La Voz de Almeria

Opinión

De nuevo sobre acentos gráficos

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Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor es una unidad fraseológica con la que queremos manifestar la ayuda y protección que se debe prestar a alguien, bien sea por amistad, por dinero, contrato o similitud de opiniones. Se dice que la emitió un caballero francés, aliado de Enrique de Trastamara (1334-1379), cuando este iba a ser apuñalado en buena lid por su hermanastro, el rey Pedro I de Castilla. El citado caballero  mató a este y de esa forma salvó la vida del que más tarde sería Enrique II de Trastamara, con quien se inauguró esta dinastía. Yo, remedando al galo, ni quito ni pongo en el porqué de determinados usos de acentos gráficos o tildes, pero voy a intentar ayudar  a su mejor utilización en determinados casos.


Por ejemplo, si usted tuviera  ahora mismo que escribir estos términos, ¿se  decantaría por tíovivo o tiovivo, por arcoiris o arcoíris? ¿Preferiría integramente a íntegramente? ¿Cómo resolvería la duda entre vígesimocuarto y vigesimocuarto? Luego veremos la solución, pues ahora nos basta con señalar que son palabras complejas, escritas en un solo vocablo y de cuya acentuación se ocupa nuestra Ortografía (2010), a partir de su página 272.


Cuando hablamos de palabras complejas nos estamos refiriendo a varios tipos, y según cuáles sean estos se pondrá o no la tilde o acento ortográfico. Por ejemplo, están las palabras compuestas, que son aquellas formadas por dos o más simples; el término balón y el término cesto forman baloncesto; en este grupo todos los elementos tónicos, salvo el último, pierden su acento, algo lógico si se tiene en cuenta que este rasgo prosódico está restringido en español a las tres últimas sílabas. El acento prosódico del compuesto recae, pues, en la sílaba tónica de su último componente: décimo + séptimo = decimoséptimo; hinca + pie = hincapié, etc. Por tanto, en este grupo de vocablos formado por dos palabras que se escriben sin guión es el último acento el que hay que considerar a la hora de tildar la palabra compuesta, con independencia de cómo se acentúen por separado las voces que la constituyen. Los compuestos escritos en una sola palabra se someten a las reglas de acentuación como si fueran voces simples.


Diferente es el caso en que la forma compleja esté formada por palabras unidas con guión; en tales ocasiones, cada una de ellas conservará la acentuación fonética y ortográfica que les corresponda: histórico-artístico; físico-químico; franco-alemán, Vélez-Málaga o árabe-israelí. Algo parecido, aunque no igual, ocurre con los nombres propios de persona  que se combinan  entre sí para formar el antropónimo compuesto: María Jesús, José Luis o Carmen José, pues, aunque la pronunciación suele recaer en el segundo nombre, a la hora de escribirlos ambos conservan su acentuación gráfica independiente.


Para no cansar demasiado a nuestros lectores, vamos a acabar con dos tipos más de formas complejas. En primer lugar, nos detendremos en los adverbios terminados en mente; estos, frente a ejemplos anteriores, constituyen una excepción a la regla general, pues sí conservan siempre la tilde del adjetivo base, si este la lleva: tímida + mente = tímidamente; común + mente comúnmente; cortés + mente = cortésmente, etc. En segundo lugar, nos ocuparemos de las formas verbales seguidas de pronombres (me, te, se, lo/s, la/, le/s, nos, os); tales palabras resultantes deben acentuarse gráficamente siguiendo las reglas de acentuación: así, en tanto que no se acentuarán: deme, estate o suponlo, sí lo harán mándeselo, mírelo o fíjese, por ser esdrújulas y oídme, salíos o reírte por contener un hiato  de vocal cerrada tónica y vocal abierta átona.


Posiblemente, todo lo dicho es sabido por la mayoría de nuestros lectores y también por nuestros alumnos. Es verdad, pero mi condición de profesor y, por ende, de corrector de exámenes, me dice que no todo lo sabido es aplicado. Me viene a la mente ahora aquella frase de Cicerón: “No basta con adquirir la sabiduría, sino que es preciso usarla”. Pues eso. Es más, en este punto, es tanto el abandono que existe entre la población en general que una acentuación correcta se está convirtiendo en algo parecido a una especie en extinción.  … Es que con tanta prisa que tenemos todos y lo ocupados que estamos … pues tampoco es cosa de perder el tiempo escribiendo correctamente …;  total … ¿para qué? Además, saber demasiado es envejecer prematuramente, lo dice un proverbio antiguo ruso.


Solo una cierta dosis de disconformidad puede llevar a uno a decir estas cosas. Así es.


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