Mujer y migrante: los desafíos invisibles de las latinas en Almería
A finales de 2024 Almería contaba con más de 20.000 inmigrantes empadronados, de los cuales la mitad eran mujeres

Retrato ficticio de una mujer migrante realizado con inteligencia artificial.
"Una mujer inmigrante víctima de violencia de género no se suele atrever a denunciar. Esa colombiana o venezolana sin papeles que sufre maltrato o de la que abusan en su trabajo tiene miedo de que la deporten si recurre a vías legales. No sabe hasta qué punto eso es un mito, no tiene información ni herramientas". Este sentimiento de completa indefensión que describe Débora Poggi, una abogada argentina que colabora en la sección de Migración de Cruz Roja en Almería, es una realidad asfixiada bajo cifras irreales a las que nadie pone rostro.
En la ciudad de Almería había a finales de 2024 alrededor de 24.600 extranjeros empadronados, mitad de los cuales eran mujeres. Entre estas, las nacionalidades que más abundan, solo después de las marroquíes, son colombianas, venezolanas y argentinas; todas latinas: "Me entristece mucho saber que cada vez somos más fuera de nuestra Argentina, pero lamentablemente es una realidad", reconoce Poggi, que también es conocida en redes sociales como @inmigranteclaseb.
Rehacer la vida desde el desarraigo
La mayoría de latinas que como Débora llegan a Almería lo hacen con una doble losa sobre los hombros: la de ser migrantes y la de ser mujeres, mujeres alejadas de los suyos. Y es que hoy en día la inmigración desde América Central y del Sur se ha feminizado: "Suelen venir ellas solas y ya tiempo después se intentan traer a sus familias. Ese desarraigo con la familia nos afecta muchísimo, y aún más en los casos de las mujeres que necesitan generar dinero aquí para poder enviarlo a sus países de origen y sustentar así a sus hijos o a sus padres", explica la argentina.
La maternidad a distancia es uno de los grandes desafíos de nuestras protagonistas, que, en muchos casos, se pierden la infancia de sus hijos viendo crecer a los de otras madres: "A las latinas se las contrata sobre todo para labores de cuidados del hogar y de limpieza, un oficio totalmente precarizado" en el que acompañan a ancianos y a niños en lugar de a su familia, a miles de kilómetros.
Tampoco es idílica la situación de aquellas mujeres que logran traerse consigo a sus pequeños: “Criar sin red de apoyo es muy difícil. Al contrario de en nuestros países, aquí muchas están solas, sin nadie que las respalde, y eso las obliga a hacer malabares entre el trabajo y la maternidad”, explica la abogada. La gran presión por la complejidad de la conciliación se suma a la precariedad de los sectores laborales en los que se ven obligadas a moverse.
Marcadas por la precariedad
Limpiando casas, atendiendo a personas mayores, trabajando en la hostelería o envasando tomates: son pocas las salidas que en un primer lugar las latinas encuentran en Almería. Son empleos feminizados y en muchos casos no regulados, donde la frontera entre lo laboral y lo personal se difumina hasta el abuso: "En el caso de las internas, duermen en la casa de la persona a la que cuidan, están disponibles 24/7 y cobran poquísimo porque sus empleadores alegan que están consumiendo su luz y su wifi”, denuncia Débora.
A esta situación se suma el problema de los papeles. Sin permiso de residencia ni de trabajo, es casi imposible acceder a un empleo regulado. Esto deja a muchas mujeres en una situación de dependencia económica extrema y las hace más vulnerables a la explotación y a la violencia: "Las que se ofrecen, por ejemplo, en Milanuncios, a trabajar cuidando personas o limpiando casas, reciben muchísimos mensajes preguntándoles si ejercen la prostitución, porque se vinculan sus países de procedencia con ese oficio. Esos estereotipos las introducen en la marginalidad".
Y es que otra problemática que afecta de lleno a las inmigrantes latinas es la sexualización a las que se ven sometidas debido a su lugar de origen. Según un informe publicado por el Gobierno de España, el menos 114.576 mujeres se encuentran en situación de prostitución en el país ibérico, de las cuales el 51% se describe como “latinas”, siendo las colombianas el grupo más numeroso
Esta es una de las razones por las que a la abogada argentina le molesta tanto los comentarios racistas que mujeres como ella reciben desde que ponen el pie en territorio nacional: "Nosotras venimos aquí a trabajar y accedemos a empleos mal pagados porque no nos queda otra. Es eso o nada. Solemos venir solas y no tenemos familiares o amigos que nos brinden apoyo habitacional". Es su respuesta a aquellos que en tantas ocasiones la han atacado con frases como "Venís aquí a quitarnos el trabajo".
La clave para resistir
A pesar de todo, las mujeres latinas en Almería no están solas. En los últimos años han surgido redes de apoyo y organizaciones que las acompañan en su proceso de integración. Más allá de las redes sociales y la ayuda legal, informativa, psicológica y laboral que les brinda la Cruz Roja almeriense, también existen lugares seguros como la organización Huellas Migrantes, una asociación que brinda asesoramiento y apoyo a mujeres migrantes, refugiadas, solicitantes de asilo y a víctimas de violencia de género, siempre con el foco puesto en las mujeres que llegan desde otras partes del mundo.
Aunque los obstáculos son muchos, cada día hay más voces como la de Débora que trabajan para visibilizar sus problemas y buscar soluciones. Mientras tanto, seguirán escribiéndose historias de desarraigo y, en el mejor de los casos, de resiliencia.