La Voz de Almeria

Opinión

La tortura de tener que ser feliz cada segundo y otras condenas ‘modernas’

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Si te pregunto si sabes lo que es la felicidad, me dirás sonriendo y con una seguridad aplastante que “por supuesto que sí”. Claro, todos ‘sabemos’ lo que es la felicidad, pero ¿qué pasa si te pido que la definas? La cosa cambia, ¿verdad?
Nuestra actual sociedad se ha convertido en una fábrica de personas que necesitan ser felices cueste lo que cueste. ¿Pero qué ocurre si no encuentras la felicidad? Pues que ya no eres feliz. ¿Y qué pasa si buscas algo que en realidad no existe? Pues que te pierdes buscando. Y digo yo, a ver si el problema va a ser que no podemos concretar lo que significa ser feliz, y al no conseguir definirlo, queremos buscar y encontrar lo que no sabemos si ya hemos encontrado, y entonces es cuando... ¡Vaya lío, eh! Pues así todos los días.
Cada mañana nos levantamos con el mismo objetivo: ser felices cueste lo que cueste. En las redes sociales las frases que más nos inundan, por no decir que nos machacan, son las relacionadas con el estado de ánimo. Mensajes como “hoy va a ser un gran día”, “sonreír es obligatorio”, “tu felicidad depende de ti”, “te mereces ser feliz”… Cientos de ‘consejos’ que, aunque pretendan lo contrario, terminan estresándote y sometiéndote a buscar desesperadamente la utópica felicidad. 
-¡Hola! ¿Cómo estás?
-Bien, bueno yo qué sé, normal…
-¿Normal??? Oye, ¿qué te pasa? ¿estás bien?
-Sí, claro. 
Y entonces llega la preguntita mortal.
-Oye pero… ¿Tú eres feliz?
Se acabó. Llegaron los problemas. Salud, trabajo, amor, amigos… da igual lo genial que te vaya en uno, varios o todos los aspectos de tu vida. Estabas bien, pero… de repente, ya no es suficiente. Las dudas aparecen, y con ellas la prisa por alcanzar el paraíso en la tierra.
Es evidente que esta nueva era nos ha embarcado en un crucero sin gps donde el bienes­tar es el idílico puerto a conquistar, pero… ¿dónde está el límite? La obsesión por hallar la felicidad nos ha estampado de boca contra la infelicidad de la búsqueda. Diariamente, y casi sin saberlo, nos encarcelamos en la presión del deseo, un deseo que crece en nosotros creando peligrosas sensaciones de ambición e insatisfacción. Por eso, si a instantes y vidas se refiere, preguntémonos menos y valoremos más, y no olvidemos nunca que hay algo mucho más peligroso que no ser feliz, y es no saber que lo eres.


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