En pleno verano, las playas de Almería se convierten en el epicentro de la diversión familiar, sin embargo, en esta época del año, aparece un escenario donde la vigilancia no puede relajarse ni un instante. 

Azahara Domenech, socorrista con cuatro años de experiencia en Roquetas de Mar, lo confirma: “Lo que más vemos en la playa son despistes con los niños, golpes de calor y, sobre todo, picaduras de medusa”. 

La profesional asegura que, aunque la mayoría de los incidentes no revisten gravedad, la clave está en la prevención y en la atención constante de los adultos responsables.

Las picaduras de medusa, el incidente de cada verano

Domenech relata que, durante la temporada alta, es habitual atender a niños que han sufrido pequeñas caídas por las olas o se han hecho raspones al jugar cerca de las "chinas". 

Sin embargo, el incidente estrella sigue siendo la picadura de medusa, especialmente en las semanas más calurosas, cuando “prácticamente todos los días” algún pequeño acude al puesto de socorrismo con la piel irritada y el llanto a flor de piel. 

Ante estas situaciones, el modus operandi es claro, agua salada al instante, el mejor remedio, ya que el agua dulce activa la picadura y puede empeorar el dolor. 

"Si vienen al puesto de socorrismo, les atendemos con hielo de agua salada, en los últimos años, es lo más eficaz", explica para LA VOZ la socorrista. A su vez, recomienda no frotar la zona ni rascar, ya que eso solo agravará la irritación. No obstante, si la picadura provoca una inflamación excesiva, no mejora en dos o tres horas, o el niño tiene antecedentes alérgicos, lo mejor es acudir al centro de salud. 

La prevención es la mejor aliada, si ondea la bandera de medusas, Domenech aconseja no entrar al agua, especialmente con niños pequeños. Además, nos revela que una de las mejores precauciones, en el caso de los niños, es llevar calzoncillos por debajo de los bañadores, "así, en caso de que haya medusas, se evitará el contacto directo con la piel", comenta. 

Por otro lado, el medio acuático puede ser otro peligro, “lo importante es que los padres estén atentos y no se dejen llevar por la falsa seguridad de los manguitos o flotadores hinchables. Muchas veces, los niños se meten al agua sin ellos y no saben nadar bien”, advierte.

La socorrista también observa que, aunque cada vez se ven más chalecos flotantes —mucho más seguros que los manguitos—, los errores de vigilancia siguen siendo habituales: “Dormirse a ciertas horas, distraerse con el móvil… son despistes que pueden tener consecuencias”. 

Por eso, recomienda a las familias que nunca pierdan de vista a los pequeños, que los protejan del sol con crema, gorra y agua fresca, y que, ante cualquier duda, consulten siempre con los socorristas.

“La educación acuática temprana es fundamental para evitar accidentes. Y si hay bandera amarilla o de medusas, lo mejor es preguntar en el puesto de socorro antes de decidir si es seguro bañarse”, concluye.