En su casa nadie escuchaba flamenco, aunque su padre, parisino, sí era aficionado y había visto en alguna ocasión a Camarón de la Isla en la ciudad de la luz. Por eso, cuando rebuscaba entre sus discos y encontraba alguno de Paco de Lucía o de Enrique Morente se lo llevaba a su cuarto para escucharlo. “Mis padres alucinaban. ‘¿De dónde le viene esto a la niña?’, se preguntaban. Y yo les pedía que me apuntaran a la academia. Para ellos, también fue un descubrimiento. Tengo vídeos bailando en mi cuarto, me pasaba las tardes así. Ahora los veo y digo: ‘Madre mía’. Pero ya sabía lo que quería”, recuerda Aitana Rousseau (Almería, 2000) días antes de presentar en su ciudad ‘Anatomía del límite’, un espectáculo de baile flamenco del que también se encarga de la coreografía y la dirección artística.

Lo hará este viernes 4 de abril a las 20:30 horas en un Teatro Apolo que apunta al lleno absoluto. Una propuesta enmarcada en el ciclo Trasladanza, en el que ya han brillado previamente Julio Ruiz con ‘Tocar a un hombre’ y Rául Heras y Santi Rivera con ‘Que tus ojos miren lo recto’.

“La verdad es que impone. Cuando Mariana [Collado, una de las impulsoras del ciclo] me llamó, solo puede decirle que sí, como siempre hago con ella. Luego me di cuenta de la envergadura del proyecto”, reflexiona en charla con LA VOZ desde Sevilla, donde reside.

A la capital hispalense ha regresado tras pasar cinco años en Madrid. Titulada en enseñanzas profesionales de Baile Flamenco en el Conservatorio de Danza de Almería, formó parte del Centro Andaluz de Danza, del Ballet Flamenco de Andalucía (cuerpo de baile y solista) y del Ballet Nacional de España (cuerpo de baile y primera bailarina). Ahora forma parte de las compañías de David Coria y Úrsula López y emprende sus propios proyectos, como esta ‘Anatomía del límite’ que estrena en el Apolo.

Desarraigo y apego

“Es un espectáculo sencillo, pero con una reflexión muy profunda detrás. A nivel personal, estoy en un momento de madurez, de darte cuenta de muchas cosas. De niña, todo es idílico, pero llega un punto en el que descubres un territorio nuevo que hay que ir conociendo. Esa extrañeza genera desarraigo, pero también apego a otras cosas, confianza”, cuenta.

Así ha nacido este viaje por “emociones y sensaciones” esenciales para entender “qué se siente al estar al límite en algún momento de la vida”. Ella es la única bailarina sobre el escenario, con tres músicos que la arropan: el guitarrista Óscar Lago, el bajista José Manuel Posada, ‘Popo’, y el cante y la percusión de Kiko Peña. “El proceso creativo comenzó con la música, que generó las sensaciones que buscamos. Algunas coreografías surgieron naturalmente otras, sobre todo al final, están más abiertas, dependiendo de cómo me sienta en ese momento en el escenario”, avanza.

Aunque en 2019 presentó en Roquetas de Mar ‘Capitanes’ (“era algo propio, pero mucho más pequeño; lo hice más por instinto, sin la conciencia que tengo ahora”), ‘Anatomía del límite’ es su auténtica carta de presentación como creadora. “Es también una reivindicación personal. Esta es una propuesta donde el cuerpo se expresa libremente, sin que la cabeza lo condicione. Intento apagar la mente y dejar que el cuerpo hable. Lo estoy disfrutando mucho”, explica. 

El proceso de dar forma al espectáculo le ha ayudado a “callar un poco la mente”. A dejarse llevar, como aquella niña que en su habitación marcaba, sin saberlo, el compás de su futuro.