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La almeriense que bailó en Egipto para denunciar el maltrato animal: "Es un circo de los horrores"

Recurrió al flamenco para alzar la voz frente a las "atrocidades" cometidas contra los camellos y caballos utilizados por los turistas

Ángela Alonso, bailadora y defensora de los animales, durante su reivindicación en Egipto.

Ángela Alonso, bailadora y defensora de los animales, durante su reivindicación en Egipto.

Elena Ortuño
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Detrás de los idílicos paseos entre dunas y pirámides milenarias que tanto aparecen en los vídeos y fotografías más envidiados de Instagram se esconde una realidad que pocos imaginan: camellos y caballos sometidos a jornadas durísimas, heridos y explotados sin consuelo ante la mirada de miles de turistas. 

Entre aquellos animales caminó a sus 28 años Ángela Alonso, una almeriense afincada en Londres que quedó devastada ante la estampa. Ese contacto directo con la situación real del turismo egipcio marcó un antes y un después en su vida.

"Me quedé traumatizada. Nunca lo he podido olvidar", recuerda; una sentencia que demostró ser cierta el pasado noviembre, Día Internacional del Flamenco. Con un móvil, una coreografía y las pirámides de Giza de fondo, Alonso bailó hasta perder el aliento en una danza sentida, vestida de negro, en duelo por los animales que han muerto de extenuación. El mensaje estaba claro: "¡Basta ya!". El objetivo: hacer una protesta viral.

Una panorámica de uno de los paisajes más impresionantes de Egipto.

Una panorámica de uno de los paisajes más impresionantes de Egipto.La Voz

Un vínculo especial con los animales

Su lazo con los animales no es aprendido, sino innato. "Crecí en una Almería en la que las calles estaban plagadas de perros callejeros. Yo siempre los alimentaba, cuidaba y les ponía nombre. No me daban miedo como al resto de niños", sonríe. Su activismo no nace así de una moda reciente, sino de una empatía temprana y profunda.

Esa sensibilidad infantil terminó convirtiéndose, con los años, en una forma de estar en el mundo. Ya adulta, y tras instalarse en Londres hace más de dos décadas, mantuvo intacto su compromiso con el bienestar animal, apoyando a asociaciones internacionales y siguiendo de cerca las denuncias sobre maltrato en distintos países. 

Aquello que no sale en las postales

Fue, precisamente, de una donación a una protectora de Alejandría de dónde surgió la aventura de las pirámides: "Mandaba dinero, pero empecé a sospechar que era una estafa", lamenta. Alonso decidió comprobar con sus propios ojos lo que ocurría y actuar en consecuencia, aun asumiendo riesgos personales, pues Egipto "no es un país para que una mujer viaje sola": "Dije: que sea lo que Dios quiera, y me fui".

Una vez allí, conoció Egipto, sus pirámides... y lo que estas ocultaban a sus espaldas, en una zona apartada de la vista. "Animales heridos, sangrando y sin protección, monturas de hierro que se clavaban en la piel en carne viva, falta de agua, sombra y descanso... Todo un espectáculo del horror".

Lo cierto es que el precio de un caballo es menor de lo que un turista paga por subirse en un coche de caballos. Si uno muere. Es mas barato simplemente comprar uno nuevo. Es por esta razón que la almeriense encontró cuerpos de estos animales caídos por las calles de Guiza.

Con esas imágenes abandonó Egipto, pero no logró dejarlas atrás. Lo que había visto seguía ahí, dando vueltas, hasta convertirse en una decisión. Volvió tiempo después con una idea sencilla y poderosa: usar el baile como forma de denuncia. Profesora en una academia de danza en Londres, entendió que el arte podía ser su altavoz.

Una de las imágenes impactantes que Alonso encontró en Egipto.

Una de las imágenes impactantes que Alonso encontró en Egipto.

Sin permisos y asumiendo riesgos reales, bailó ante las pirámides mientras vigilaba que no llegaran los guardias. "Yo no ganaba nada, podían haberme arrestado", recuerda. El gesto tuvo un alto coste emocional, pero también un impacto inesperado: el vídeo cruzó fronteras, difundido por medios nacionales e internacionales, gracias, también, a la ayuda de un conductor local que grabó las imágenes.

El papel del turismo en el maltrato animal

Movimiento a movimiento, Ángela Alonso no pedía otra cosa que un turismo más consecuente. Para ella, la responsabilidad no recae solo en la población local, sino principalmente en quienes consumen estas experiencias: "Los turistas son los culpables, aunque no lo hagan a propósito. Están ilusionados con las pirámides y no se fijan en nada más", lamenta la activista.

Si el turismo mantiene el sistema, la falta de educación y conciencia mantienen el turismo. "Los paseos en animales generan grandes beneficios económicos y las gentes que los organizan solo buscan comer. La herramienta de la que deberíamos servirnos es la educación. Si el turista no se sube, esto se acaba", concluye con rotundidad.

La presión internacional ha logrado hasta ahora algunos avances, pero las promesas del Gobierno egipcio siguen, en gran parte, sin cumplirse. Tras las reuniones mantenidas con organizaciones como la ONG Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA), se implantaron autobuses turísticos dentro del recinto de las pirámides como alternativa al uso de los animales, una medida que demuestra que el cambio es posible.

Sin embargo, camellos y coches de caballos continúan operando pese a los compromisos adquiridos: "Las peticiones y firmas funcionan, aunque la gente crea que no", insiste la activista, que recuerda que el verdadero reto ahora es que las palabras se traduzcan, por fin, en hechos.

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