La almeriense que hizo historia tras ganar un campeonato de motos mixtas y superar una lesión medular
Comenzó a competir a los seis años, impulsada por el contagioso amor que su padre le profesaba al motociclismo

Victoria Alcalá Rodríguez a sus seis añitos, en el momento en el que se inició en las competiciones.
Cuando era pequeña, Victoria Alcalá seguía un ritual. Desde que tiene memoria, todos los domingos eran día de sentarse frente al televisor con los ojos abiertos de emoción y la televisión fija en el campeonato de MotoGP. La suya era una pasión inculcada por su padre, su fiel cómplice en aquella costumbre dominical que en la mayoría de los almerienses se quedaba en eso: en un hobbie ejercido desde el sofá de su hogar. Pero Victoria nunca fue como los demás. Y eso su progenitor lo sabía bien.
Fue por eso por lo que cuando su hija cumplió los seis añitos, celebró la superación de su primer lustro de vida con su primera moto de motocross: "Me la regalaron por Reyes. Yo cuando era pequeña tuve muy pocas muñecas", relata. Allí, sobre aquellas dos pequeñas ruedas de su 50cc de competición, la niña descubrió uno de sus talentos innatos; una afición que terminaría convirtiéndose en su gran pasión y que la conduciría a superar uno de los obstáculos más difíciles de su vida.

Victoria vestida con merchandising de Ducati.
Romper el molde sobre el asfalto
Los años de juventud de la almeriense estuvieron marcados por el olor a gasolina, el calor del asfalto y del tubo de escape y, sobre todo, en una adrenalina que solo le ha propinado la competición. Marcando hitos, rompiendo moldes y batiendo récords que pasarían a la historia del motociclismo, Victoria ha sido siempre un ejemplo de superación, tanto a nivel profesional como personal.
Comenzó de la mano de su primera moto en el Campeonato Provincial de Almería. Cuatro años después, a los 10, se pasó del motocross a los circuitos de velocidad. De Almería a Andalucía, participó en el campeonato autonómico, quedando cuarta y quinta en años consecutivos; una trayectoria estelar que solo acababa de despegar.

Victoria cuando se proclamó ganadora del Campeonato de Andalucía.
Corría el año 2007 cuando a sus 13 primaveras decidió correr con una 125cc, una moto que lo cambiaría todo: "Gané el Campeonato de Andalucía y me convertí así en la primera mujer en la historia en ganar un campeonato mixto de motociclismo. Entré fuerte ese año", recuerda con un tono de orgullo en la voz.
Y no era para menos: aquel rompedor triunfo le abrió de par en par las puertas del motociclismo internacional. Con el respaldo de nuevos patrocinadores, Victoria fue invitada a participar en la Red Bull Rookies Cup, un campeonato mundial para jóvenes pilotos que sirve como "plataforma de apoyo a MotoGP".
Así comenzó su etapa más exigente, viajando por Europa y compitiendo en circuitos de alto nivel. Desde Francia hasta Italia, la almeriense fue creciendo como piloto y se convirtió en finalista en dos ediciones consecutivas de la Red Bull, engrosando su currículum y consolidando su nombre en un deporte aún dominado por los hombres. Y conforme su nombre se popularizaba, también lo hacía la potencia de sus motos.

