La batalla entre Donald Trump y los programas nocturnos de televisión en Estados Unidos suma un nuevo capítulo. Después de una semana marcada por la controversia, Jimmy Kimmel Live! volverá a la programación de ABC este martes, en lo que ya se considera el acontecimiento televisivo de la temporada.

La suspensión del programa, decidida inicialmente por Disney y varias de sus filiales, buscaba “no inflamar una situación ya de por sí delicada”. Según la compañía, los comentarios de Kimmel sobre el asesinato del activista conservador Charlie Kirk fueron considerados “inoportunos e insensibles”. En un comunicado, Disney aseguró: “El miércoles pasado decidimos pausar la producción del programa para no inflamar una situación ya de por sí delicada. Sentimos que algunos comentarios fueron inoportunos y, por ende, insensibles”.

Sin embargo, la decisión generó un efecto bumerán: caída en bolsa, pérdida masiva de suscriptores y protestas de figuras públicas y sindicatos. Más de 400 personalidades, entre ellas Tom Hanks y Martin Short, firmaron una carta de la ACLU denunciando la medida como un ataque directo a la libertad de expresión.

La presión obligó a Disney a dar marcha atrás. Según fuentes internas, el regreso del comediante fue aprobado directamente por Bob Iger, director ejecutivo de Disney, y Dana Walden, copresidenta de Disney Entertainment. El acuerdo alcanzado con Kimmel no se ha hecho público y persiste la incógnita de si el presentador pedirá disculpas en su vuelta a la pantalla.

El caso también pone el foco en el papel de los reguladores. Brendan Carr, presidente de la FCC nombrado por Trump, se desvinculó de la decisión y aseguró que se trataba únicamente de un asunto de audiencias, aunque sus comentarios previos habían reforzado la polémica.

Este episodio refleja la vulnerabilidad de la televisión tradicional frente a la presión política. La suspensión de Kimmel coincidió con otros movimientos, como la próxima cancelación de The Late Show with Stephen Colbert, atribuida oficialmente a la caída en ingresos publicitarios.

Los críticos temen una represión cada vez mayor. La pregunta que se plantean muchos en el sector es clara: ¿podrán las empresas de medios proteger a sus presentadores frente a los ataques políticos?

Trump ya había mostrado su descontento con presentadores como Stephen Colbert, Jimmy Kimmel o Jimmy Fallon, asegurando que sus programas tienen bajos índices de audiencia. 

Lo cierto es que la administración Trump ha intensificado su campaña contra cadenas y presentadores, presionando incluso con la posible retirada de licencias de emisión. Trump no se esconde y ha afirmado: “He leído que las cadenas estaban en un 97% en mi contra, de nuevo, un 97% negativas, y aun así gané, y con facilidad”, declaró el expresidente a bordo del Air Force One. Y añadió: “Solo me dan mala publicidad [y] prensa. Quiero decir, tienen una licencia. Creo que tal vez deberían retirársela”.

Estas palabras han provocado un aluvión de críticas. Barack Obama reaccionó en la red social X asegurando: “Tras años de quejarse de la cultura de la cancelación, la actual Administración la ha llevado a un nuevo y peligroso nivel al amenazar sistemáticamente con medidas regulatorias contra las empresas de medios a menos que amordacen o despidan a los periodistas y comentaristas que no le agradan”.

Parece que las protestas de actores y compañeros de profesion, así como las acciones de protesta de muchos seguidores y defensores de la libertad de expresión han surgido efecto. Compañeros de profesión como Colbert, Jon Stewart o Meyers han salido en defensa de Kimmel, calificando la situación de “flagrante ataque a la libertad de expresión”. También sindicatos de guionistas y actores han condenado la medida, obligando a Disney a recular.

La batalla entre Trump y la televisión estadounidense deja una incógnita abierta: ¿qué presentador será el próximo en sufrir la presión del expresidente?