Nada más que unos sopapos
Con lo fácil que sería cambiar el enunciado de estas jornadas para convertirlas en Día contra las Drogas
Lo acaba de decir el Papa Francisco: “No a cualquier tipo de drogas”. Se podrá hablar más alto pero no más claro. Si decimos no a lo malo e indeseable, manifestamos nuestra negativa sin matices, sin guarniciones sintácticas y sin paridas propias del lenguaje políticamente correcto. Por eso me extraña que año tras año, edición tras edición, se sigan celebrando pintorescas jornadas de concienciación contra “el abuso” de las drogas sin que nadie avise a los promotores mundiales (todas estas cosas tienen un patrón globalizado que vaya usted a saber de dónde o cómo ha salido) que organizar jornadas contra el abuso de los estupefacientes significa fomentar un uso limitado y razonable de estas sustancias. Es decir, un poquito de esto y una chispitica de lo otro. Con lo fácil que sería cambiar el enunciado de estas jornadas para convertirlas en Día contra las Drogas –sin más- en lugar de Día contra el Abuso de las Drogas, nos seguimos empeñando en fomentar una majadería que cobra su pleno significado si trasladamos la filosofía del día a otros ámbitos igualmente indeseables. ¿Se imaginan un día contra “el abuso” de la violencia doméstica? Pues acabaría liándose una pajarraca parecida a la que se ha montado con las declaraciones del cura de un pueblo de Jaén al que se le fue la pinza en un sermón y dijo que antes los maridos se emborrachaban y pegaban a sus mujeres, pero que por lo menos no las mataban tanto como ahora. Visto así, el asesinato sería la forma suprema de abuso de la violencia de género, mientras que una tunda de sopapos e insultos podría ser considerado un uso tolerable de la fuerza. Creo que no es necesario seguir abundando en el tema. Más necesario parece que el Papa llame por teléfono al desorientado párroco y que le diga que, puestos a hablar de violencia doméstica, es mejor decir que no y simplemente que no, a cualquier tipo de violencia.