La Voz de Almeria

Política

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Siguiendo con las elecciones posibles del día 20-N, debemos poner el acento en el segundo cuatrienio del Presidente Zapatero que es cuando la crisis estalla con toda su virulencia, si bien sus síntomas aparecieron antes. El delirio del ladrillo encontró su clima propicio en las leyes liberalizadoras del suelo promulgadas por Aznar que condujo a la burbuja inmobiliaria. Aquí comienza el paro de mucha gente. Las grúas se quedan quietas como fantantas en medio del paisaje, los bancos no dan préstamos, los constructores se retiran a sus cuarteles de invierno. Razón, sobran viviendas. El litoral mediterráneo desde Barcelona hasta Algeciras es una buena prueba del abuso del ladrillo. Luego nos vamos enterando de que la crisis no era solo española como pretendía la propaganda del PP. La economía financiera, desprendida de la vida comercial y productiva por culpa de cuatro malvados, se extiende mediante la globalización a todo el planeta. La socialdemocracia ya no puede frenar a los mercados. Zapatero se ve obligado a llevar adelante su programa de avances sociales en fuerte contradicción con el ajuste, la prima de riesgo, los recortes y todo ese vocabulario del diablo que hemos aprendido a marchas forzadas. Aquí es donde el PP golpea con más fuerza desde la indiferencia. ¡Cómo me extraña que ahora Rajoy pida la colaboración de todos los partidos para sacar a España de la crisis! Y esto no es lo más grave. La crisis de la eurozona impone como remedio inmediato el ajuste de Sarkozy y la Merkel. A esa estrategia restrictiva debe ceñirse Zapatero con lo cual resulta que la socialdemocracia se hace de derechas sin poder librarse tampoco de las críticas acerbas del PP. Un partido que dice no subir los impuestos, que siente escalofríos cuando le hablan de imponer una tasa al patrimonio, que predica la flexibilización del despido, que predica con la boca chica la austeridad aunque no allí donde gobierna, que tiene hoy soliviantados a los profesores y a los médicos por temor a los recortes en educación y en sanidad, que apoya siempre al gran capital y que encima oculta su programa hasta la víspera de elecciones, ¿qué quiere que hagamos con él? De momento no fiarnos.

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