La Voz de Almeria

Almería

La ruta de los palos de la luz y los cables a la remanguillé

El casco histórico arrastra viejas heridas que lo siguen condenando

Palo de la luz y cableado tercermundista en el barrio de la Almedina.

Palo de la luz y cableado tercermundista en el barrio de la Almedina.Eduardo D. Vicente

Eduardo de Vicente
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Qué ciudad tan particular la nuestra, donde primero nos quitan el puerto y cuando los mismos que lo cerraron nos lo quieren devolver lo hacen colgándose medallas como si fueran los salvadores de esta pequeña patria. Qué ciudad tan peculiar que celebra el arreglo de su principal avenida, algo tan simple como poner un pavimento nuevo y que no pasen los coches, como si fuera la madre de todas las obras, lo nunca visto, la prueba indiscutible de la bondad y la eficacia de los políticos que nos gobiernan.

Qué Almería tan singular, que por un lado muestra orgullosa su sinfonía de obras que pretenden cambiar la ciudad para siempre y por otro oculta sus heridas, esas cicatrices que la siguen condenando a la vista de los visitantes y de los propios vecinos.

Mientras inauguramos parques y miradores y pregonamos puerto y Paseo, nuestro casco histórico sigue sufriendo el abandono de siempre, ese que reside en lo que algunos consideran los pequeños detalles. Podíamos hacer en nuestra ciudad una ruta para dar a conocer mejor ese extraordinario conjunto monumental que forman los palos viejos de la luz y los cables a la remanguillé. El que partiendo del Paseo entra en la calle Trajano camino de la Catedral, lo primero que se encuentra es el espectáculo de un poste de madera con una sinfonía de cables, a todas luces impresentable, rematada por el pésimo estado del pavimento que nos recuerda a las peores calles de los años setenta. La ruta de los palos de la luz continua por el barrio de la Almedina, donde se pueden encontrar auténticos monumentos. Subiendo por la calle Descanso, por donde pasan a diario cientos de turistas camino de la puerta principal de la Alcazaba, aparece el palo de la calle Aurora, que con su caótico entramado de cables parece una imagen sacada de una ciudad en guerra. En cierto modo, esta zona del casco histórico vive en guerra desde hacé décadas por muchos arreglos que hagan en el entorno de la Alcazaba. El pasado lunes, veinte familias se quedaron sin luz durante cuatro horas de la noche en la calle Molino Cepero porque uno de los revoltijos de cables que salen de las fachadas acabó ardiendo.

Los vecinos

La calle Trajano, junto al Paseo, exhibe un espectáculo de cables.

La calle Trajano, junto al Paseo, exhibe un espectáculo de cables.Eduardo D. Vicente

Una guerra diaria es la de los vecinos que tienen que soportar a los ‘rebeldes’ que ponen la música a todo trapo y el perfume que sale de algunos ‘terraos’ donde se cultivan plantas prohibidas. Una guerra es la de los cortes de luz que provocan los enganches ilegales y la presencia de ese edificio quemado que lleva ya más de dos años abandonado en la subida de la calle Almanzor esperando una respuesta del Ayuntamiento, que tanta prisa se dio en su día para desalojarlo.

Puestos a recuperar el casco histórico se podía hacer una ruta turística por todas las miserias que siguen pendientes y que pasan desapercibidas para nuestros gobernantes: los contendedores de basura colocados delante de fachadas de edificios monumentales, las esquinas de las casas mojadas por los orines de los perros, la antena gigantesca de telefonía móvil que permitieron colocar en el edificio más alto de la calle de la Reina, provocando una contaminación visual sin precedentes, la imagen tercermundista de la Plaza Cepero dos años después de que se remodelara a bombo y platillo, los palos de la luz y el cableado miserable, el olor a droga o el mal estado del pavimento de las calles principales donde se forman lagunas cuando caen cuatro gotas de agua. Ese gran cambio de ciudad que se pregona a bombo y platillo, choca de bruces con esta otra realidad de la Almería profunda.

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