Desde hace varios años, vengo observando (soy muy observador en mis viajes, tanto de trabajo como de placer) el crecimiento económico de los negocios de atención a visitantes (turistas o no), especialmente, en los mercados de las grandes ciudades. Me voy a detener solamente (de momento) en Madrid y especialmente, Valencia quizá los dos mercados más fáciles de comprobar para nuestros lectores. 

En Madrid, el Mercado de San Miguel, es una institución que, a cualquier hora del día, está completamente llena de visitantes, tanto españoles como extranjeros, aunque éste es un hecho conocido, dada la continua llegada de visitantes a la capital de España, sus atractivos, están fuera de toda duda. Ahora bien, desde hace unos dos años, en el Mercado Central de Valencia, una auténtica joya del patrimonio valenciano (y español), ya que aquí el independentismo, es una sandez contrastada para la mayoría tiene casi una decena de puestos, otrora de venta de frutas, hortalizas o pescados que, a consecuencia de la inteligencia y visión de negocio de sus propietarios (uno de ellos almeriense), se han convertido en auténticos restaurantes (de tapas, diría yo) en los que se sirven ostras, almejas, gambas y erizos de mar especialmente, acompañados de cava y vinos blancos de la tierra (muy buenos, por cierto) en la zona del pescado; y de comidas, propias de la tierra como son la paella, el arroz del “señoret”, el arroz a banda, el “all i pebre” y otras delicias valencianas, con vinos valenciano y cervezas, también valencianas, que hacen las delicias de cientos (a veces miles) de visitantes. 

Los precios, módicos para Valencia y más o menos en consonancia con los de nuestra tierra almeriense que, si exprimiera y utilizara el ingenio, no tendría (más bien, no tiene) nada que envidiar, sus pescados y sus vinos autóctonos, son de los grandes de España. Hoy precisamente, después de varios años observando y comentando el hecho, he visto en esos puestos, más de doscientas personas ¡Sí, doscientas y puede que más! Todos, repito ¡Todos!, extranjeros en visita a la ciudad del Turia, al haber en el puerto atracados dos o tres transatlánticos. Y no solo era en estos lugares de reciente creación, sino que los monumentos de la ciudad del Turia (“Valencia del Cid” para los que vivimos la historia), están completamente llenos de visitantes. 

Nuestra ciudad, Almería, sin la gran extensión de Valencia, tiene sobrados monumentos y lugares de importancia básica y fundamental en la historia de España como para recibir a miles de visitantes que, en viajes organizados (los cruceros lo son) aportarían una nueva línea de ingresos y de prestigio a nuestra tierra. Los Millares, la Alcazaba, la Catedral, los Aljibes, el Cable Inglés, la bahía de Almería, puedo afirmar que entre las tres o cuatro más bellas del mundo, las playas de Levante, sin parangón en Europa y las Alpujarras, de imágenes conocidas, pero poco visitadas, y con todo ello, la hospitalidad de los almerienses y su gastronomía, inigualable en Europa. 

Hay que presionar al gobierno que no tiene olvidados; y los diputados andaluces, son muchos, aunque hasta hoy no se hayan destacado por su lucha en pro de nuestra tierra, podrían conseguir los que es una posibilidad a su alcance. Los catalanes con tan solo siete diputados, están consiguiendo mucho más, pero aquellos, sienten en sus entrañas la tierra que los vio nacer y algunos, la que los adoptó. Hoy los diputados andaluces, tanto del PSOE como del PP y de VOX, tienen la oportunidad de dejar constancia de lo que, hasta hoy, no han demostrado; luchar por Andalucía, quizá esté predicando en secano, pero es la verdad ncesaria.