Aclaraciones algo tontas
“No puedo con quien todo lo espera del pelotazo apoyándose en los arrumacos del poder político”
Fe de vida: algo que confirma la no muerte y a la vez documenta la presencia real de estar yéndote. Así estoy yo a la sazón. Conforme se acerca mi final profesional, voy teniendo necesidad de decir algunas cosas que nunca me preocuparon. Días pasados alguien que se ocupo de mí y a quien por supuesto debo agradecimiento, dijo que pertenezco a la ultraizquierda. Eso de “ultra” me cuesta aceptarlo. Siempre he defendido la democracia como el mejor sistema para convivir entre personas de distinta ideología.
Nunca pertenecí a ningún partido radical ni de izquierdas ni de derechas. Tal vez la impresión de mi presunto radicalismo se origine al criticar a la derecha en el gobierno, pero ello no debiera hacer creer que doy por bueno todo lo que hace la izquierda. No saben cómo me duele ver a los progresistas de otro tiempo cayendo en los defectos que criticaron. La España cañí, las costumbre medievales, los enchufes de los arribistas sin oposición, los corruptos de siempre, los enemigos de la racionalidad a cambio de un pasado casposo, la mentira la falta de ética, la incompetencia protegida por el grupo político, el simulacro, el ansia de figurar, etcétera son unos cuantos demonios interiores que me atormentan. Hay quien dice también que la tengo tomada con los empresarios por una envidia procedente de la clase media baja donde nací. Yo creo que existen varias clases de empresarios.
Nada tengo contra quien transforma la naturaleza, establece una estructura mecánica y crea riqueza por medio del trabajo. No puedo en cambio con quien todo lo espera del pelotazo apoyándose en los arrumacos del poder político. ¿Qué clase de riqueza crean estos últimos? Son como el buey en la cacharrería y aún esperan que vuelva el delirio del ladrillo para robarnos todo lo que dejaron. Esta gente es enemiga de lo público. Creen que así no hacen negocio rápido. Si la gente decente no levantara una vallatrepa, como se dice ahora, contra estos vándalos del palustre nada ilustrado nos asaltarán de nuevo en nombre de lo que ellos llaman la recuperación. Hay quien no ve más sensibilidad ni más arte que un buen bloque de pisos semejante a una termitera.