La Voz de Almeria

Adra

A mi querido Balneario

El  símbolo de una Adra costera que, entre cañas y calamares, soñó con ser paraíso turístico en los albores del turismo moderno

Antiguo Balneario de Adra.

Antiguo Balneario de Adra.Colección de Andrés Aguilera.

Pepe Cazorla
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En las temporadas veraniegas de los años cincuenta del siglo pasado, la playa era el centro de atracción principal tanto de la población turística como de la indígena. En este sentido, Adra se encontraba dotada con una gran extensión de terrenos lindantes con el mar, que satisfacen ampliamente las necesidades de los numerosos veraneantes que, de muchas poblaciones del interior, acudían a nuestra ciudad para disfrutar de su incomparable clima, y solazarse refrescando los ardores estivales en las tranquilas aguas que bañan nuestras playas.

Gozaba de especial predilección la llamada ‘Playa de San Nicolás’ situada en la parte de Levante de la población con aquel vergel amazónico de cañas que peinaban sus arenas y casi a las coronas de espuma de las olas. Mar infinito y azul. 

El recién llegado puede paladearla al instante como un cuadro pintado, como una composición. En verano se poblaba de forasteros, captados por su ambiente labrador y marinero. No en balde, Adra enarbolaba por entonces su "linda gaviota, paraíso de la Costa del Sol", como rezaba en su matasellos de Correos, frase arrancada de un inspiradísimo y bello poema de Álvarez de Sotomayor.

En los años 60 Adra mostraba sus riquezas naturales para prepararse a recibir al turismo en buena escala y la Playa de San Nicolás era un punto de partida magnifico. Porque Adra, aún, tiene muchas posibilidades turísticas y le aguarda, en este aspecto, un futuro esplendoroso.

Se sumaba a Adra a desbordaba sobre el mar un bagaje de frutos preciosos, singulares en la horticultura peninsular. En su feracísima vega se cultivaban la patata temprana y las hortalizas; la sandía y el melón; la caña de azúcar y la remolacha azucarera. Tenía en las tierras de secano, almendros, higueras y viñedos. 

Contaba con un ingenio azucarero, con fábricas de conservas, de destilación del alcohol industrial de melaza y de aguardiente de caña de azúcar, estando incluso autorizada la instalación de una fábrica de papel - la Papelera Andaluza, S. A.- que se iniciaría con un capital superior a los doscientos millones de pesetas. Pero esta no llegó. A la entrada de la población, por la carretera de Málaga, se construye una estación de servicio, con restaurante, cuyo presupuesto se eleva a los dos millones de pesetas. La desaparecida Estación de Servicio 'Brisamar'.

Puestas de sol y amaneceres

La zona de Poniente reunía extraordinarias condiciones para el turismo. Observar la puesta del sol o el amanecer es algo bello. Es una suave colina ondulada que no resta visibilidad a construcciones futuras, y es también un auténtico "balcón al Mediterráneo", desde donde se divisa la amplia faja costera.

Por último, diremos, un granadino, don Antonio Olmedo, hombre muy dinámico, inteligente y amable-, afincado en Adra desde hacía más de treinta años, era el alcalde de la antigua Abdera y también era vicepresidente de la Diputación provincial. El señor Olmedo venía realizando una importante labor del mayor interés social para la población obrera del campo y de la mar, y era el promotor del vasto plan de mejoras urbanas y complejo turístico reseñados, junto a José Cuenca Espinosa, que fue Director del Centro de Iniciativas turísticas, promoviendo el camping 'La Sirena Loca', el Club náutico de Adra o la construcción de 'El Balneario' entre otros y que no tardaron en convertir a Adra en uno de los puntos más sugestivos y atrayentes de la Costa del Sol.

Inicios construcción

Se nos mete la nostalgia en el ojo. En 1955 comenzarían las obras de embellecimiento de la playa de San Nicolás encaminadas a convertir la zona con todos los servicios posibles acompañados con la construcción de un moderno y acogedor edificio de una sola planta. Una instalación que fue uno de los iconos más emblemáticos por entonces en Adra: ‘El Balneario’. 

El Ayuntamiento contribuirá a la construcción sin alterar su hábitat natural con una terraza y urbanización al levante de la Playa de San Nicolás con 80.000 pesetas siendo inaugurado el 16 de julio de 1956. Son días calurosos y la playa de Adra se ve concurridas de propios y extraños que venían a esta población a gozar de un veraneo encantador. Aquello era vida con sal en las venas.

El primer casetón estaba construido de madera, brezo y cañizo donde fue derribado tiempo después. Contiguo, había unas chozas para que la gente se cambiara de ropa e incluso un antiguo retrete.

