Zapatero, consejero ejemplar
Si algo bueno estaba teniendo José Luis Rodríguez Zapatero era su prudente ejercicio de la ex presidencia, sin dar muestras de los diferentes síndromes y alardes de inoportunidad que han caracterizado a algunos de sus predecesores. El hombre estaba ocupado supervisando nubes, o corriendo maratones, o lo que fuera, y casi habíamos conseguido olvidarlo.
Pero no hay paz que cien años dure, ni tonto que pueda dejar de tener iniciativas peligrosas. Y aquí que nos acaba de salir una corriente interna del PSOE dispuesta a reivindicar la gestión del presidente que, entre otros logros, no supo o quiso ver la crisis que acabó tragándonos a todos.
Por incomprensible que parezca, en plena campaña electoral hay lumbreras socialistas que creen que agitar el recuerdo del Zapatero prodigioso va atraerles más votos.
Supongo que otros estarán que echan leche por un colmillo. Y como no pueden presentarle como un creador de empleo, garante de la convivencia o estadista de reconocido prestigio, destacan la importancia histórica de haber reivindicado el término “matrimonio” para la ya existente unión civil entre personas del mismo sexo.
Así que los gays le han dado el meticuloso premio “Pluma” y él ha aprovechado para recogerlo y decir que Obama, Merckel y hasta el mismo Papa le llegaron a pedir consejo durante su presidencia.
Créanme que no lo pongo en duda. A pesar de las imágenes del vacío internacional en las cumbres y las parodias que incluso llegaron a hacerse de él en algunas televisiones extranjeras, yo sí creo que muchos cancilleres pidieron consejo al inefable señor Zapatero. Probablemente fuera como cuando, hace ya dos o tres glaciaciones, una profesora de Redacción Periodística tomó ante servidor y sus compañeros un ejemplar del diario de sucesos “El Caso” y, mirando a los sorprendidos lechones de periodista preguntó: “¿Quieren ustedes escribir bien en un periódico? Pues fíjense en esto que tengo en la mano… y hagan todo lo contrario”.