La historia no solo se cuenta en libros. El paso del tiempo también queda inscrito en imágenes, tradiciones, utensilios antiguos y una fuente de mármol blanco, recuerdo de las viejas costumbres de las confiterías de toda la vida, como la que hay en la cafetería ‘El Once de Septiembre’, de la calle Concepción Arenal en el centro de la capital.

Además de ser una joya de la repostería almeriense, esta confitería es un vivo testigo de todo lo que ha ocurrido en Almería desde finales del señorial siglo XIX. Fundada en 1891, por don Francisco García, natural de Gádor, y su esposa, doña Ignacia Gómez, en primer lugar en la Rambla Alfareros, ya su nombre se corresponde con un hecho histórico: la devastadora riada que arrasó gran parte de la ciudad aquel fatídico 11 de septiembre.

En homenaje a los fallecidos y como símbolo de resiliencia, los fundadores de esta confitería decidieron llamarla de esta forma casi sin saber que, precisamente la resiliencia, sería la característica clave que le haría sobrevivir hasta el sol de hoy.

En 134 años de vida, El Once de Septiembre ha sido testigo de la pérdida de colonias, epidemias, como la de la gripe española o el covid, guerras y crisis, y pese a tenerlo todo en contra, el negocio fue capaz de crecer y expandirse, primero a una nueva sede en la calle Castelar, ubicación en la que hoy sigue en funcionamiento.

Resiliencia, la clave de un negocio centenario

¿Y cómo lo logró? En un principio, haciéndose notar con un vagón de crocanti gigante para celebrar la llegada del ferrocarril a la ciudad, y cuando llegó la escasez de la Guerra Civil, llenando las vitrinas de la confitería no solo con dulces, sino con productos de primera necesidad como alpargatas, sombreros y colonia artesanal, elaborada por la tía Paca con la ayuda del químico don Francisco Carretero. Al finalizar la guerra, Elvira y Carmen, las nietas del fundador se hicieron cargo del negocio, hasta que en 1999 tomó el relevo Joaquín Gallardo, el actual dueño de las confiterías.

Ahora, es él junto a su esposa Mari Carmen Orta y sus hijos Iván y Melani los encargados de preservar intacta la tradición que ha definido a este negocio centenario durante décadas.

Compromiso Combinando la elaboración artesanal y productos al 100% naturales, sin conservantes ni colorantes, con un poco de innovación para mantener viva es institución almeriense adaptándola a los nuevos gustos y tiempos sin perder la esencia de lo tradicional, esta familia, gran apasionada de la repostería, también ha mantenido el compromiso con todos sus clientes.

Un sueño convertido en un legado

“Cada mañana nos levantamos bien tempano para preparar las piezas que se van a consumir ese día, tanto las que se van a vender en los tres locales, como las que se van a repartir entre los clientes particulares, hoteles, cafeterías, restaurantes, caterings y eventos especiales”, cuenta Joaquín Gallardo.

Según los maestros reposteros, Joaquín e Iván, la actitud mueve montañas. Y es eso lo saben ellos muy bien. “Todo esto es el sueño de un chaval de las 500 viviendas que quería tener su negocio”, cuenta Iván Gallardo en referencia a su padre, quien gracias a un duro trabajo ha plantado la semilla de la pasión en sus hijos que hará que El Once de Septiembre, perdure al menos, 100 años más.

Una historia de sacrificio

Sin duda, la historia de El Once de Septiembre es muestra de que el trabajo y el sacrificio, al igual que la suma del talento y la constancia dan los mejores resultados.

Los dulces de esta confitería centenaria no solo han trascendido las fronteras municipales y provinciales, sino que se han hecho conocidos en todo el país.

“Cuando llega FICAL, muchos de los actores invitados pasan por la confitería y nos cuentan que han escuchado hablar de nosotros”, dicen los de El Once de Septiembre.

Y es que al parecer, esta pastelería centenaria no solo es el centro de peregrinaje de las celebridades durante el Festival del Cine. Muchos de los rostros más conocidos de la pequeña y gran pantalla española, como José Coronado o Santiago Segura se han parado frente a sus vitrinas en cuanto han tenido un momento libre para escapar de las cámaras.

Y no son los únicos, pues incluso el actual rey, Felipe VI, y el emérito han tenido la oportunidad de probar los postres preparados con la experiencia y la dulzura de Joaquín Gallardo.