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La “inolvidable” visita de 20 jóvenes rumanos al IES Cardenal Cisneros

La “inolvidable” visita de 20 jóvenes rumanos al IES Cardenal Cisneros

Guillermo Mirón
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Mientras que los fondos para el intercambio de estudiantes universitarios están disminuyendo año tras año como consecuencia de la crisis europea, cada vez más alumnos de institutos almerienses disfrutan de este tipo de programas que, en muchas ocasiones, les supone toda una ventana abierta a un mundo que desconocían.
El IES Cardenal Cisneros de Albox ha acogido recientemente a veinte jóvenes rumanos de entre 12 y 16 años, que han convivido con estudiantes albojenses durante dos semanas, en las que también se han alojado en sus casas. “Descubres que tenemos un concepto de los rumanos equivocado. Esos prejuicios tenemos que echarlos abajo. Son una gente maravillosa, integrados... Ha sido de lo mejor de mi vida”, reconoce Pilar Pedrosa, profesora de francés de este centro.

Apertura y tolerancia
Si el viaje que Pilar realizó a Rumanía antes de acoger en España a los alumnos ha servido para derribar todo un muro de prejuicios, hay que preguntarse qué efecto pueden tener este tipo de convivencias en el desarrollo de los más jóvenes. Estos programas suponen una oportunidad para la práctica de los idiomas. En inglés, rumano, francés y castellano se han llegado a comunicar estos alumnos. Pero más allá de las lenguas, en lo que todos coinciden (padres, docentes y alumnos) es en lo “inolvidable”de esta experiencia.
Bryan Pérez es albojense y tiene 16 años. Ha acogido en su casa a Adrian, un chico rumano. Lo primero que confiesa Bryan es que durante estos días ha aprendido “a convivir con gente. Tenía algo de miedo al principio, pero me he adaptado y me da lástima que se vayan”. El miedo a la convivencia y a una cultura cercana pero desconocida ha desaparecido para Bryan y su familia, al igual que en las otras 19 casas. Adrian, visiblemente emocionado, escucha a su anfitrión y, mediante un traductor, le interrumpe para darle las gracias y dejar claro que le gusta “mucho la cultura española”. De todas las visitas que han realizado a Cabo de Gata, Los Vélez o el Almanzora, Adrian se queda con “la roca con el símbolo. Me ha gustado mucho”. Se refiere a la Cueva de los Letreros, abrigo de la pintura rupestre del Indalo, que es el “símbolo” al que se refiere.

Sin miedo
Mari Carmen, una de las madres que han acogido, alimentado y cuidado a uno de los jóvenes, también reconoce que al principio tenía “un poco de miedo”, pero que al final ha resultado “una experiencia maravillosa”. Además le ha “sorprendido” que su hijo “supiera defenderse en inglés como lo ha hecho”. Ahora, Mari Carmen sabe de lo que es capaz su hijo; y los alumnos que han participado en este programa saben lo que pueden hacer con los idiomas aprendidos. Otro factor positivo a añadir en una interminable lista de beneficios para estos jóvenes albojenses que el año que vienen devolverán la visita viajando a Rumanía. Lo harán sin el miedo que reconocían al principio. Su profesora de francés es testigo de las bondades de Rumanía y ellos ya saben lo que es convivir con un extranjero.
Es la fiesta de despedida. Ana María se abraza llorando a lágrima viva con Madalina -ambas de unos 15 años- que no pueden hablar ni para explicar cuál ha sido su experiencia. Le queda el consuelo de que el año que viene se volverán a ver. Y lo harán sin miedo y sin prejuicios de por medio.


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