa a las zonas de arenas secas de la playa junto al mar.
• Depositar todos los residuos que generemos en los lugares habilitados para ello, aunque eso suponga tener que llevarlos de vuelta hasta el coche o la casa, si no hubiera papeleras o cubos de basura en nuestro recorrido de vuelta.
• Ser extremadamente cuidadosos con elementos que puedan producir chispas o llamas, y con las colillas. Se debe recordar que no se pueden hacer fuegos o barbacoas entre el 1 de junio y 15 de octubre (salvo que por razones justificadas dicho periodo se deba ampliar).
• Reduce al mínimo el uso del agua de duchas y lavapiés y evita usar jabones o champús.