Sesión Plenaria

El 5 de octubre de 1966 y en sesión plenaria se dio lectura al escrito de Don José Cuenca Espinosa, por el que tras recordar de los encantos de la ciudad de Adra y la necesidad de realizarlos para atraer a los turistas y veraneantes, solicitaba la ocupación de la parcela propiedad municipal contigua a la Playa de San Nicolás para construir un bar-restaurante e instalar casetas de baño con sus complementos de duchas, aseos, etc., enmarcando éstas instalaciones en un ambiente moderno y cosmopolita. 

Terminada la lectura del escrito, los señores concejales exponen sus opiniones, coincidiendo todos en la necesidad que tiene Adra en establecer más instalaciones en la Playa. Por unanimidad en un principio la Corporación acoge favorablemente lo solicitado por el señor Cuenca, y que el solicitante presente proyecto técnico-económico para que en su día se pueda llegar a un acuerdo entre la Corporación y el interesado. 

Así mismo, también tendría que presentarse informe jurídico-administrativo por el alcalde, secretario, y otro informe técnico de la Comisión de Urbanización, así como informe económico-financiero que emitirá el Señor Interventor.

Pepe Cuenca fue un apoyo importante para hacerlo de obra y renovar aquel local primerizo de cañizo que fue construido con mucho cariño y dio muy buen resultado, pero debido a los vientos que allí pegaban no daba muestras de estabilidad y como no, de seguridad. Cuando venía el poniente fresco o levantes fuertes, siempre se rompía algo y había que repararlo.

Primer inquilino

Una vez reformado a módulo de obra, se acompañaban a pie de arena unas casetas de baño que eran de madera y pintadas en alegres colores para poder cambiarse de ropa y merenderos muy bien surtidos. Los primeros inquilinos del Balneario fue el matrimonio formado por Miguel Tapia apodado ‘El Sevillano’ y su esposa Mercedes Sánchez Pérez, los que llevarían el negocio. El matrimonio tendría dos niñas, María del Carmen y Mercedes, ésta última, fue alcaldesa de Balanegra, y un niño, Miguel, el más pequeño.

Miguel Tapia, antes de iniciar tareas en el local, se venía todos los años por primavera a Adra y aquí puso en la esquina del Casino una churrería durante los años comprendidos entre 1950 a 1953. aquí mismo se enteró que iban hacer un balneario en la playa de San Nicolas. 

Miguel, hizo todas las pesquisas necesarias encontrándose muchísimas trabas por el camino, pero, al final, de todos los que se llegaron a presentar, eligieron a ellos por antigüedad de aquella embrionaria caseta. La cocina no paraba sirviendo muy buenas tapas y raciones suculentas a precios populares. Son años de periodo estival de un tremendo gentío donde los franceses en primer lugar y a continuación los ingleses, no paraban de visitar el local. 

Por allí pasaron los mejores artistas del momento de la canción o el espectáculo y muchísimas gentes del pueblo, como los médicos Don José o Don. Federico Utrera con su moto Guzzi, el alcalde, entre otras personalidades del momento. 

El primogénito de la familia, durante la época invernal, trabajaba de mecánico en Los Palacios (Sevilla) junto con sus hermanos más conocidos por los Hermanos Tapia. Pasan los años y el balneario coge fuerza con el nombre de Miguel ‘El sevillano’.

Vivieron muy bien hasta que los hijos se hicieron mayores y no querían estar allí, porque era mucha esclavitud. Así que años más tarde lo dejaron para trasladarse a unos bajos en la zona de ‘La Fabriquilla’ y montó el ‘Bar La Caracola’ al cuál también lo hizo famoso.

Sucesivamente recogen el testigo del balneario, entre otros, la Familia ‘Picaca’, José Briones o el mismísimo Arturo el de ‘Los Helados’. El módulo blanquecino primerizo contaba con cinco arcos como cinco ojos que miraban a la vez al mar y otros dos más en los laterales. A levante, contaba con unos baños y duchas y a los que siguieron unos aparcamientos con techumbre. 

Aunque su inicial construcción fue variando durante el trascurso de los tiempos, nunca perdía su primitiva esencia pese a que se fueron cerrando arcos por la entrada de rachas de viento y frío que entraba sobre todo en la época de otoño e inverno. Quedaron tres de ellos, cumplimentándolo también con la construcción en su interior de un pequeño cobertizo junto a la barra para poder quedarse allí durante las noches sus propietarios. Con el tiempo, fue totalmente cerrado imperando ventanas y una puerta principal. 

Atravesar el trayecto hasta llegar a la sombra del Balneario era un calvario para los bañistas de lo que quemaba la arena. De aquel bar y cocina, salía un olor a callos o calamares fritos que no importaba la travesía. Aquel lugar estaba siempre lleno y además se comía muy bien. Finalmente, con motivo del Proyecto y Fases del Paseo Marítimo de la Playa de San Nicolás, que va desde la Avenida del Mediterráneo hasta el edificio Géminis, el Balneario, tuvo que ser derruido.

Dedicado con cariño y respeto a cuantos pasaron por “El Balneario”.

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