No creo que imaginara el gran Leonardo Da Vinci que la invitación temporal de Lodovico il Moro a su casa resultaría ser una estancia de veinte años en la que es centro comercial, financiero e industrial de Italia, Milán, y donde creó delicias como ‘La última cena’.

Tampoco sabría el Matemático italiano Nicolo Fontana, conocido como Tartaglia, la importancia entorno a sus avances en ecuaciones de tercer grado de que le invitaran a Milán – dominada entonces por Carlos V, tras haber sido controlada por celtas, romanos, godos y lombardos – donde recibió un desafío público, tan estilado en el Renacimiento italiano para comprobar quién resolvía mejor problemas de ecuaciones.

Desconozco las dotes artísticas o matemáticas del presidente de Diputación de Almería y número uno por el PP al Congreso, Javier Aureliano García, pero dudo que nada de esto fuera el motivo del viaje que, según ha publicado El País, realizó éste a Milán costeado por la constructora FACTO, la misma que recibió casi un millón de euros cinco meses después por dos actuaciones, y numerosas adjudicaciones posteriores desde el Ayuntamiento de Almería, en el que era concejal.

Igual García y sus compañeros de filas que supuestamente viajaron con él, el Parlamentario Pablo Venzal y el concejal Manuel Guzmán, lo hicieron para empaparse de cómo hacer política por parte del milanés Berlusconi y enfrentarse mejor a la lucha encarnizada por el espectro de la derecha extrema en la que se encuentran, pero dicen tener amnesia, sería complicado otro razonamiento.

No estaría mal que Ciudadanos pidiera que García y Guzmán dejaran su acta de concejal, así como Venzal el de parlamentario para continuar apoyando al PP capitalino y compartir gobierno en Andalucía, si es que se creen esto de la regeneración, claro.

Pero me da a mí que aplican aquello que dijo Tartaglia de que “Cuando un razonamiento es complicado siempre hay que mantener la calma”, y estos mantienen la calma para mantener estatus, poltronas, cazos,… y hasta viajes. ¡Qué bonito es viajar!