Este es el comercio que alimentó a Almería en la posguerra y sigue vivo 93 años después
Casa Blanes pasó de usar cartillas de racionamiento tras la Guerra Civil a tener los mejores frutos secos de la capital

Antonio Sánchez Blanes, junto a su hija Paula en Casa Blanes.
Hace unos años tanto las redes sociales como los medios de comunicación se hacían eco de que los millennials reclamaban con cada vez más frecuencia tiendas que vendieran productos a granel. Resultaban más ecológicos y suponían un menor gasto de dinero y desperdicio alimentario. Razón no les faltaba, pero el único error que cometieron fue venderlo como una novedosa moda que cada vez ocupaba más hueco en las grandes ciudades.
Pues bien, no era una moda ni nada novedoso, y un claro ejemplo de ello es Casa Blanes de Almería, la tienda de ultramarinos y comestibles que no ha perdido su esencia de comercio local donde se venden productos al peso desde que fue fundada en 1932.
Hace casi un siglo, en concreto 93 años, cuatro hermanos llegaron de Instinción a la capital para emprender un negocio, una pequeña tienda en la Rambla Obispo Orberá 14 que al final no resultó tan pequeña. "Era una tienda solo dedicada a la alimentación. Pero no solo vendían aquí, también distribuían a otras tiendas de la capital y también de la provincia", cuenta Antonio Sánchez Blanes, actual dueño del comercio y quien comparte por casualidad el apellido con los fundadores.
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Traslados y encargos
Cualquiera diría que esta pequeña tienda serviría para aprovisionar a otras. Durante décadas fue un pequeño pero precioso rincón con estanterías que cubrían sus paredes de abajo hasta arriba llenas de legumbres, especias y frutos secos, tras un mostrador que en algún momento de la línea del tiempo cambio su color verde por ese rojo tan característico que todos los almerienses recuerdan.
Y no solo eso, a pesar de tener un espacio reducido, el negocio de Eduardo, Guillermo, Manuel y Andrés Blanes jugó un papel muy importante en la posguerra pues alimentó a todos los almerienses que así lo necesitaran mediante las cartillas de racionamiento.
El tiempo pasó, y en aquella tienda custodiada por la Virgen María quedaron tan solo Eduardo y Guillermo, hasta que en 1986, con tan solo 17 años, Antonio Sánchez entró como aprendiz.
"Tras mi servicio militar Eduardo murió. Sus hijos y su viuda se quedaron con Casa Blanes. Yo me quedé como encargado", recuerda el actual dueño de la tienda. "Sus hijos no tenían porqué haber mantenido abierto el negocio pero así lo quisieron. Era un comercio muy conocido y muy querido por todos los almerienses. El cariño de la gente por Casa Blanes hizo que siguiera funcionando", cuenta Antonio Sánchez, en quien confiaron entonces los propietarios herederos para gestionar la tienda.
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Años más tarde, los hijos de Eduardo Blanes decidieron vender el negocio, pero no querían entregarle tantos años de historia a cualquiera. ¿Y quién iba a ser mejor que Antonio Sánchez para preservar el legado de uno de los comercios de comestibles más antiguos de Almería?
El traspaso se produjo allá por el año 2013 o el 201, según logra recordar Antonio Sánchez. Fue en ese momento cuando comenzó uno de los cometidos más bonitos de Antonio: mantener viva e intocable la esencia de Casa Blanes.
Un legado que perdura en las generaciones
Y sin duda, lo ha logrado. Pese a la mudanza forzada de su local original a la calle Juan Lirola 3 en 2023, Sánchez ha mantenido los mostradores originales, aunque eso sí, ahora son verdes en honor al color que decoraba la tienda durante sus primeros años de funcionamiento y por supuesto, la inigualable cantidad de sus productos. No en vano se dice que los mejores frutos secos son de Casa Blanes.
"Vendemos a granel especias, frutos secos, especias y vermut. También tenemos legumbres y chucherías. En temporada traemos tripas para hacer embutido, preparamos 'testamentos' (mezcla de especias para aliñar los embutidos), y por supuesto, en Navidad traemos el mejor turrón de España", cuenta Antonio Sánchez.
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Asimismo, Casa Blanes tiene un amplio surtido de conservas de primerísimas marcas, mieles, harinas y otros productos de España y como no, Almería. "Apostamos mucho por el producto local y el nacional. Aún así, siempre queremos ofrecerle lo mejor al cliente, por eso también traemos furtos secos de otros países. Para que quien venga a la tienda también tenga opción de elegir", destaca el propietario.
En contra de lo que puede parecer, tras tantos cambios y la modernización de los tiempos, Casa Blanes de ahora conserva mucho de la Casa Blanes de antes: una antigua balanza, una imagen de la Virgen María, el mostrador, la maravillosa habilidad de Antonio de liar cartuchos de papel con las manos en un tiempo récord y por supuesto, lo más valioso, a los clientes que conocen Casa Blanes desde que se tenían que poner en puntillas para alcanzar a ver al señor que había detrás del mostrador.