La almeriense dio el salto a la cilindrada de 600cc.
A los 16 años, dio un salto técnico y simbólico al subirse a una Kawasaki ZX-6R 600, una moto de mayor cilindrada con la que se midió en pista a rivales mucho mayores que ella. En parrillas dominadas por hombres de entre 20 y 25 años, Victoria no solo compitió, sino que quedó tercera y cuarta de Andalucía en distintas temporadas. La niña que había comenzado en motocross a los seis años ya era una piloto completa.
A pesar del evidente talento que destilaba, Victoria se vio obligada a retirarse en su mayoría de edad por falta de patrocinio económico: "Me dolió mucho, pero este es un deporte muy caro y mis padres tenían un trabajo de personas normales", explica sin pesar, como si fuese una circunstancia ya aceptada. Su retirada le permitió ser madre dos años después, a los 20, una nueva fase de su vida que no le impidió acercarse al circuito para entrenar de forma esporádica.
El accidente: un antes y un después
Alguien en cuyas venas corre el rugido del motor nunca se retira del todo. Durante su trayectoria, Victoria ha dejado de competir en diferentes ocasiones, pero nunca se ha desvinculado por completo de un mundo tan querido para ella como el del motociclismo. Es por esto que en 2018 y 2019, con la llegada de los eventos femeninos -inexistentes hasta el momento-, volvió al rodar.
"Competí con el equipo Imouto Blanc en el Campeonato de España Fememino. De 35 mujeres procedentes de todo el mundo, quedé quinta ambas ediciones". Recuerda con cariño especial la implicación que tuvo en su regreso Antonio Martínez, gerente del circuito de Cartagena: "Él me dio la oportunidad de volver a sentirme piloto".
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Fue precisamente entrenando en el circuito de la ciudad murciana cuando ocurrió. Era 8 de junio de 2019, una fecha que quedó grabada a fuego en la memoria de la deportista. "En una curva perdí los frenos. Recuerdo ver el muro muy cerca. Cuando abrí los ojos ya estaba encogida en el suelo sin poder moverme". Mientras lo cuenta, hace leves pausas, como si eligiese las palabras correctas, aquellas que describan mejor lo que sintió.
"Me dijeron que iba a estar rígida, pero hoy hago cosas que no esperaba volver a hacer"
Sufrió una fractura grave de columna que propició una operación de urgencia: una artrodesis lumbar para la que se utilizaron ocho tornillos y dos barras bilaterales de hierro. "Aún hoy me recorren la espalda. Me acompañarán toda la vida".
Si bien el diagnóstico preveía movilidad limitada, su recuperación fue excelente: "Me dijeron que iba a estar rígida, pero hoy hago cosas que no esperaba volver a hacer", cuenta sonriendo, mientras que afirma poder tocarse las puntas de los pies sin doblar las piernas. Si bien es cierto que no puede correr o saltar como antes, su historia es vista casi como un milagro. Lo parece, pero no lo es.
"Es fruto de un año de recuperación intensiva; no solo fue el excelente trabajo de mis cirujanos y de mis fisioterapeutas; también hacía ejercicio diario en casa y natación". La paciencia y el optimismo fueron ingredientes clave para ella. El principio fue duro: se marcaba pequeñas metas y hablaba con corredores a los que le había ocurrido lo mismo para encontrar esa comprensión que tanto necesitaba.

Momento en el que Victoria volvió a subirse de nuevo a la moto, catorce meses después del accidente.
La sorpresa llegó 14 meses después del accidente: Victoria volvió a subirse de nuevo a la moto en el circuito de Almería, pero no lo hizo sola. A su lado estaba Paco Pivas, su mecánico de confianza. Para ella, era muy importante que estuviese, ya que su accidente tuvo lugar debido a un fallo mecánico un día en el que el profesional no se encontraba en el circuito.
Desde entonces, ella arrastraba una necesidad: cerrar el círculo. "Quería quitarme esa espina de que la moto me había dejado sin freno", confiesa. Y lo logró. Volvió a sentir el asfalto, el rugido del motor y, sobre todo, la confianza: "Estoy muy orgullosa de mí", vuelve a reconocer.
"El 'no puedo' no entra ya en mi cabeza"
Si bien no ha vuelto a competir, nunca se ha bajado del todo del mundo de las dos ruedas. Sigue rodando por pura pasión, participa como monitora en cursos de pilotaje y actualmente trabaja en Indalmar Motor, en Viator, donde, rodeada de motores y equipaciones, se siente como en casa: "Trabajo en la mayor tienda de motos de la provincia de Almería y lo disfruto muchísimo, me han acogido como una familia".
Victoria lo tiene claro: la clave está en no rendirse. De su lesión aprendió que la fuerza no siempre está en los músculos, sino en la cabeza: "Ahora sé que puedo conseguir lo que me propongo", se repite. Y a quienes atraviesan situaciones similares, les lanza un mensaje directo: constancia, entrenamiento y pensamiento positivo. Porque, como ella misma dice, "el 'no puedo' no entra en mi cabeza".