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El hombre que cambió la historia de la inclusión en Almería: Paco Navarro y sus 30 años de trabajo

Entró en Asalsido como un padre en busca de apoyo y se convirtió en un pilar fundamental de la asociación durante tres décadas

Francisco Navarro el día de su jubilación.

Francisco Navarro el día de su jubilación.La Voz

Elena Ortuño
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"Cuando te dicen que tu hijo tiene discapacidad, sientes que todo tu mundo se hunde". Francisco Navarro (Paco para todos los que lo conocen) no fue la excepción y así lo reconoce con franqueza. Desamparado por el sistema sanitario y educativo, siguió las recomendaciones que le trasladaron al nacer su pequeño: "Dirígete a la Asociación Almeriense para el Síndrome de Down [Asalsido]". 

Allí encaminó sus pasos, con la cabeza repleta de incógnitas y el corazón encogido, buscando apoyos que no había encontrado en ningún otro lugar. "Llegué como padre de un niño con discapacidad, por necesidad, y encontré ayuda, comprensión y ánimo. Todo lo que necesitaba para levantarme", reconoce el que poco después de su llegada ya era elegido como presidente de la asociación -para luego ascender a gerente-.

Hoy, 30 años después, Paco Navarro se despide de Asalsido. Se jubila. O al menos en la teoría, ya que en la práctica, reconoce, le costará un poco más: "Desde que dejé el mando en manos de Pedro Gómez, no he podido evitar asomarme por aquí de vez en cuando. Me va a costar despegarme, porque son muchos años", ríe.

La fiesta sorpresa de jubilación de Francisco Navarro demostró la gran familia que ha logrado formar en Asalsido.

La fiesta sorpresa de jubilación de Francisco Navarro demostró la gran familia que ha logrado formar en Asalsido.La Voz

Una sorprendente evolución

Cuando Paco empezó en la asociación, había dos personas contratadas a tiempo parcial: "En aquel entonces, compartíamos una habitación en el piso donde hoy viven algunos de los chicos. En la actualidad somos más de ochenta profesionales, todos trabajando para que las personas con discapacidad vivan mañana un poquito mejor de lo que lo han hecho hoy".

Bajo su presidencia primero y su gerencia después, se alcanzaron conquistas que bien podrían considerarse históricas para el colectivo. Desde una nueva sede hasta la integración laboral de las personas con síndrome de Down y su futuro en el Residencial 21, Navarro deja la asociación con una gran satisfacción: "Hoy las personas con síndrome de Down trabajan, deciden, son más autónomas y más independientes".

Paco Navarro en una de las actividades de la asociación.

Paco Navarro en una de las actividades de la asociación.La Voz

El Residencial es la respuesta a un miedo que echa raíces en todas las casas en las que llega la discapacidad: qué va a ser del hijo cuando los padres falten. Hecho realidad antes de lo esperado, es una inyección de esperanza: "Antes las personas con síndrome de Down no sobrevivían a sus padres; ahora son más longevos y nos enfrentamos a nuevos retos como el Alzheimer. El Residencial actúa como un flotador", explica el exgerente. 

La lección

Paco echa hoy en falta que los chicos lo busquen por la mañana para desearle los buenos días. Añora las carcajadas, los buenos momentos y los cariñosos abrazos que a veces recibía sin explicación. Acumula cientos de anécdotas y recuerdos que se lleva consigo. Pero, sobre todo, guardará con celo las lecciones aprendidas durante las últimas tres décadas.

"Al principio me costaba abrazar a mi propio hijo. Abrazaba su discapacidad, no a él"Francisco Navarro

Y es que antes de conocer aquel mundo, tenía una idea preconcebida sobre las discapacidades, muy alejada de la realidad. Una idea que hizo complicados sus inicios: "Recuerdo que al principio me costaba incluso abrazar a mi propio hijo, porque no estaba abrazándolo a él, estaba abrazando la discapacidad. Y eso es muy triste", lamenta, para después explicarse mejor: "Al principio no ves a la persona, ves la enfermedad. Con el tiempo aprendes a ver a la persona que hay detrás". 

Desde los 90, la visión social sobre la discapacidad ha evolucionado. Si bien aún queda un largo camino por recorrer, hoy las personas afectadas se encuentran más cerca del resto: "Se les ve trabajando, saliendo, disfrutando de la vida. Antes una persona con discapacidad de 40 años se encerraba en su casa". 

Paco continúa recordando sus logros a través de una voz teñida de vivencias y experiencia. Sabe que va a echar de menos el día a día, porque más que un trabajo, Asalsido era su relación más humana y profunda. Cuando se le pregunta por un consejo final para aquellos que se enfrenten por primera vez a la discapacidad, no lo duda: "Hay que tratarles como personas, con respeto y según su edad. A un adulto, como un adulto; a un niño, como un niño. Se trata de normalizar", concluye.

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