La Voz de Almeria

Almería

La hostelería almeriense, contra la mala educación

“Que me chisten es lo peor que llevo”

Terraza de Sobre la Marcha, en La Isleta del Moro.

Terraza de Sobre la Marcha, en La Isleta del Moro.Sobre la Marcha Café & Copas

Víctor Navarro
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Basta con sentarse en una terraza para ver la coreografía de siempre: un brazo alzado como si se pidiera un taxi, un silbido que corta el aire como si fuera una orden, o un “¡chsss!” lanzado al camarero como si viniera de fábrica con silenciador emocional. Lo hacemos casi sin darnos cuenta. Pero al otro lado de la barra hay alguien que, a 35 grados, corre, anota, sirve, escucha y traga saliva. No es solo un camarero. Es una persona. Y empieza a estar harto.

A veces, el mayor desafío de un camarero no es servir rápido, sino aguantar gestos que duelen más que un doble turno. “No me gusta que me silben como si fuera un perro”. “Que me chisten es lo peor que llevo” son algunas de las impresiones recogidas por algunos camareros y camareras de la provincia. Sobre todo, aquellos que trabajan en las trincheras de las localidades costeras más concurridas.

Por eso, la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de Almería (ASHAL), junto con el Ayuntamiento de Almería, ha lanzado una campaña bajo un lema tan directo como necesario: “Los hosteleros hacen tu verano. Haz que el suyo también sea genial”.

Mensaje de empatía

El mensaje es claro: el verano no solo lo protagoniza quien lo disfruta, sino también quien lo trabaja. La campaña invita al comensal a practicar algo que se nos olvida cuando tenemos hambre, calor y prisa: la amabilidad. “No sentimos que el cliente tenga mala educación, pero una sonrisa, un gracias o simplemente esperar tu turno pueden cambiarle el turno a quien te atiende”, explica un camarero de un conocido establecimiento del puerto.

La campaña no va de reproches, sino de recordatorios. Se enmarca en plena temporada alta, cuando las terrazas están a rebosar y el personal va a mil por hora. “Cuidemos de ellos como ellos cuidan de nosotros”, apuntan desde ASHAL.

Con esta iniciativa, se pretende no eximir al profesional de la hostelería de exigencia, sino de generar un hálito de empatía al cliente respecto a la persona que la está atendiendo en temperaturas y demandas extremas, ya que la hostelería en plena temporada alta es un termómetro social: cuando el ambiente se caldea, lo primero que salta no es la tapa, es el trato. Porque aunque “el cliente siempre tenga razón”, como reconoce otro veterano de la bandeja, “un poco de amabilidad no debería depender del estrés o el calor”.

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