Cómo nació y sobrevivió el bar de Almería que cambia su carta al ritmo del mar
Es referente en el puerto de Almería desde hace casi tres lustros y no deja de reinventarse sin perder su esencia

Manuel Martínez Ortuño, gerente de Puerto Café Ortuño's, y José Manuel Sánchez, jefe de cocina.
No tenía antecedentes familiares tras los fogones. Tampoco un equipo de cocina experimentado. Lo que sí poseía era unas ganas inmensas y una idea cercana a la locura arraigada con firmeza en su cabeza. Manuel Martínez Ortuño lleva desde 2012 al frente de Puerto Café Ortuño y, sin embargo, sigue sin considerarse un hostelero, sino un "comerciante" de esos a los que se les llama "emprendedores", matiza, llevándose las manos a la cabeza, como si aquel fuese un destino del que no puede escapar.
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Lo cierto es que Martínez es una de esas personas que no dudan en soñar un momento para despertar después y hacer sus sueños posibles en la realidad. Y para ello no está solo: cuenta con la inestimable ayuda de su jefe de cocina, José Manuel Sánchez, quien sabe cómo aterrizar las ideas de su comandante. Juntos, forman un equipo sin cojeras que ha conseguido posicionar este restaurante del Puerto de Almería en referente nacional.

Comedor interior del restaurante.
Orígenes
Puerto Café Ortuño nace de una infancia rodeada de gaviotas, olor a salitre y cabos bien amarrados. Manuel era un chiquillo que correteaba por las instalaciones portuarias mientras su padre trabajaba en la zona, y así se hizo conocido entre las gentes del lugar.
"El proyecto surgió casi de casualidad... El puerto sacó a concurso la concesión administrativa y nos animaron a asumirla, pese a que no teníamos experiencia en hostelería", recuerda. Procedentes del sector de las telecomunicaciones y de la seguridad, ambos comerciantes, sabían cómo gestionar un negocio: "A fin de cuentas, esto es lo que es. Por mucho cariño que le tengamos, no deja de ser un comercio", alega, tras encogerse de hombro, para después añadir, con una sonrisa sincera: "Si te gusta lo que haces y le pones empeño y cariño, todo acaba saliendo adelante".
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Con esa sencilla y humilde sentencia justifica su decisión hace ya más de una década. Se lanzó a un proyecto que aun no sabía cómo abordar, y pidió a José Manuel Sánchez que lo secundase en el ámbito culinario: "Yo no tenía experiencia tampoco. Sí cocinaba en mi casa y me gustaba, pero claro, nunca había manejado cantidades tan grandes de comida. Se lo dije, pero él confió en que sería capaz", recuerda el jefe de cocina.

La carta editable del restaurante, un día de semana cualquiera.
Tras muchos cursos y formaciones después, puede afirmar orgulloso que en el restaurante se sirven desde desayunos y menús diarios, hasta comidas para empresas, colectivos y miembros de los Cuerpos de Seguridad del Estado. "Por aquí pasa gente de toda España. Hay quienes vienen de Málaga a comer aquí en un solo día", afirma.
Un menú variante, según el pescado del día
"El producto lo es todo. Si tienes buena materia prima, ya tienes la mitad del trabajo hecha", reconoce el cocinero almeriense. La suya viene directa de la lonja, pescado fresco, sin congelados. De ahí que su carta vaya cambiando según el día. Aquello que pescan en la mar es lo que llena luego la vitrina de cristal del restaurante: gambas, calamares, jibia y un largo etcétera de pescados con sello almeriense esperan a ser degustados por paladares de todo tipo.
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Atrás quedaron los días en los que era un bar de polígono en el puerto. Hoy, reciben clientes del día a día e, incluso, caras muy reconocidas de la provincia, que buscan en el retiro del puerto un lugar donde comer con tranquilidad alejados del barullo de las redes sociales y los fans. "Queremos guardar su privacidad, pero hay quien viene con frecuencia", insisten.

Pescado fresco, recién traído de la lonja de Almería.
Desde abuelos que vienen por el menú diario hasta nietos recién casados que no saben cocinar y quieren degustar las recetas de antaño, en el restaurante se han creado una clientela fiel que no solo se limita a las fronteras almerienses. Recuerdan una vez que Manuel Martínez y sus amigos fueron a comer a DiverXO, en Madrid: "Nos hicimos unas camisetas en las que ponía: Café Puerto Ortuño. Se nos acercaron unos madrileños que nos dijeron: 'Siempre vamos a comer las marranas a tu bar, nos encanta'. Me quedé atónito".
De cara al futuro, solo piden una cosa: seguir como hasta ahora y seguir mejorando día a día. "Tenemos muchos planes y ojalá podamos llevarlos a cabo: una ampliación de las instalaciones a corto plazo e impulsar la comida a domicilio, que tanto nos pide la gente", cuenta Martínez con la visión que tanto le caracteriza.