Golpes de calor en niños: el peligro silencioso que alerta a los médicos almerienses este verano
Charlamos con Jorge Salvador, pediatra del hospital La Inmaculada de Huércal-Overa, para darnos algunas claves sobre esta condición médica entre los más peques de la casa

Niños jugando en una playa de Almería en verano
En Almería se encuentra el que es considerado el único desierto de todo el continente Europeo, el Desierto de Tabernas, lo que ya nos hace intuir que se trata de una tierra calurosa. Las temperaturas no entienden de treguas y el verano, especialmente, exige precauciones. Sobre todo para los más vulnerables: los niños.
"El golpe de calor es una urgencia médica"
La advertencia es clara y nos la da el pediatra Jorge Salvador, del hospital La Inmaculada de Huércal-Overa: “el golpe de calor es una urgencia médica. Y puede llegar a provocar la muerte si no se actúa a tiempo”.
El golpe de calor ocurre cuando el cuerpo no puede regular su temperatura y esta se dispara. En niños, especialmente menores de cuatro años, el riesgo es mucho mayor. “Su temperatura corporal sube más rápido que en un adulto y tienen menos reservas de agua y un sistema respiratorio aún inmaduro”, señala Salvador.

Recomendaciones de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría
¿Cuáles son los signos de un golpe de calor en los niños?
Los síntomas aparecen de forma progresiva. Primero, fiebre alta (por encima de los 39º), piel caliente, enrojecida y mucha sudoración. Pero si no se revierte, puede dar paso a vómitos, diarrea, confusión, calambres y hasta pérdida de conciencia o convulsiones.
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“Hay que estar muy atentos a signos como la boca muy seca, ojos hundidos o el niño excesivamente decaído”, insiste el pediatra. En esos casos, si la fiebre no baja con paños fríos, ventilador o antitérmicos, y hay señales de gravedad como dificultad para hablar o moverse, vómitos persistentes o pérdida de conocimiento, la indicación es clara: acudir a Urgencias de inmediato o llamar al 112.
Son escenas típicas de la época y que se repiten todos los veranos: niños corriendo por la arena a mediodía, padres desprevenidos que olvidan ofrecer agua o habitaciones que no están bien refrescadas. “En Almería muchas veces pasamos de 38 grados a diario en junio, julio y agosto. Lo más peligroso es llevar a los niños a la playa o a la piscina en las horas centrales del día, entre las 11 y las 17 horas”, alerta Salvador.

Recomendaciones de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría.
Prevenir mejor que curar
La prevención es sencilla, pero requiere atención constante: evitar la exposición en esas franjas, vestir a los pequeños con ropa clara y ligera, no dejarlos nunca dentro del coche (ni siquiera “un momentito”) y ofrecerles agua o zumos naturales con frecuencia. “No podemos esperar a que pidan. Muchas veces, ni siquiera sienten sed”.
Y si ocurre lo que nadie quiere, actuar rápido: “Colocar al niño tumbado en un lugar fresco y con sombra, aflojarle la ropa, poner compresas de agua fría en cabeza, cara y cuello. Pero nunca una ducha fría ni friegas con alcohol. Y si está consciente, darle pequeños tragos de agua o suero oral”.
Por último, una nota clave: “aunque no está directamente relacionado con el golpe de calor, la protección solar es igual de importante. Los menores de tres años no deben exponerse al sol directo, y siempre hay que usar cremas de factor 50 o más”.