El verano se tiñe de rojo en Almería: el aumento de los delitos de sangre coincide con las altas temperaturas
En la provincia se han registrado hasta 7 sucesos mortales durante la temporada estival

Un cuchillo examinado como el arma homicida en la escena del crimen.
Después del reciento suceso en Cortijos de Marín (Roquetas) donde un hombre cortaba el cuello de su pareja la noche del pasado sábado, uno se pregunta más que nunca sobre si el calor influye en los delitos de sangre. Ya en el siglo XIX, el estadístico belga Adolphe Quetelet tenía la misma inquietud y sostenía que la delincuencia respondía a patrones previsibles respecto a las estaciones y que los crímenes contra las personas alcanzaban su punto álgido en verano. Dos siglos después, la reciente crónica negra de Almería parecen dar la razón a aquellas “leyes térmicas de la delincuencia” del estadístico belga.
Quetelet sostenía que la delincuencia no es fruto del azar, sino que responde a patrones previsibles. Su modelo estadístico relacionaba el delito con el ciclo estacional y con factores sociales y psicológicos. Concluyó que los crímenes contra el patrimonio se concentran en invierno, los delitos sexuales en primavera y los crímenes contra las personas alcanzan su pico en verano.
Las Leyes Térmicas de la Criminalidad dictan que el verano es la estación más violenta del año
Los estudios de Quetelet fueron una aproximación pionera en la criminología que permitía entender cómo ciertos comportamientos violentos seguían una lógica ligada al calor y al ambiente, dejando entrever que el verano no solo eleva las temperaturas, sino que también puede intensificar las tensiones y los conflictos entre las personas con finales funestos. La ciencia actual coincide en que el calor extremo influye en la conducta humana: aumenta la irritabilidad y la agresividad, dificulta la concentración, empeora el sueño, eleva la ansiedad y la depresión, e incluso agrava trastornos mentales previos.
Factores como el estrés térmico o la alteración de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina explican parte de este impacto. Algunos estudios llegan a vincular el calor con un mayor riesgo de suicidio. Así, el verano puede alterar el clima emocional y social de una comunidad, como por ejemplo Almería, creando un caldo de cultivo perfecto para que las tensiones se conviertan en violencia.
Verano negro, mercurio rojo
El verano almeriense ha dejado tras de sí una preocupante página de crónica negra casi diaria. Solo en lo que va de temporada, los homicidios han teñido de tragedia distintas localidades cantándose hasta 7 sucesos mortales.
El 3 de junio de 2025, un joven de 22 años murió por un disparo durante una reyerta en el municipio de Adra, mientras otra persona resultaba herida. Aquel día el termómetro marcaba 25º, aunque días previos el mercurio había alcanzado los 33º. Semanas después, en la capital, una mujer perdió la vida en el barrio de San Luis a causa de una puñalada, y las primeras investigaciones apuntaron a su pareja como presunto autor del crimen. Ese día el termómetro marcaba 36,8º.
Sucesos
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El 23 de julio, otro hombre perdía la vida tras un apuñalamiento en el barrio de la Plaza de Toros, bajo un calor que llegó a máximas 32º.
El día de San Fermín, mientras media España celebraba las fiestas pamplónicas, la comarca del Poniente vivía un 7 de julio negro: un hombre fue asesinado en Tarambana, en El Ejido, y no muy lejos de allí, otra persona resultó herida por una puñalada por la espalda, aunque logró sobrevivir. No todos los episodios terminan en muerte, pero las agresiones graves también han tenido su parte de protagonismo.
Sucesos
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Francisco G. Luque
En Dalías, una discusión por un alquiler terminó con un hombre apuñalado. En Adra, un joven fue herido con un machete. En Aguadulce, otro joven recibió varias puñaladas en el Puerto Deportivo. Y en agosto, un conflicto sentimental en el barrio de Torrecárdenas acabó con un herido de bala y temperaturas que rozaban los 39 °C.
La lista de homicidios del verano se cierra en Berja el pasado 18 de agosto cuando un hombre era apuñalado en la barriada de Cerro Matadero, causándole la muerte. En aquel suceso, varios familiares de la víctima resultaron heridas de arma blanca, uno de ellos considerable gravedad, el cual fallecía días después en el hospital a causa de las heridas.
Otros años delitos veraniegos
Puede que este verano la coincidencia entre calor y violencia sea pura casualidad, dejando las teorías térmicas de Quetelet en segundo plano. Sin embargo, los datos de años anteriores muestran tendencias claras.
Entre los veranos de 2023 y 2024, los homicidios consumados pasaron de 6 a 11. Las lesiones graves y riñas tumultuarias apenas variaron (420 a 410 casos), y los delitos sexuales descendieron de 295 a 263.
Un año antes, entre 2022 y 2023, los homicidios bajaron de 8 a 6, pero las tentativas de matar a alguien subieron de 21 a 24, y las lesiones graves crecieron de 393 a 424.
Algunos de estos delitos de sangre veraniegos, no pasaron por alto en la comunidad almeriense quedando grabados en la memoria colectiva. Si echamos la vista veinte años atrás, hasta el 24 de julio de 2005, encontramos en Roquetas el caso Galdeano; y más reciente, el 23 de agosto de 2023, el barrio de Pescadería se estremeció con un crimen atroz: Zhour B. fue asesinada brutalmente por su pareja mientras daba el biberón a su bebé. Un vaivén de cifras y tragedias que parece mantener una constante cada verano.
En conjunto, las cifras muestran que cada verano la violencia contra las personas se mantiene al alza, con picos en algunos delitos y descensos en otros, pero siempre repitiendo un patrón que convierte al estío almeriense en una estación especialmente conflictiva. Y aunque las teorías de Quetelet tengan casi dos siglos, basta mirar la crónica reciente para pensar que quizá el calor no solo derrite el asfalto… también puede encender la mecha.