El concordato que a todos nos pesa
Por lo menos en Almería nadie habla de otra cosa que no sea lo innecesario de los acuerdos de España con el Vaticano en 1953
Aprovechando que Almería capital celebra hoy un día festivo en honor a San Juan, me hago eco del acierto y oportunidad que ha tenido el nuevo aspirante a secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que en su gira en busca de apoyos y firmas ha retomado uno de los argumentos favoritos de los progres cuando quieren demostrar pedigrí de modernos: el zurriagazo a los curas. Y es que el señor Sánchez no ha podido estar más atento a lo que se respira por la calle. Por lo menos en Almería nadie habla de otra cosa que no sea lo anacrónico e innecesario de los acuerdos de España con el Vaticano en 1953. Tú vas a un bar a desayunar y el camarero no te pone la tostada sin comentar antes su inquietud por el concordato con el Vaticano. “¿Lo de la Selección?, quite, quite, no me hable de eso, que no estoy yo ahora para la tontería ésa del fútbol con la que tengo encima con los privilegios de los obispos.” De hecho, cuando el señor Sánchez estuvo la otra noche en Almería recibiendo mucho cariño y fuertes abrazos por parte de quienes –al tiempo- harán tres cuartos de lo propio cuando le toque venir al otro candidato, allí nadie hablaba de si el muchacho es más alto o más guapo que el otro, o de si “por favor Pedro hazte una fotico con nosotras para el féisbuk”, ni en el “mira nena cómo mola este tío”, sino en la urgente necesidad de desterrar el santoral de nuestro calendario y de dejarnos de conmemorar evangelistas tomándonos días libres, semanas santas o navidades en este contexto de crisis, o de acabar de una vez con esa fastidiosa manía de Cáritas de dar de comer a los pobres, con lo bien de atendidos que estarían las familias desempleadas en las Casas del Pueblo, por no hablar de la necesidad de terminar con la costumbre de que los obispos sean nombrados sin presentarse antes a unas primarias como Dios manda. En fin, que en esas anda ahora, precisamente ahora, metido el PSOE. Al final acabaremos echando de menos a Rubalcaba.