Nueve contra doce, pero con el escudo en el alma
El Almería se gana otra vez a su afición con orgullo y coraje

Cuando los futbolistas del Almería se ponen el mono de faena no tienen rival.
Hay que apuntarse a este Almería y si alguien está de acuerdo que se una a esta filosofía. Se ha criticado mucho la falta de garra de los futbolistas de Rubi y del propio entrenador, pero lo pueden conseguir y está en sus manos. En ese equipo capaz de defender como nunca con nueve jabatos en el campo y aguantando un arbitraje que le daba un plus al Cádiz. Así se puede perder, muriendo por el escudo y dejando el nombre de Almería en todo lo alto. Cuando quieren son los mejores y en el Mirandilla no les dejaron.
Un Almería grande por los campos de España, dando la talla y luchando por unos colores. Abrazados a una idea dando imagen de unidad. No es fácil ponerlos de acuerdo y ha llegado la hora de apostar por ellos mientras las matemáticas le asistan. Nadie les va a regalar nada, seguirán pitando los mismos árbitros y habrá un distinto rasero, implacable con el Almería y permisivo con su rival. Da igual. Estar con ellos hasta el final porque en Cádiz se lo ganaron en ese 9 contra 12 que les hizo grandes.
Con el Almería que se vio en Cádiz la afición volverá al campo y seguirá soñando con el Play Off, que es lo que queda. Le va a dar cariño a los futbolistas en el campo y se buscará el pleno en el Mediterráneo porque en Anduva no va a ser sencillo. Cuando un equipo lo da todo nada se le puede reprochar.
Vale que se equivocaron en los dos goles del Cádiz, aunque hasta ese momento su forma de defender era impecable haciendo soñar con una gesta. Porque dice el corazón que de haber ganado en Cádiz con 9 a este equipo nadie lo hubiese parado hacia Primera. Ahora toca seguir tan unidos y contagiando a los aficionados. Jugar nueve contra doce es imposible.
Es el Almeria el que enciende a la afición y los que fueron a Cádiz pudieron ver la mejor versión de los futbolistas más caros de la historia, que cuando salen al campo enchufados lo son y lo demuestran. Hay mucho que aplaudir al Almería del viernes porque luchó por un escudo y sacó el orgullo de su afición muriendo con las botas puestas. Cuando quieren son los mejores.
Orgullo
Las batallas morales nunca consuelan como lo de ser mejores y perder. Dame pan y dime tonto que dice el refrán, porque el fútbol no va de románticos. El equipo que entrena Rubi las ha dado de todos los colores esta temporada y le faltaba esa versión ‘jabatos’ en el campo y salía a relucir en el Nuevo Mirandilla. Almería se siente orgullosa viendo competir a su equipo porque jugaron 9 contra 12 y así es imposible. Lo normal era perder pero nadie puede acusar a los futbolistas de bajar los brazos ante la adversidad de un pésimo arbitraje. Bravo por el Almería que viene.
Escudo
Tantas veces clamando por eso de morir por una camiseta y salió a relucir en Cádiz con unos futbolistas contra todo a los que no se les regaló nada. Los que viajaron como lo que se quedaron en casa saben que con esta forma de competir se puede subir a Primera División: si los dejan, claro. El escudo pesa con toda la historia detrás, y lo han defendido con honor unos futbolistas hundidos por la derrota que aplaudían a rabiar a sus seguidores, a los que Ontiveros dedicaba una peineta que le deja en mal lugar, siendo un gran profesional. Se equivocó.
Botas
Siempre se ha dicho en el mundo del fútbol como en el militar que el uniforme, la bandera y las botas son sagradas, y toca siempre morir con ellas puestas. Justo lo que hizo el Almería en Cádiz para alegría de una afición clamando justicia por ellos por su entrega y amor a unos colores. Esa unión que ahora destila el equipo va a ser clave para el ascenso. No hay que perder la fe en ello porque estamos ante el club de los imposibles. El de los capotazos de la Virgen del Mar y de los ascensos “estrambóticos”, que dice Rubi. El equipo vuelve a encender a la afición.