Cuando era un chaval de Primaria del colegio de la SAFA se quedaba enganchado a la reja para ver cómo ensayaba en el patio el grupo de baile. Su madre y su abuela tiraban de él, pero lo que había al otro lado de la verja era más fuerte. “No les quedó otra que apuntarme, y ya nunca salí de ahí”, recuerda Raúl Heras (Almería, 1984), con más de dos décadas como profesional de la danza. Una trayectoria que le ha llevado por teatros de medio mundo (de Nueva York a Tel Aviv) como bailarín, docente, coreógrafo e incluso jurado en un concurso de talentos emitido en televisión en Albania, Kosovo y Macedonia.

Pero nunca antes había actuado en su ciudad, ante los suyos. Hasta hoy viernes 7 de marzo, cuando se suba a las tablas del Teatro Apolo (20:30 horas; entradas: 12 y 15 euros) junto al actor Santi Rivera para protagonizar ‘Que tus ojos miren lo recto’, la segunda propuesta del ciclo Trasladanza que abrió Julio Ruiz el 7 de febrero con ‘Tocar a un hombre’. 

“Es una espinita que siempre he tenido, porque son 23 años de carrera profesional. Hay momentos de tu vida y de tu trayectoria en los que te sientes en plenitud y te hubiese gustado estar ahí”, reflexiona en conversación telefónica con LA VOZ desde Sevilla, donde reside.

Verdad

Un sentimiento de “añoranza” ante lo que no fue que, sin embargo, transforma en oportunidad: no solo estará en escena, sino que el montaje ‘Que tus ojos miren lo recto’ lleva el sello de Dyartem Danza Teatro, la compañía que cofundó y dirige junto a Santi Rivera. “Es un espectáculo que tiene mucha verdad. Cuando estás bajo la tutela de otros, se trata de hacer lo que te piden y hacerlo bien. Pero cuando algo es tuyo y mandas, produces y lo haces todo, hay una verdad, quizás diferente, que te permite expresar mucho más quién eres. Ahí está el punto de autenticidad, al que acompaña, además, la madurez”, dice sobre el que es, además, el primer montaje de este proyecto.

‘Que tus ojos miren lo recto’, estrenado en el granadino Teatro Alhambra, es una propuesta de danza teatro. “Habla sobre las peripecias que las personas llevan a cabo a lo largo de su vida para sobrevivir, para amar, para relacionarse”, resume.

La obra toma su nombre de un versículo de la Biblia y presenta a dos personajes enfrentados en una especie de juicio final. “Somos un actor y un bailarín, e interactuamos. No hay una dramaturgia como tal, pero el texto tiene su momento, al igual que la coreografía. Yo no soy actor, pero estoy dotado de la palabra, y Santi no es bailarín, pero tiene el movimiento. Ahí hemos hallado una conexión natural, un punto de honestidad”.

Reencuentros

La representación en el Apolo le va a permitir reencontrarse con personas que no ha vuelto a ver desde que salió de Almería en 2002 dejando el conservatorio para entrar como becado en el Centro Andaluz de la Danza, donde luego fue coreógrafo y maestro. “Estará mi primera profesora de baile, compañeras de mi infancia, gente de la profesión... Será como un ‘collage’ de personas de mi pasado”, aventura.

Quizás tras la función vuelva a salir la imagen del crío que se recorrió Almería para defender su pasión con el grupo de la SAFA. “En carnavales hacíamos ‘modern jazz’; en las cruces de mayo, flamenco, bailes regionales; íbamos a campeonatos de aerobic... Yo era el niño rubio que bailaba en todas las fiestas de los barrios de Almería: el Barrio Alto, San Félix...”, recuerda. Todos le conocían. “Tenía el pelo a capas, parecía ruso, era el único chico entre 50 chicas”.

En los colegios, los niños eran crueles. “Pero nunca me achantó que me dijeran maricón: tenía claro lo que quería hacer y a la vista está”, sentencia Heras, hoy un bailarín consagrado que esta noche proclamará con su cuerpo sobre las tablas del Apolo que es profeta en su tierra.