Stefano Grondona estuvo en la Casa Museo Antonio de Torres, en La Cañada, en 2006, y ahora vuelve a ella, 19 años después. Se detiene, sosteniendo el estuche con su guitarra, construida aquí por el gran violero almeriense, y mira alrededor. “Sí”, casi murmura, “es como cosechar el fruto de los 20 años que han pasado. La primera vez fue como un encuentro con algo que ni sabía si podía existir, y ver dónde Torres construía y ponía las guitarras, la luz que entraba por las ventanas… Eran cosas más… juveniles, digamos”.

Sonríe y deja el instrumento sobre un arcón de madera en el salón. “Ahora que tengo 20 años más, y una trayectoria con tantos discos, tanta música y tantas guitarras de Torres, uno reconoce que…, que vuelve. Es como volver a una casa ancestral, a un punto que fue referencia. Este viaje tiene un significado más profundo. Me ha emocionado”.

Grondona, uno de los guitarristas más importantes de nuestro tiempo, y uno de los mayores conocedores de los instrumentos de Torres, ha regresado para las VIII Jornadas Antonio de Torres, organizadas por la Sociedad Guitarrística de Almería, y ofrecido un concierto en el Claustro de la Catedral justo en el cumpleaños 208 del ‘padre’ de la guitarra, tal y como la conocemos hoy. Un homenaje en toda regla. “También estoy en una época en la que uno hace un resumen de lo que ha hecho, e invierte en…, más que un futuro, ya es un presente más inminente, y tengo que invertir todo el espesor de la experiencia que he acumulado…”.

Guitarras

La vez anterior tocó la guitarra 111 de Torres, de 1887, y ahora ha traído la 107, del mismo año, de ciprés, “más sencilla, a su manera”, dice mientras la saca y afina para una grabación. Le digo que, aun así, en el concierto ofreció un repertorio con música de varias épocas. “Yo quería comunicar algo”, responde, “idiomas diferentes, la potencialidad… Para mí, ir a Torres no es un retorno al pasado, sino pasar por el pasado para ir al futuro”.

La guitarra de Torres “es un instrumento musical, y como tal he querido utilizarla. La trascendencia del constructor es saber hacer un instrumento abierto a la música, y esta se cumple a través de relaciones de sonidos, no simplemente tocando una guitarra, o un violín…”.

Y Torres la hizo aquí, le digo, con unos pedazos de madera y cola, y unas herramientas simples… “Madera, cola, y aire”, interrumpe Grondona, sonriendo. “Bueno, Torres es un artista, y un artista intuye lo verdadero. Su guitarra no es de alta precisión constructiva, es un instrumento que se cumple en su integridad. Porque el fondo pertenece a la tapa, y los aros, al mango, y este, al puente, y este va con la pala… No es una simple suma de factores, sino que se pertenecen”.

Para la grabación de hoy ha escogido un tema de Julián Arcas, el gran guitarrista almeriense, amigo de Torres sin cuya colaboración, según muchos, no se puede entender el legado del constructor. “Yo creo, más bien, que no se puede entender a Arcas sin Torres”, dice Grondona. “Es interesante, porque, generalmente, el constructor se mueve con la música y los músicos de la época. Y sí, hay dos personalidades, Torres y Arcas, que se encuentran e inventan el sonido de la guitarra, y, si queremos, también una españolidad. Pero, en mi opinión, Torres es un personaje trascendente. Yo creo que Arcas intuyó la potencialidad de la guitarra inventada por él, y toda su música se demuestra escrita en ella”.

Relaciones

Grondona toca para la grabación una y otra vez, hasta que queda satisfecho. Al fin, mientras guarda la guitarra, no puedo dejar de preguntarle: Todos dicen que Torres era un genio, pero… ¿por qué? ¿Qué tienen sus instrumentos?

“Es que, a través de la guitarra, él deja un sonido que se convierte en música si uno le propone música”, dice. “Porque, si no, es una guitarra normal, y hay guitarras que parecen mejores que las Torres, así, juzgadas individualmente. Pero, en mi opinión, Torres es quien accede a un sonido direccionado a la música, si el músico es capaz de hacer música”.

“Sus instrumentos me dicen que los sonidos que vienen de allí son relacionables y posibles de ser convertidos en el proceso musical. Que es otra cosa del instrumento. Por eso, entender el verdadero valor de estas guitarras, no es copiarlas, sino entender a dónde podía llegar él, o a dónde se puede llegar”.

¿Cree que debería reconocerse a Torres en Almería? Piensa un momento. “Recuperar a Torres no es fácil. Es cierto que ya la gente conoce su nombre, pero los guitarristas no tocan sus guitarras; y no porque valen mucho dinero, sino porque hoy se tocan otros instrumentos. Almería tiene, simplemente, que respetar la magnitud de un artista que le pertenece, pero que, en realidad, trasciende los confines de España”.