El agua, nueva arma ofensiva
Con el cambio de estación y la llegada de la primavera, la agricultura de Almería vuelve a estar en el punto de mira de grupos empresariales que de forma anónima atacan nuestros intereses comerciales utilizando a su favor todo tipo de soportes mediáticos, desde reputados diarios españoles de tirada nacional que ignoran las más elementales reglas del rigor periodístico hasta plataformas de blogueros galos en las que jóvenes 'power rangers' aspiran a salvar el planeta aconsejando a los consumidores franceses que no coman tomates de Almería durante el invierno. Las tácticas empleadas son de sobra conocidas y se resumen en difamaciones, falsedades, bulos y tópicos caducados. Del mismo modo que sin tener una sola prueba real de que hay vida extraterrestre se fabrican horas de creíbles documentales sobre la teoría de los alienígenas ancestrales se orquesta una campaña en contra de la imagen internacional de la producción agrícola de Almería. Solo hay que echarle tiempo, dinero e imaginación con el apoyo de los poderes públicos, elementos que ahora vuelven a conjugarse para dar a luz las últimas noticias difundidas desde Francia conobjetivo de perjudicar la imagen comercial del agro almeriense. Es cierto que no han cambiado los métodos pero sí han cambiado los mensajes. Si hace años nos atacaban con la mano de obra ilegal y los residuos de fitosanitarios ahora nos atacan con el agua. Durante todo el mes de marzo se ha producido una oleada de artículos en prensa, vídeos y entrevistas en radio que se han difundido en la mayoría de los casos por medios de comunicación públicos de Francia para tratar de convencer al consumidor galo de que no compre productos agrícolas del sureste español. El argumento es que en el sureste no hay agua y que las frutas y hortalizas españolas que durante el invierno llenan las estanterías de los supermercados europeos son el resultado de un delito ambiental de dimensiones épicas. Lo más triste es que la mayoría del trabajo ya se lo dan hecho y muchos de los argumentos en contra del sureste están copiados de los antitrasvasistas de Castilla-La Mancha o de Aragón, esos mismos que propugnan una nueva cultura del agua basada en decir que solo los que viven junto a los ríos tienen derecho a subsistir. El experto en marketing David del Pino se refiere a estas campañas de descrédito por las iniciales FUD, un acrónimo inglés que significa Miedo, Incertidumbre y Duda. Eso es lo que se pretende, sembrar confusión en el consumidor europeo, que recibe una información parcial y sesgada. Me consta que Hortiespaña está realizando un buen trabajo a la hora de frenar algunos de estos ataques y que gracias a la Interprofesional se ha conseguido, por ejemplo, que el Gobierno francés ordene retirar algún vídeo 'malicioso'.