El almeriense que ha llevado los tomates a una pequeña isla de África
Marc Quesada vive ahora en Isla de Sal y trabaja en una empresa española que planta hortalizas en las difíciles condiciones de las tierras africanas

Marc Quesada, el almeriense que se ha llevado el tomate a Cabo Verde
Más de tres mil kilómetros. Esa es la distancia que separa Almería de una pequeña isla ubicada en medio del Atlántico. Allí, directo desde el almeriense pueblo de Alcóntar, Marc Quesada ha construido una vida y un negocio que bien podría parecerse a una de las actividades principales de la provincia de Almería.
El lugar escogido por el almeriense se llama Isla de Sal y es un pequeño islote que conforma el africano archipiélago de Cabo Verde. Un lugar remoto, pero con algunas similitudes con Almería, que ahora cuenta también con sus propios invernaderos de tomates.
De Alcóntar a Isla de Sal
La aventura de Marc, en realidad, no comienza en Almería. Nacido en la barcelonesa ciudad de Terrasa, el almeriense de adopción ha crecido desde su adolescencia en Alcóntar. Un pequeño municipio de la comarca del Almanzora con algo más de 500 habitantes que nunca pensaría tener un paisano al otro lado del mundo.
Estudió Estudios Internacionales en Madrid y se especializó en estrategias para el desarrollo. Ha vivido en Oporto, Isla Curazao o El Hierro. Pero en 2024 emprendió su camino al continente africano, a Cabo Verde. "Me marché gracias a un programa español que me ha permitido trabajar en la parte de gestión y administración de una empresa de agricultura", detalla para LA VOZ el almeriense.

Invernadero en el que trabaja Marc en Cabo Verde
La empresa, Manderly Agriculture, ha llevado a Isla de Sal -uno de los territorios de Cabo Verde- la agricultura sostenible con el objetivo de romper con la dependencia de las importaciones en estos estados insulares. Marc, en realidad, en esta empresa hace "de todo". Desde gestión varia, administración o recursos humanos.
"Plantamos fundamentalmente tomates para intentar contribuir a la seguridad alimentaria del lugar y romper con la necesidad de las importaciones. No hay intermediarios con los supermercados", detalla. Allí tienen plantaciones de tomates de dos especialidades, rosa y pera, y son prácticamente los únicos en la isla.
Tomates en sacos
No obstante, la plantación de tomates en Isla de Sal no es tan sencilla. Si bien los invernaderos -al menos por fuera- tienen un aspecto prácticamente idéntico a los de Almería, la plantación no es exactamente igual. Debido a las malas condiciones de la tierra, que es demasiado árida, los tomates se plantan en sacos: "Utilizamos cultivo hidropónico con sustrato de fibra de coco. Así conseguimos cultivar tomates que, de otra manera, sería imposible", cuenta.

Los tomates, en detalle, que planta la empresa en la que trabaja Marc en Cabo Verde
Si Almería es árida, Isla de Sal lo es aún más. "Aquí puede llover 3 o 4 días al año, eso lo hace todo más difícil", relata el almeriense. A esto se suman las malas condiciones económicas y logísticas de una isla como esta. "El salario medio es de 350 euros al mes y el coste de vida no dista mucho de un país europeo. La gente se ve obligada a tener varios trabajos para subsistir", explica.
Un país, "el menos africano de África", según detalla el almeriense, que también guarda algunas similitudes con Almería. "El paisaje me recuerda mucho. Es muy árido, como allí", cuenta.
La 'vibra' de una cerveza en casa
"Lo que más echo de menos de Almería es Alcóntar, mi casa, mi familia y amigos". Estas son las palabras que Marc contesta al ser preguntado por su hogar. Un hogar del que, además de su gente querida, también se llevaría la 'vibra'. "El estilo de vida de Almería es el mejor. Echo en falta esa 'vibra' de ir al bar a por una cerveza que no existe aquí", cuenta.
Ahora, la intención es diversificar el negocio en el que participa con la plantación de nuevas hortalizas, "pimientos o pepinos, por ejemplo". En relación a su posible vuelta a España, Marc aún no puede dar una respuesta. "Iré en octubre a Alcóntar y... veré", concluye.
Un almeriense con valentía y pasión por lo que hace. Ayudar a la gente en lugares en desarrollo, mientras aprende a vivir. Esa es la vida que Marc ha escogido, o la vida que le ha escogido a él.