Se van a cumplir seis años del fallecimiento de Arturo López Maldonado, el hombre que siempre tiró del carrillo con aquel grito de guerra: ¡Haayyy, Helaoooooooo!. Los niños acudíamos a su grito como abejas al panal y es que sus famosos helados de forma ambulante lo han probado también infinidades de personalidades como el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy, también el actual presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno o el entrenador de fútbol almeriense Francisco Rodríguez cuando apenas era un niño y visitaba Miramar para ver a su tío Vilchez jugar en el Adra. 

La lista es interminable. Me contaba Arturo en una entrevista que le realicé en su día, que su mayor secreto para elaborar helados y limón era poner cariño en todo lo que hacía. Llegaba a vender de 80 a 100 litros de limón granizado. Para ello hacia muchos kilómetros diarios. Arturo, de pequeño, con tan solo 8 o 9 años iniciaría la venta familiar ofreciendo a viandantes bolsas de polos. 

A los 12 años, cogería su primer y pequeño carrito con ruedas de bicicleta para vender los helados que transportaba con dos garrafas y que sus padres habían elaborado para después, pasar al reparto con una motocicleta con la cual acarreaba dos garrafones metálicos que pesaban alrededor de 20 kilos cada uno y que iban enganchados a cada lado de la moto y en su parte trasera. 

Pasados los años llegaría el coche donde remolcaría el carrillo para mayor comodidad. Su madre Rosario, también era artífice en la creación de polos y limón aprendiendo el oficio de su marido y padre de Arturo. 

Uno de los surtidos en periodo estival es la venta de garrafillas de un litro de tan suculento limón y es que prácticamente todo el municipio de Adra ha probado sus productos incluido aquellas localidades cercanas de Granada o Almería en ferias, mercadillos o playas. Un limón tan natural sacado de los mejores almacenes como así exigía el mismísimo Arturo.

Su limón granizado es de once, tanto, que hasta empresas extranjeras quisieron comprarle en su día la patente. Él se negó rotundamente y gracias a ello, hoy en día, sus progenitores, siguen con la labor de confeccionar buen limón granizado, "chambys" y helados de "bolicas". 

La primera generación de estos artesanos viene de la mano de su bisabuelo paterno Cristóbal, que empezaría también a vender turrones y pasteles, la segunda, la de su abuelo también llamado Cristóbal, que fue quien sumaria los helados a la tradición, la tercera generación, sería la de su padre Rafael y la cuarta, la del propio Arturo. 

Su familia era apodada cariñosamente como los “Arcahueteros” por aquello de la venta del cacahuete y también “Los cafeteros” por vender en antaño café por Adra con un termo a cuestas. A miles le han llegado a preguntar que como hace tan buen helado y limón.

No hay truco me decía el Rey Arturo, solo hay que echar agua, limón y azúcar, pero por su puesto hay que saber que cantidad hay que echar, amén de su toquecito para esos más de 40 kilos de limones diarios, además provisto de una mantecadora para elaborar el helado con sabores de leche merengada, vainilla y fresa, y también cuajar el limón, nada de química. Era del Barça hasta la medula, y daba pausa al helado con la llegada del otoño-invierno dando una palanca a la venta de castañas asadas. Arturo tenía también un truco para hacer acercar a los niños y niñas de mi generación. 

Nos decía que al que le apareciese el número 19 en la galleta, los números venían impregnados de fabrica en los conos, sería premiado con un nuevo helado. Jamás apareció dicho número. Arturo con su gracia lo hacía desaparecer para desesperación de la hinchada que disfrutaba de un “Chamby” de dos bolas o de barquillo de una sola.

Deberían saber las nuevas generaciones quien fue Arturo, aquel hombre amable y servicial que junto a su carrillo era la galaxia en la que vivió, unido al resto de los mortales. Créanme, en los últimos años el carrillo de Arturo había estado por delante de los Ferrari o MacLaren en cuanto hacer kilometrajes. 

No hay discusión en la elaboración del material empleado por estos artesanos heladeros en la fabricación de sus productos, con total garantía e higiene. En aquellos setenta del siglo pasado la chiquillada, yo entre ellos, ayudábamos a empujar al carrillo cuesta arriba de la Cuesta del Faro en días de futbol en Miramar. Los chupetes, martillos y las manzanas acarameladas, junto a las pipas, garbanzos y garrapiñadas se entremezclaban con el granizado de limón y helados para deleitarnos a todos.

Durante más de medio siglo llevando un carrillo de helados da para muchas anécdotas. Me contaba Arturo que una vez en una localidad cercana algunos vecinos creyeron que vendía pescado por tener muy parecido su grito de: ¡Helaooo!. Otros, le exigían echarles hasta siete u ocho bolitas en un solo cono y hasta un bañista llegó a pedir para consumo propio cuatro vasos de limón y otros cuatro cucuruchos (conos) de helados. 

Me decía que el “Ponche”, denominado así, por llevar el vaso de limón granizado una bola de leche merengada y que ha tenido una gran aceptación entre el público. Hoy en día Helados Arturo junto a Helados Adra con sus famosos carritos, siguen deleitando a miles de paladares. 

Sus tres hijos, Arturo, Juanjo y Encarni, junto a la madre de estos, más su yerno Jordi y nietos, Juan Antonio, Jordi y Adam; siguen la tradición de su progenitor. Sabedores del interés de las nuevas generaciones por el mundo del helado, ellos se resisten a romper con lo artesanal y así, con las reglas del helado clásico. 

No en vano, el año pasado en 2024, los mejores chefs con Soles Repsol eligieron a Helados Arturo, como uno de los mejores helados de España premiando a este producto y negocio familiar con un Solete. Arturo nos dejó a la edad de 70 años en noviembre de 2019 pero para muchas generaciones aún sigue presente en sus helados: ¡Viva el Rey Arturo “el de los helados!